La edición del Salón del Automóvil de París de 1978 abrió sus puertas y un modelo se convirtió rápidamente en la estrella del certamen. BMW presentaba al público un impactante deportivo, un M1 que cautivó a propios y extraños con un diseño extremadamente dinámico y extraordinariamente bajo que dejaba muy claro a simple vista cuál era el propósito de BMW, desarrollar el deportivo alemán más rápido en la carretera. Con apenas 1.140 milímetros de altura y 277 CV de potencia, el M1 alcanzaba una velocidad máxima por encima de los 260 km/h. La lista de pedidos superó con creces las expectativas más optimistas de la marca.
Diseñado por el especialista italiano Giorgio Giugiaro, el M1 se mantiene cuatro décadas después con un diseño atemporal que le permite seguir contando con un innegable atractivo que no sucumbe al paso del tiempo. La intención fue que el nuevo coupé tuviera claramente ese diseño italiano tan especial. Se diseñó sobre la base del BMW turbo con puertas de "alas de gaviota", un prototipo con turbocompresor creado en 1972 por el diseñador de BMW Paul Bracq. Partiendo desde este diseño, con sus líneas redondeadas, Giorgio Giugiaro creó el perfil afilado del M1, con sus peculiares y rasgadas aristas y esquinas.
De hecho, Bracq y Giugiaro ya habían colaborado antes para crear el BMW Serie 6 Coupé. Por contraste, el motor de seis cilindros en línea del vehículo fue desarrollado por los ingenieros de BMW. Al igual que el concepto del vehículo, la tecnología de transmisión se diseñó para dominar los retos del circuito y cumplir los requisitos para obtener la licencia como vehículo para carretera.
La versión ‘de calle’ del BMW M1 era el deportivo alemán más veloz. La serie Procar proporcionó parte del programa para las carreras del Campeonato Mundial de Fórmula 1, y el BMW M1 se colocó en la línea de salida con un motor de hasta 490 CV. La turbocompresión aumentó la potencia a 850-950 CV para carreras conforme a las normas del Grupo 5.
El M1 no sólo fue un coche deportivo y de carreras extraordinario, de la misma manera también fue una singular obra de arte. En 1979, el ídolo del pop art mundialmente famoso Andy Warhol trabajó sobre un M1 listo para competir, usando sus pinceles y pintura para convertir al M1 en una de las obras de arte más rápidas del mundo.
Con el número 76, el BMW M1 Art Car luchó por el título en Le Mans a lo largo de las 24 horas completas, terminando finalmente la carrera en sexto lugar.
En su versión de calle, el M1 montaba un motor de 6 cilindros en línea colocado en disposición central que rendía una potencia de 277 CV y ofrecía una aceleración de 0 a 100 km/h en tan sólo 5,6 segundos.
i8, tres décadas después
Más de tres décadas después del lanzamiento del impactante M1, BMW volvía a sorprender en 2014 con el i8, un modelo que para este 2018 se actualiza no en estética que, como el M1, aguantará el paso del tiempo sin problemas, pero sí ligeramente en técnica, además de lanzar una variante Roadster descapotable. Un coupé de 2+2 plazas, con un sistema de propulsión híbrido cuya batería se puede recargar en una toma de corriente para moverse en modo cien por cien eléctrico.
Tiene 374 CV de potencia máxima, 12 más que antes, un aumento que llega por parte del motor eléctrico, más potente ahora con 143 CV, manteniendo el mismo tricilíndrico de 231 CV aunque ahora tiene un filtro de partículas para reducir las emisiones. La potencia aumenta y la capacidad eléctrica también, que permite una mayor autonomía en modo cero emisiones que pasa de 37 a 55 kilómetros, además de poder circular a mayor velocidad en este modo, alcanzado los 105 km/h en modo eléctrico frente a los 70 km/h de antes. Otro de los efectos de la mejora de la capacidad de la batería son un consumo medio homologado menor que baja a 1,9 l/100 km.
La batería requiere unas cuatro horas y media para una recarga total en una toma de corriente convencional y unas 3 horas para una recarga total en una toma de corriente de mayor capacidad.