Anda el mundo revuelto. En una escenificación máxima de la teoría de Thomas Hobbes. Homo homini lupus. ‘El hombre es un lobo para el hombre’. Con muertos, heridos y la barbarie que provoca el ISIS a diestro y siniestro. El llanto colectivo por lo sucedido en Niza se repite cada vez más cíclicamente. Hace pocas semanas, otro loco llevó la destrucción al aeropuerto de Estambul. Como en marzo sucedió en Bruselas. O casi a diario en otros atentados más anónimos en Oriente Medio. El horror gana minutos en unos telediarios que muestran un mundo roto en mil costuras.
La facilidad (y frialdad) para alquilar un camión y embestir a la multitud, como si de una partida de bolos se tratara, asusta. Todo vale para asesinar y aterrorizar a una Europa que vive bajo alerta 4, un despliegue tan insuficiente como el escalón máximo del protocolo de seguridad, cuando el enemigo pierde el cerebro ante la promesa religiosa contenida detrás un cinturón de explosivos. Homo homini lupus.
El ‘portazo’ al proyecto europeo del 51% de los británicos también vive inoculado por los extremismos que se han asentado en Francia, Italia, Holanda, Dinamaca…
Los golpes terroristas a Europa llegan en un momento crítico. Con un vecino (Turquía) que ya ha escenificado su ruido de sables ante esa nebulosa política y de libertades que ha construido el gobierno de Erdogan. Pero también con una Europa rota y discutida en sí misma desde el Brexit. El ‘portazo’ al proyecto europeo del 51% de los británicos también vive inoculado por los extremismos que se han asentado (y sentado en las instituciones) en Francia, Italia, Holanda, Dinamaca…
El escepticismo gana terreno al europeísmo porque, casi a diario, algún estado pone en discusión una norma de convivencia europea cuando perjudica sus intereses. El Gobierno de Renzi es el último ejemplo. Italia se niega a trasponer la norma europea que obliga a los accionistas, bonistas y depositantes por encima de 100.000 euros a sufrir pérdidas para asumir el millonario ‘agujero’ de su banca. Renzi no se baja del burro. Quiere salvar a su banca con ayudas públicas y un banco malo en el que achatarrar toda la porquería escondida en el balance de su sistema financiero.
Renzi busca una copia del modelo español. Pero se olvida de las preferentes y las quitas del 38% en Bankia;del 43% en Novagalicia (ahora Abanca); del 50% en el Banco Gallego (ahora Sabadell); del 60% en BMN (próximamente en Bankia); del 61% en CatalunyaCaixa (ahora BBVA) y del 71% en el caso de CEISS (ahora Unicaja). Un auténtico golpe a los ahorradores que, cuatro años después del rescate financiero en España, aún colea en demandas colectivas.
En medio de tantas grietas, en España, nuestros líderes políticos aún no han dejado de mirarse al ombligo, sumidos en ese bochornoso paripé en que se ha convertido la negociación de los pactos. Ante lo realmente importante, ese choque con la dura y cruenta realidad, que ha supuesto el atentado de Niza, Rivera y Sánchez aún siguen preocupándose por el cálculo electoral, la deriva personal (en el corto plazo para Sánchez) y cómo vestir el apoyo (Ciudadanos) y la abstención (PSOE) a Rajoy.
Las negociaciones alejadas del foco entre PP con PSOE y Ciudadanos parecen caminar en la buena dirección. Así lo explican quien están metidos en el ajo
El mundo no está para seguir andando con un gobierno en funciones. Urge un nuevo gobierno que presente unos presupuestos a Europa e insista en la hoja de ruta de recorte del déficit para calmar los efectos de la multa. Un camino político despejado antes de que la ‘calorina’ de agosto desperdigue al personal en montañas y playas. Un pacto que exija compromiso de regeneración al PP y obligue a Rajoy a olvidarse del recurso fácil del real decreto. Las negociaciones alejadas del foco entre PP con PSOE y Ciudadanos parecen caminar en la buena dirección. Así lo explican quien están metidos en el ajo. Pero esa tranquilidad que aportan los ‘fontaneros’ se desquicia en el mundo público. Discursos contradictorios e imágenes, especialmente los ‘selfies’ de Pedro Sánchez, que abochornan para quienes presumen de tener sentido de Estado.
El líder del PSOE no parece darse cuenta de que, ahora mismo, es el estudiante que necesita clavar los codos para el examen final. Y eso exige muchas horas de estudio. De remangarse. De cuidar tanto el fondo como las formas. Y olvidarse de los ‘selfies’. Porque su famosa imagen de incógnito, la de la boina calada en un chiringuito de Mójacar, se fraguó tras la petición de una joven, hija de un militante socialista, que le pidió un ‘selfie’ a Sánchez. La joven compartió la instantánea por WhatsApp con un grupo de amigos. Unas horas después la foto se publicó en Twitter y se montó un revuelo enorme en las redes sociales. No era para menos. Sánchez llevaba 8 días sin aparecer desde el 26J.
La escena del chiringuito parecía insuperable. Me equivocaba. En pleno golpe de Estado en Turquía, las redes descubren a Sánchez en el Festival Internacional de Benicasim. El famoso FIB. Esta vez sin boina. De nuevo, haciéndose algún que otro ‘selfie’ para la posteridad. El mundo no está para ‘selfies’. Ni España, tampoco. Pero Sánchez parece no entenderlo.
@miguelalbacar