Es ya la séptima generación de una berlina que pasa por ser uno de los modelos más exitosos de BMW en su larga historia, una berlina que desde sus inicios destacó por la deportividad que transmitía a sus mandos en comparación con casi todos sus rivales y que en las últimas generaciones sin embargo se había perdido. Ahora, los ingenieros de BMW han querido que el nuevo Serie 3 vuelva a ser reconocido por su eficacia sobre el asfalto… y nos ha bastado una primera toma de contacto para comprobar que así ha sido.
Porque al contemplarlo por fuera, su estética no supone una ruptura con el anterior, sino más bien una clara continuidad. Pero al subirnos a él, la cosa cambia, y ya antes de ponernos en marcha se aprecia por dentro que estamos ante una nueva generación, un Serie 3 diferente. Todo el interior es nuevo en lo que al salpicadero y cuadro de instrumentos se refiere, con profusión de pantallas digitales de tamaños mucho más generosos y función táctil pero también incorporando un novedoso sistema de reconocimiento por voz para acceder a casi todos los menús. Aunque sigue siendo una berlina confortable en largas distancias, basta un corto recorrido entre curvas para comprobar que este nuevo Serie 3 apunta a ser disfrutado al volante en mayor medida que el anterior.
De entrada, a pesar del mayor equipamiento y de unas dimensiones algo más grandes –crece ocho centímetros hasta los 4,71 metros de longitud, dos menos que un Audi A4–, el nuevo Serie 3 es hasta 55 kilos más ligero que su predecesor, tiene una carrocería y un chasis más rígidos, -un 25% más de rigidez torsional que antes-, sitúa el centro de gravedad 10 milímetros más bajo… y mantiene un reparto de pesos equilibrado como siempre al 50/50. El empleo de mucho más aluminio en partes como el monocasco, la suspensión, el subchasis del motor o el capó y los paneles delanteros de la carrocería han permitido esa reducción. ¿Y todo eso es suficiente para lograr una conducción más dinámica? Pues ayuda mucho sin duda, pero lo hace acompañado de una serie de mejoras en la puesta a punto de las suspensiones y la dirección. Sobre todo por parte de las estas últimas, que han adoptado unos amortiguadores que incorporan un novedoso sistema que permite contener tanto la extensión en procesos de aceleración como la compresión en fuertes frenadas para minimizar los movimientos de carrocería.
Un sistema que también actúa al pasar por los clásicos badenes o en fuertes apoyos en curva. Unos nuevos amortiguadores que se ofrecen con dos configuraciones, una normal y otra más firme si se opta por la suspensión «M sport», en la que además se montan muelles y estabilizadoras más firmes e incluso una mayor caída en las vías, con un 20% más de dureza de amortiguación que la de serie y 10 milímetros menos de altura al suelo. Todo, para recuperar esa personalidad deportiva que algunos clientes echaban en falta en los últimos Serie 3, y que ahora vuelve con grandes dosis de eficacia en conducción.
La dirección transmite de forma más directa nuestras órdenes sobre el asfalto, un tacto sin duda más vivo para disfrutar entre curvas de un eje delantero en general más preciso y más rápido a la hora de entrar en curva. Puedes forzar mucho más sobre trazados virados, en los que ofrece más confianza para apurar la frenada, girar el volante y pisar el acelerador con un resultado más eficiente y una sensación de tenerlo todo bajo control.
Se nota sin duda que la carrocería va más asentada en todo momento, con menos movimientos que antes que ayudan a ir ganando curva a curva confianza y a ir cada vez más rápidos. Por si acaso, la electrónica aparece en último término para avisarnos ante cualquier exceso, pero sin duda interfiere poco y nos permite disfrutar mucho de la conducción.
Sobre todo con el motor de gasolina del 330i de 258 CV, una de las dos opciones disponibles de entrada junto al clásico 320d, ahora con 190 CV. Por sonido y empuje, sin duda el 330i será una de las versiones estrella de la gama. Agradable desde bajo régimen y con un tremendo empuje en todo momento, resulta excitante en conducción deportiva y permite a la vez viajar con un alto grado de confort acústico. El 320d, logra lógicamente mejores consumos, pero no llega a transmitir todo lo que sí hace el 330i con sus dos turbocompresores.