Las aguas subterráneas son uno de los recursos del planeta más preciosos y explotados por los humanos. La edad de estas bolsas de agua va desde los pocos meses hasta los millones de años y la información sobre su estado es cada vez más necesaria para conocer cuándo podemos agotar los acuíferos.
Han analizado los datos de hasta un millón de acuíferos
Un equipo internacional de hidrólogos liderado por Tom Gleeson, de la Universidad de Victoria, presenta esta semana en la revista Nature Geoscience el primer mapa global de los acuíferos subterráneos realizado a partir de decenas de bases de datos de hasta un millón de acuíferos y de más de 40.000 modelos hidrológicos. Por primera vez, desde las primeras estimaciones realizadas en los años 70, el equipo de Gleeson da una cifra precisa de la cantidad de agua acumulada en el subsuelo: se calcula que hay cerca de 23 millones de kilómetros cúbicos de agua de la cual solo 0,35 millones tiene menos de 50 años.
El estudio se centra en la parte más moderna de esta agua (más accesible) y recoge que menos del seis por ciento de estas reservas situadas en los primeros kilómetros de la corteza se renuevan durante el tiempo de una vida humana. "Esto no se conocía hasta ahora", explica Gleeson. "Sabíamos que los niveles de muchos acuíferos están bajando. Estamos usando nuestras aguas subterráneas demasiado rápido, más rápido de lo que se renuevan".
“Estamos usando nuestras aguas subterráneas más rápido de lo que se renuevan”
El análisis de los especialistas diferencia muy bien entre las aguas modernas y antiguas debido a la manera en que estas interactúan con el resto de las masas de agua y los ciclos climáticos. Las aguas más profundas se utilizan habitualmente en industria y agricultura y en ocasiones contienen elementos como arsénico o uranio o tienen mayor concentración de sal que el propio océano. Las aguas más cercanas a la superficie se mueven más, forman parte del ciclo del agua en el planeta y son más vulnerables al cambio climático y las actividades humanas.
El estudio muestra que la mayor parte de reservas poco profundas están en las zonas tropicales y las montañas. Algunos de los mayores depósitos están en la cuenca del Amazonas, el Congo, Indonesia y en la cordillera que recorre América desde las Rocosas hasta los Andes. Las zonas árticas y antárticas no han sido estudiadas debido a que los satélites no las cuben bien y a que en su mayor parte acumulan permafrost, tierra congelada que no contabiliza como depósitos de agua. Como era de esperar, zonas como el desierto del Sahara aparecen también como las más secas a nivel subterráneo.
El siguiente paso, aseguran los autores del estudio, es analizar a qué ritmo se están agotando estas reservas de agua en las distintas zonas del planeta, de modo que las autoridades puedan tomar medidas a corto y largo plazo e intentar proteger un bien que de ser esquilmado causaría estragos a nivel climático e hidrológico y afectaría al clima del planeta.
Referencia: The global volume and distribution of modern groundwater (Nature Geoscience)