Opinión

¿Quién quiere acabar con Sánchez Galán?

“Alquilarse al mejor postor y hacer uso de los máximos secretos que se poseen para vendérselos a quien pague mejor es, cuanto menos, uno de los actos más abyectos que

  • Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola.

“Alquilarse al mejor postor y hacer uso de los máximos secretos que se poseen para vendérselos a quien pague mejor es, cuanto menos, uno de los actos más abyectos que cualquier servidor del Estado podría llevar a cabo”. El párrafo, expresión del estilo, barroco bordeando lo churrigueresco, que le caracteriza, está extraído del comunicado emitido esta semana desde la cárcel por el excomisario José Manuel Villarejo, y trae cuenta del anuncio, también conocido días atrás, del fichaje del exdirector del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Félix Sanz Roldán por parte de Iberdrola, la eléctrica incursa en un lío judicial muy considerable a cuenta de los encargos realizados en su día al propio Villarejo para espiar a políticos y empresarios. Un calco del caso BBVA que costó la presidencia a Francisco González (FG), con Villarejo como estrella invitada. Siempre Pepe Villarejo. 

En el Madrid empresarial y financiero no se habla de otra cosa. No hay reunión o acto social donde no salga a colación la audacia de Ignacio Sánchez Galán, presidente de la eléctrica, un echao palante que ha sido capaz de contratar al jefe de los servicios de inteligencia durante los últimos diez años, a él y a los secretos que se le supone guarda en su mochila, en un momento tan caliente como el actual. La audacia de Galán y la poca vergüenza del jefe de los espías, quien, sin esperar a cumplir los dos años de cuarentena obligada para los ex altos cargos públicos en cesantía, ha sido capaz de meterse en un avispero como el de Iberdrola. “Lo que ha hecho Félix Sanz es, además de obsceno, de idiotas. Demasiado bien te ha ido de momento, general, a pesar de piscinazos tan clamorosos como el de Corinna Larsen, para que en lugar de protegerte y esperar que escampe, ponerte en el centro de una diana en la que hay muchos intereses en juego, muchos puñales cachicuernos emboscados, muchas ganas de revancha embalsadas, y todo por 60.000 euros brutos”, asegura un consultor madrileño.

Por un puñado de dólares. Conviene señalar que el 'caso Iberdrola', una de las piezas separadas del llamado caso Tándem, ha vuelto a cobrar protagonismo en los medios tras el levantamiento parcial del secreto del sumario. Imaginar al aguerrido Galán perdiendo la poltrona, después de haber visto la cabeza de FG rodar sobre el asfalto, es un escenario cuyo morbo rebasa cualquier afectación de impostada neutralidad. Tras la citación a declarar como imputado de José Luis San Pedro, mano derecha que fuera de Galán hasta 2015, el mentidero madrileño apunta a una escalera de color por la que van a desfilar, como imputados, Fernando Becker, ex director corporativo de Iberdrola España, el actual número dos de la compañía, Martínez Córcoles, y, finalmente, el propio Sánchez Galán, momento en el que el afectado se vería obligado a dejar la presidencia por mandato estatutario.

¿Está realmente Sánchez Galán en peligro, como pudiera sugerir un movimiento tan llamativo como la contratación del general? No lo parece

Este es el escenario sobre el que aterriza el helicóptero del exjefe de los espías, el señor de todos los secretos. A pie de escalerilla acude a recibirlo Pepe Villarejo, enemigo declarado de Sanz Roldán, a quien acusa de ser el responsable de todas sus desgracias. ¿Cabe algún ingrediente más en el guiso? Y se armó Troya. Porque Galán podía haber contratado al ex director general del CNI sin necesidad de “dar tres cuartos al pregonero”, en expresión muy querida en su día por don Pablo Garnica, expresidente de Banesto. Ponerlo a su servicio y aprovecharse de su expertise con toda la discreción del mundo, sin la obligación de nombrarlo miembro de ese rimbombante International Advisory Pannel que asesora al presidente.

De donde se colige que si Galán pudo haberlo asoldado de mil maneras distintas y casi todas discretas, si no secretas, y, por el contrario, ha optado por presumir de fichaje, entonces es que el eléctrico ha querido enviar un mensaje en una botella, mandar un aviso a navegantes de mucho más pedigrí que el pintoresco Villarejo, gente de peso en el mundo empresarial y político madrileño, enemigos declarados de este lobo solitario con fincón en Salamanca: decirles que pueden esperar sentados mi viaje a los infiernos, me siento sólido y seguro, tan fuerte que acabo de contratar los servicios del hombre que conoce los secretos de todos ustedes, de modo que ándense con ojo porque, además de tener en nómina a casi todos los bufetes de campanillas de Madrid, ahora acabo de ajustar también con el exjefe de los espías.  

El general está disgustado

Quien no parece nada convencido del episodio que ha protagonizado es el propio afectado. “El general está disgustado y dispuesto a renunciar si se le presenta la oportunidad”, asegura una fuente que le conoce bien. Desde el punto de vista del funcionamiento de una democracia y sus checks and balances, la operación no tiene un pase. El sistema no ha resuelto aún qué hacer con sus servidores públicos cuando abandonan el cargo. Nuestros expresidentes exhiben, por lo general, una lamentable hoja de servicios tras haber abandonado La Moncloa. La palma se la lleva Rodríguez Zapatero, un tipo dedicado a enriquecerse sin rubor a la sombra del dictador venezolano Maduro. Lejos de cualquier remilgo democrático, nuestros personajes públicos reclaman un cobijo acorde a sus méritos, reales o supuestos, cuando abandonan la poltrona, un despacho donde entretener sus horas, un sueldo generoso con coche, chófer, secretaria y las regalías honoríficas anejas. Cuando Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno Aznar, volvió del FMI con el rabo entre las piernas, acudió a pedir ayuda a César Alierta, presidente de Telefónica. Había que darle un cargo acorde con sus merecimientos. ¡Porque yo lo valgo! El telefónico planteó la cuestión a su equipo de asesores:

-Eso es malo para él, malo para ti y malo para la casa –le dijeron.

Apenas un mes después, enero de 2013, Alierta nombraba a Rato miembro de un tal “consejo asesor para Latinoamérica y Europa”. A un Rato Figaredo aquello debió de parecerle poca cosa, de modo que en un santiamén sumó a la prebenda de Telefónica una segunda en Santander, una tercera en Caixa y hasta una cuarta en Mediobanca. “Era de suponer que habiendo estado al frente del CNI y dada su estrecha relación con los presidentes del Ibex, además de con el rey Juan Carlos, al general le llegara pronto una oferta de un lado o de otro”, asegura un conocido abogado madrileño. “Lo que pasa es que esta en concreto no le hace bien a nadie, por cuanto establece una tenue línea de sombra entre el escándalo que rodea al emérito y el lío de Iberdrola, con los negocios de la eléctrica en el exterior como argumento, dada la amistad personal entre Galán y el Borbón, cuya armería se ha surtido siempre de las mejores escopetas regaladas por el salmantino”. 

Desde el punto de vista del funcionamiento de una democracia y sus 'checks and balances', la operación no tiene un pase.

La importancia de este fichaje podría ir tomando dimensión si las cosas empezaran a torcerse para Iberdrola en los tribunales. Pero, ¿está realmente Sánchez Galán en peligro, como pudiera sugerir un movimiento tan llamativo como la contratación del general? No lo parece. Antonio Asenjo, el exjefe de Seguridad de la eléctrica y responsable de ajustar con Villarejo y sus “trabajos especiales” (entre ellos la vigilancia a Florentino Pérez, presidente de ACS y del Real Madrid, un “intocable” en el universo empresarial madrileño, enemigo declarado de Galán), ha llegado a un pacto con el empresario y no va a tirar de la manta en modo alguno. “Voy a morir por mi patrón si es necesario”. Asenjo ha negado que hablara o despachara con Galán sobre los encargos a Villarejo, o sobre el resultado de los trabajos de Villarejo. No hay más que referencias indirectas del excomisario del tipo “díselo a tu señorito”, pero ninguna prueba, ningún documento, ningún email que demuestre que Galán estaba puntualmente informado de las tropelías que cometía Villarejo a la hora de sacar el dinero a sus candorosos clientes. Solo el elemento indiciario de la cadena de mando, y eso no parece material suficiente para que el titular del juzgado de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, siente a Galán en el banquillo, por muchas que sean las ganas de García-Castellón.  

Iberdrola no es el BBVA

“Me da la impresión de que el juez instructor pretende seguir con Iberdrola el mismo guión que con BBVA y se está equivocando, porque ni Iberdrola es el BBVA, ni Asenjo es Corrochano (excomisario de Policía y exjefe de Seguridad del banco)”, asegura un letrado que conoce la causa al dedillo. “El único tema peligroso para Galán es el de Arcos de la Frontera, pero ese es un asunto de 2004 que está prescrito. La historia que ha contado José Antonio del Olmo, el testigo que cree haber puesto a Galán contra las cuerdas, es una simple patraña urdida por Marcos Peña, excomisario de Policía y exdirector de Seguridad de la compañía al que sustituyó Asenjo y que fue despedido en su día. Creo que Galán está bien cubierto, de modo que si cae no será por el 'caso Villarejo' sino por otras causas que quizá son las que están detrás del fichaje de Sanz Roldán”.

“Me pregunto quién está moviendo esto, quién está interesado en crear problemas en Iberdrola y con qué motivo”, asegura el propio Sánchez Galán, “porque no hay nada de nada. Yo estoy muy tranquilo y siempre lo he estado. Nunca he despachado con el señor Asenjo, porque no es mi función. Aquí lo que ha habido es una conducta desleal por parte de unos señores que pretendieron montar su negocio particular a costa de Iberdrola y a los que tuvimos que poner en la calle”.

Sánchez Galán preside una compañía que, dentro del desolador panorama que ofrece el Ibex 35, vale hoy en bolsa cerca de 70.000 millones, los mismos, más menos, que el gigante Inditex, más del doble que el Santander de Ana Botín y casi 12 veces más que la ACS de Pérez. “Galán cree hallarse en el olimpo con los dioses”, señala otro empresario madrileño. “Estamos ante un amo del universo al estilo de Sherman McCoy, el héroe de la novela Wolfe, y tendrá que tener cuidado en no terminar como él, porque su posición genera muchas suspicacias. Este es un país muy jodido”. Es también un personaje peculiar, que no ha hecho precisamente amistades entre sus pares del Ibex. Un tipo que ha sabido siempre buscar su propia senda, con pocos amigos en derredor y algunos cadáveres en la cuneta. Mucha gente potente le quiere fuera de Iberdrola. Mucho importante con ganas de pasarle a cobro alguna que otra factura. Solo el tiempo dirá quién se sale con la suya.       

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