Motor

Industria cifra en más de 40 años la transición a un parque de coches eléctricos

Primero atizaron al diésel y más tarde lanzaron mensajes de prohibir la venta y circulación de coches de combustión en menos de 30 años. Ahora, el Gobierno reconoce que la llegada del coche eléctrico de forma masiva tardará más de 40 años.

  • Las infraestructuras de recarga públicas serán esenciales en el desarrollo a gran escala del coche eléctrico.

Después de casi un año desde de declaraciones por parte del Gobierno contrarias al diésel en particular y a los coches de combustión en general con anuncios de prohibiciones de circulación en el plazo de 20 ó 30 años, el Ministerio de Industria señala ahora que la electrificación del automóvil conllevará más de 40 años. Así se desprende de un estudio publicado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en el que se recoge que la transición hacia un parque automovilístico mayoritariamente eléctrico en España podría durar cuatro décadas al menos.

Para llegar a esta conclusión, los autores, Pablo Frías y Jaime Román (IIT-ICAI y Universidad Pontificia Comillas), han considerado un parque de 25 millones de turismos, unas ventas anuales de un millón de unidades y una vida de los coches de doce años. Para el año 2030, el informe estima que la mayoría de las ventas de vehículos en todo el mundo serán eléctricos, con cerca de 230 millones de unidades activas.

En España las cifras no son tan esperanzadoras a la hora de impulsar el coche eléctrico a gran escala y, tomando como referencia un informe de Cepsa de 2017, se estima que para ese mismo año las ventas de coches eléctricos serán de un 15% aproximadamente, mientras que las de híbridos serán un 25% y todavía el coche de combustión representará un 60%.

La evolución tecnológica de las baterías es uno de los aspectos más críticos.

Y es que el coche de combustión será en ese tiempo un competidor natural del vehículo eléctrico, y va a seguir liderando las cifras de ventas en los próximos años por las notables mejoras tecnológicas o el cambio a combustibles como el gas, que permitirán una reducción progresiva de las emisiones. Los datos del último ejercicio en nuestro mercado recogen que menos del 1% de las ventas de vehículos nuevos fue de eléctricos, una cifra irrisoria si la comparamos con el 45% de Noruega, el país con mayor porcentaje de ventas de este tipo de coches en Europa.

Los autores explican que el éxito de ventas en Noruega se basa en distintas estrategias de apoyo gubernamentales, principalmente la eliminación de prácticamente todos los impuestos ligados a la compra de los vehículos eléctricos, la eliminación de pagos por uso de vías preferentes, la amplia infraestructura de recarga y una generación eléctrica procedente de renovables, principalmente hidráulica, más de un 90%.

Baterías para 1.000 km

En cuanto a los retos tecnológicos que presenta el futuro del coche eléctrico, el estudio señala como uno de los aspectos más críticos la evolución tecnológica de las baterías, tanto en su potencia máxima de carga y descarga como en la energía que pueden almacenar y el coste de adquisición. Pronostica que la potencia de carga a 350 kW permitirá una recarga no sólo más rápida sino también más segura que la actual, que oscila entre 4 y 50 kW. Al mismo tiempo, considera que la capacidad y el rendimiento de las baterías irán en aumento y dentro de cuatro décadas podremos disfrutar de una autonomía real de hasta 1.000 kilómetros, para lo que será necesario disponer de una capacidad superior a 150 kW, el triple de la actual.

El impacto en las redes de distribución eléctrica será enorme y sugiere que va requerir sobre todo una gestión inteligente de las recargas, para evitar congestiones en la red de suministro. Sistemas que distribuyan la electricidad entre los miles de usuarios de manera que no se produzcan sobrecargas puntuales, pero que sean capaces de cubrir las necesidades de esos miles de clientes-

El estudio concluye que la transición hacia una movilidad sostenible necesita una estrategia coordinada de país, algo que de momento no tenemos, y precisa que puede suponer un aumento de la importación de vehículos si éstos no se fabrican en España. Y es que en ese cambio de movilidad hacia la electrificación España debe aprovechar su oportunidad, no sólo de adaptar la industria del automóvil, sino de invertir en I+D+i para generar tecnología hecha en España con nuevas patentes, para que la transición aporte valor a la industria y pueda seguir siendo un referente mundial en la fabricación de coches como lo está siendo desde hace décadas.

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