Opinión

¿Bancos públicos?, no gracias

A pesar del desastre de las cajas de ahorros y de que la sociedad española no ha echado de menos en estos años ni a la Caja Postal ni al Banco Hipotecario, ni al Exterior de España que existían cuando yo era joven, se s

  • Las vicepresidentas y ministras María Jesús Montero y Yolanda Díaz -

A pesar del desastre de las cajas de ahorros y de que la sociedad española no ha echado de menos en estos años ni a la Caja Postal ni al Banco Hipotecario, ni al Exterior de España que existían cuando yo era joven, se sigue insistiendo en la creación de bancos públicos, tanto regionales como nacionales. Yo estoy en contra, básicamente sería volver a la situación de las cajas de ahorros: dar poder financiero a cargos políticos implica inversiones con criterios políticos. Y tampoco supondría que el cliente fuera mejor tratado: ni por comisiones, ni por diferenciales ni por horarios… al final las cajas tenían hipotecas con suelo, tipos de auténtica usura por los descubiertos, cobraban comisiones por tarjetas que no se habían pedido… las quejas que también eran mayoritarias hacia la banca privada. Algo que ya había ocurrido en el pasado cuando existía banca pública nacional. Cuando las cajas estuvieron desesperadas por adquirir capital no tuvieron problema en recurrir a un producto para grandes inversores que se denominaba “deuda perpetua”, llamarlo 'preferentes' y colocarlas entre su clientela, pese a saber de sobra que el mercado secundario se estaba cerrando y nadie podría luego deshacerse de ellas.

La discusión sobre lo público y lo privado no es exclusiva de las entidades financieras. Por ejemplo, ¿podría una empresa farmacéutica esconder la cura definitiva de una grave enfermedad y no comercializarlo para no perder las ventas actuales y futuras de las medicinas que durante años puede consumir un enfermo crónico? Visto desde esa perspectiva, parece que hay más motivo para nacionalizar Bayer (y de paso las empresas de cremas antiarrugas, no sea que hayan encontrado el secreto de la eterna juventud y no lo hagan público para poder vender más) que un banco. Pero estamos haciendo una suposición que implica que un empresario privado va a sacrificar la salud pública por el beneficio económico y parecemos olvidar que las empresas que fabrican tabaco en España –sustancia nociva según nos dice el gobierno- son en su mayoría semipúblicas, y eso es un hecho. No entiendo esta demonización de lo privado/beatificación de lo público que hacen algunos como tampoco lo contrario que hacen otros. Todo depende de la ética y no de la titularidad accionarial. Con un buen equipo directivo cualquier empresa podría triunfar aun siendo pública y, con uno malo, fracasar siendo privada. La gran diferencia es que a unos los eligen unos políticos, a saber con qué criterios, y a otros un consejo de administración que busca la mejor gestión. Dados los escándalos conocidos de los consejeros de muchas cajas de ahorros, ¿estamos seguros de que no hubieran actuado igual, buscando sólo su propio beneficio, en un laboratorio farmacéutico que fuera público?

No es posible evitar que manejen los Presupuestos pero ¿darles una o varias entidades financieras? Es un suicidio, ya lo hemos visto

Creo que el problema no es que haya empresas públicas sino la baja calidad de los partidos políticos españoles que van a acabar controlándolas. Es decir, el egoísmo, la codicia y, en general, la falta de ética que se le supone a un empresario, la tienen igualmente los gestores de lo público. ¿Quién me dice que el político que prefiere reducir mamografías que eliminar un coche oficial va a salvaguardar mejor nuestra salud que un empresario que quiere ganar dinero a costa de la sanidad ? ¡Si en España fuéramos capaces de castigar electoralmente a los partidos que demuestren poca ética! Habría entonces un incentivo para desear más propiedades públicas pero lo triste es que no es así como acabamos de ver con el éxito de Bildu. Por eso no tengo un criterio global a favor o en contra de lo público, lo que sí sé es que en España, y dado el poco valor que dan los españoles a la honestidad de nuestros dirigentes a la hora de votar –otro hecho tristísimo pero real-, cuanto más lejos estén los políticos del dinero de todos, mejor. No es posible evitar que manejen los Presupuestos pero ¿darles una o varias entidades financieras? Es un suicidio, ya lo hemos visto. No podemos confiar ni en su talento ni en su honradez ni en la capacidad de los votantes para discernir y castigarles en las urnas si roban, por lo que se sentirán impulsados a seguir haciéndolo.

No es una cuestión ideológica sino un caso de evidencia empírica basado en la experiencia siendo quizás el ejemplo más claro el de las cajas de ahorros, entidades con la mejor de las intenciones que acabaron siendo, en su mayoría, instrumentos al servicio de políticos y codiciosos, que vendieron productos a sus clientes más nocivos que los de la banca privada y que han acabado costándonos a todos miles de millones de €. No somos conscientes de lo que agravó la mala gestión de las cajas de ahorros la crisis de 2008 (de la que realmente aún no nos hemos recuperado) en nuestro país. No sólo por el agujero que generaron en las cuentas públicas sino que, sin ellas, difícilmente habría crecido tanto la deuda local porque nadie hubiera financiado proyectos tan inviables como los que tantos municipios y comunidades autónomas llevaron a cabo Y eso no significa que la banca pública –si sus criterios de gestión son independientes- no pueda ser buena, significa que en España, en general, los políticos eligen a personajes peores –como se ha visto- que los banqueros privados, no ya sólo como gestores, aparentemente también en calidad ética.

Tanta riqueza en tan pocas manos

Si queremos que nuestros políticos sean honestos, debemos dejarles claro que serán castigados en las urnas y como su máxima prioridad es llegar al poder/salir reelegidos, tendrán que aplicarse el cuento. Tan elemental como eso. Y tan difícil de lograr. Cuando eso pase, entonces yo seré el primero que quizás prefiera que haya más empresas públicas en España. Mientras tanto, prefiero que sólo haya las imprescindibles. Y que conste que a mí también me da miedo el tremendo poder de algunas multinacionales. Poco me agrada que haya tanta riqueza en tan pocas manos cuyo único objetivo es el mayor beneficio económico posible aunque claro, tampoco me gusta que una entidad pública como la NSA norteamericana pueda espiarme con total impunidad con la excusa de la seguridad. Vamos, que cuando eres una hormiga y te aplasta una bota, poco importa la propiedad de quién la calce.

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