Opinión

Los bancos centrales ya están de vuelta

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde EFE

Por fin, el Banco Central Europeo (BCE) se decidió a bajar el tipo de interés oficial. La última vez que nuestro banco central hizo un movimiento similar era ¡marzo de 2016! En ese momento redujo el tipo de referencia del 0,05% al 0%. Eran los tiempos de la deflación, de los tipos de interés en negativo (emisores emitiendo deuda y cobrando intereses por ella) y de las inyecciones brutales de liquidez para apuntalar la economía de la Eurozona. Los tipos al 0% (aunque, repito, en realidad estaban en negativo) duraron más de 6 años, BCE no subió tipos hasta julio de 2022, meses después del primer movimiento alcista de la Fed estadounidense.

El movimiento al alza de los tipos de interés oficiales del BCE muy el más rápido y brusco de la historia y fue subiéndolos agresivamente al tiempo que se disparaba la inflación en la Eurozona hasta llegar al 4,5% en septiembre de 2023; es decir, se pasó de un 0% en julio de 2022 a un 4,5% 14 meses después. Tan brutal resultó esto que los analistas pensaron que, cuando volvieran las bajadas, también serían rápidas y agresivas, pero no ha sido así. Ni la economía entró en recesión como se temía, ni el IPC ha bajado tanto como se deseaba. Para colmo, la Fed esta vez, defraudando también a las expectativas, no ha iniciado el movimiento el primero. La mayor fortaleza de la economía estadounidense y la persistencia de una alta inflación han desaconsejado a las autoridades monetarias de allí bajar los tipos y podría ser incluso que no lo hicieran en todo el año.

Powell ni siquiera es economista (Lagarde tampoco lo es, ambos son abogados) pero su buena estrella ganándose el favor de dos presidentes tan antagonistas, es evidente

Históricamente, es cierto que resulta difícil que BCE vuelva a bajar tipos sin que la Fed también lo haga. Y en la decisión estadounidense entra en juego otro factor: las reñidas elecciones presidenciales de noviembre y el papel del gobernador de la Fed J. Powell, un personaje curioso. Nombrado para el cargo en 2017 por el presidente Trump, Biden decidió renovar su mandato en 2021 a pesar de que claramente por aquellas fechas ya estaba demostrado su enorme error minusvalorando el auge de la inflación. Contra él sólo se pronunció el ala más izquierdista del partido demócrata ya que Powell es el típico varón blanco millonario republicano pero quizás Biden prefirió mantenerlo para salvar a la Fed de la discusión partidista. Por cierto, Powell ni siquiera es economista (Christine Lagarde tampoco lo es, ambos son abogados) pero su buena estrella ganándose el favor de dos presidentes tan antagonistas, es evidente. Además, se está encontrando con una tasa de paro baja, una economía creciente, la revolución de la inteligencia artificial, los buenos resultados bancarios (como en Europa, felices de los tipos altos) y el apoyo decidido de los magnates de Wall Street, felices de ver a las bolsas en máximos, le hacen gozar de una buena popularidad. Eso sí, los altos niveles de inflación le desaconsejan reducir los tipos de interés de momento.

Las importaciones chinas

Este es quizás el mayor argumento, la inactividad de la Fed, para los que creen que la decisión de esta semana del BCE es algo puntual, y que no supone, como la mayoría pensamos, que es el inicio de un nuevo ciclo bajista de tipos de interés. Yo sí creo que la economía de nuestra área económica es demasiado frágil como para que el BCE no la ayude con una rebaja de los intereses, y aunque la inflación sigue siendo un problema un 4,25% aún deja margen para más bajadas y seguir estando por encima del IPC interanual. Por otra parte, los culpables de la persistencia de la alta inflación poco tienen que ver con los tipos de interés y sí más con la geopolítica. Si la mayor incertidumbre económica mundial ahora mismo viene de los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, tampoco se debe olvidar la ralentización del crecimiento chino. Una ventaja derivada de este segundo factor es que importamos tanto de China que sus problemas abaratan sus ventas y eso puede traernos presiones deflacionarias que, justo en este momento, nos vienen bien. Lástima que la subida de aranceles pueda diluir este efecto.

Mi escenario es que el verano, más allá de lo que pase en España con el récord de turistas, no será una buena época para la economía global. Hay demasiada euforia (las bolsas son la mejor prueba) cuando los desequilibrios y los riesgos son muy evidentes. Por ejemplo, ¿cuánto más aguantará el sector inmobiliario estadounidense los tipos de las hipotecas fijas, las más habituales en el país, rondando el 7% a 30 años? Por otra parte, los estados están cargadísimos de deuda pública y los intereses por tanto volumen no dejan de subir y ahogar los presupuestos de los gobiernos, por lo que la presión política hacia los bancos centrales será brutal. Necesitan no sólo que bajen los tipos, sino que todos nos creamos que viene un ciclo de bajadas importante para que la renta fija, los tipos de interés de más largo plazo, bajen su rentabilidad, que el dinero exija menos intereses para adquirir los bonos. Presiones y una economía menos fuerte de lo esperado son mis dos principales argumentos para creer que en otoño vendrán bajas de tipos de interés, también en Estados Unidos. Finalmente, la inflación es cierto que seguirá siendo un problema pero ayudará más a la reducción de los IPC occidentales los problemas de China que mantener los tipos de interés más tiempo tan altos.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • M
    ma

    La inflación está causada en buena medida por los impuestos; sólo en las botellas de refrescos nos han colado dos, las bolsas de plástico son ahora uno de los negocios del siglo en los supermercados, a 15 céntimos por bolsa.