Han sido cuatro meses de batallas, navajazos, empujones, refriegas y contiendas abiertas entre Javier Arenas y Dolores Cospedal para dilucidar el nuevo líder del PP andaluz, el sustituto de Juan Ignacio Zoido. Un pulso en toda regla que finalmente ha concluído con una victoria de quien durante años ha sido el hombre fuerte del PP en la región, así como de quien ha encarnado, derrota tras derrota, el perfil menos estimulante del partido. Juan Manuel Moreno, actual secretario de Estado de Servicios Sociales en el ministerio de Sanidad, con Ana Mato, volverá a su Andalucía natal para ponerse al frente del partido. Su candidatura cuenta con el aval de Rajoy y será finalmente la elegida en el congreso extraordinario que la formación celebrará a principios del mes que viene.
José Luis Sanz, actual secretario general y apadrinado por Cospedal, se ha quedado en la cuneta cuando todo apuntaba lo contrario. Su candidatura quedó "quemada" después de que, tras hábiles maniobras de Arenas con dirigentes regionales, el propio Rajoy, de viaje hoy en Turquía, decidiera, en dos ocasiones, dar un frenazo a los planes de Cospedal a la espera de uan fórmula alternativa. El presidente del partido quería a Fátima Báñez pero, finalmente, la ministra de Empleo declinó la oferta.
Poco peso específico
Finalmente se ha impuesto Arenas. Ha colocado a un malagueño, antiguo diputado andaluz por esa circunscripción así como concejal del Ayutamiento de la ciudad. Juan Manuel Moreno carece de ascendiente en el partido en Andalucía, no tiene responsabilidades orgánicas y su peso específico es mínimo dentro de la realidad política y social andaluza. Una apuesta arriesgada para hacer frente a toda una Susana Díaz, quien en pocos meses ha conseguido hacerse un nombre incluestionable y un liderazgo notable en el panorama de la región.
Rajoy ha escuchado a Arenas por encima de las tesis de Cospedal, lo que resulta muy significativo. El presidente del PP se ha inclinado por el mejor conocedor de la región pero también por quien tiene más intereses y más vínculos de todo tipo en esa comunidad. También esta apuesta evidencia que Arenas sigue gozando de enorme influencia en la cúpula del partido y, sobre todo, en la proximidad de Rajoy.
Continuismo y tradición
Fuentes del PP andaluz partidarios de la renovación y la regeneración del partido recibían esta noticia con enorme preocupación y con notable decepción. Se ha optado por el continuismo, por seguir la misma línea que ha conducido al PP a derrota tras derrota en Andalucía, se ha dado la espalda al cambio, a la renovación, al viento fresco, a enterrar un pasado de frustraciones y derrotas.
La elección tiene otra lectura desde el prisma de Génova. Rajoy ha vuelto a reforzar la figura de Arenas, representante de cuanto ha ocurrido en el partido los últimos veinte años, en especial en términos de problemas y de escándalos. Arenas ha aparecido repetidamente en diversos episodios que rodean al "caso Bárcenas", de quien era amigo y valedor, y con quien se negociaron algunas de las decisiones más importantes adoptadas por el partido con quien fuera su tesorero.
Cospedal, sin embargo, que se enfrentó desde el primer día no sólo a Arenas sino a cuanto significaba esa etapa oscura del partido, ha perdido esta batalla. Que, en el fondo, era la batalla de la nueva era de un PP que debe, cuanto antes, darle la espalda a tiempos pretéritos y nada edificantes. No ha sido así. La secretaria general no sale bien parada de este pulso. Su autoridad no rsulta precisamente reforzada, algo que quizás a Rajoy tampoco le importe demasiado. El futuro del PP en Andalucía evidencia que en el partido, a nivel nacional, no logra soltar amarras con determinados vínculos del pasado.