Opinión

La batalla por ser "el único medio de izquierdas de este país"

Desde hace un buen tiempo, hay una batalla entre los medios de izquierdas que se explica en causas económicas -las más lógicas-, pero también ideológicas. Se trata de demostrar que uno es más casto y puro que el de al lado

  • La responsable de La Última Hora, Dina Bousselham.

El presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, se puso hace unos días el disfraz de Michael O'Leary, dueño Ryanair, y afirmó: “Intentamos ser de derechas, pero no conseguimos que fuera rentable”, de ahí que El País volviera al redil. Después, añadió: “Yo tengo el único medio de izquierdas de España”. Y se quedó tan ancho.

¿Qué ocurrió? Que los periodistas y tertulianos de todo pelaje se indignaron, del mismo modo que lo hicieron todos esos crédulos que se creyeron aquello de que la aerolínea low cost más famosa iba a ofrecer vuelos entre la Península y Baleares en los que algunos pasajeros podrían viajar de pie. La estrategia del discurso es la misma; y es buena. Se trata de soltar una boutade para que hablen de ti. Pegar una patada al avispero. Incitar a la jauría, a sabiendas de que salta muy rápido cuando observa un titular.

Quizás Oughourlian no era consciente al pronunciar esa frase de que, desde hace un buen tiempo, hay una batalla entre los medios de izquierdas que se explica en causas económicas -las más lógicas-, pero también ideológicas. Se trata de demostrar que uno es más casto y puro que el de al lado; y está en condiciones de ofrecer a sus lectores una información más libre y molesta con el poder; aunque luego, a la hora de la verdad, pase por caja medio Ibex-35 a la hora de celebrar aniversarios, editar anuarios u organizar eventos.

Pablo Iglesias contra La Sexta

La pugna más llamativa y ruidosa es la que libra Podemos contra Atresmedia. Los morados atacan desde su panfleto -La última hora- o desde Público y los otros -aparentemente- no responden. Detrás de Pablo Iglesias se encuentra el de siempre, Jaume Roures, el buen patrón, el empresario cuya compañía nunca estuvo bajo sospecha por haber pagado sobornos al otro lado del Atlántico; el troskista, el que nunca atentaría contra los trabajadores de sus medios de comunicación. Y el que ofrece un podcast a Pablo Iglesias para que describa la cloaca de los otros, pero nunca la suya.

Desde el diario digital de Dina Bousselham han atacado por tierra, mar y aire a Antonio García Ferreras y a su entorno por sus evidentes conexiones con Florentino Pérez, por haber conspirado para que RTVE eliminara el programa de Jesús Cintora de su parrilla de programación o por la caída de audiencia de Al rojo vivo, que asocian a la pérdida de credibilidad que sufrió después de que este verano trascendieran las conversaciones entre Ferreras, Mauricio Casals y el comisario José Manuel Villarejo. Por cierto, las difundió una cabecera online que durante las últimas semanas ha abundado en la historia del Corán y derivados. Pura psicodelia.

El último golpe que han dirigido Iglesias y los suyos a Atresmedia ha tenido una gracia especial. Se titulaba: “La audiencia de ‘El Objetivo’ cae a su mínimo histórico”. Sucedió el pasado miércoles, cuando este espacio, presentado por Ana Pastor, logró un 2,1% de cuota de pantalla en el horario de máxima audiencia de La Sexta. Por curiosidad, conviene aclarar que Roures y Ferreras llevan algunos años enemistados.

También hay que incidir en que José Miguel Contreras fue contertulio de postín en Al rojo vivo y similares hasta que Enric Hernández quiso reclutarle para producir el programa que quería comandar Cintora en La 1, primero con Cuarzo, luego con LaCoproductora, de Contreras y sus socios. La idea inicial era que se emitiera por las tardes, pero finalmente RTVE optó por la franja matinal. Es decir, al ex de Globomedia le propusieron competir contra la cadena en la que trabajaba. Pudo rechazar, pero no lo hizo; y en La Sexta se agarraron un enfado tremendo.

Hoy, Enric Hernández está en Prisa; y Contreras le vendió su productora al mismo grupo. El de El País y la SER. Que nadie pierda el hilo, que merece la pena quedarse con toda esta información.

Tanto Contreras como Prisa -con Lacoproductora, que explotan a medias- han vendido a RTVE un programa por el que cobrarán 5 millones de euros y que presentará Julia Otero en La 1. Cintora está en paro y recitando cada poco tiempo una teoría de la conspiración que es (relativamente) cierta, y es que le echaron de TVE por cuestiones políticas. Lo que no cuenta es que le contrataron por lo mismo. ¿Queda algún ingrediente más sobre la mesa? Por supuesto. Cuarzo, la productora a la que primero recurrió Cintora para llegar a la televisión pública hoy realiza un programa para la franja matinal de La 1.

Pablo Iglesias y sus manías

Mientras tanto, en Podemos lamentan todavía la 'injusticia' que cometió la televisión pública por prescindir de un periodista libre, como Cintora. Y lo hace Iglesias, desde Público, mientras acude a la Cadena SER -de otro de los grupos mediáticos que ha situado en la cloaca- para defender, junto a Carmencita Calvo, que la ley debe establecer el tiempo mínimo que le corresponde a cada partido en los telediarios. Sin restricciones y censura previa, ¿cómo garantizar la plena libertad de prensa?

Todos se entremezclan y todos se pegan puñaladas cuando toca hacer negocios. Y todos aspiran a la puridad ideológica, pero cuando llega el momento de pelearse por los micrófonos o por los contratos que reparte la televisión pública -o por las campañas del Ibex-, se comportan como leones hambrientos.

Oughourlian es un hombre de Wall Street que tratará de recuperar los 300 millones de euros que ha invertido en Prisa. No creo que tenga una excesiva preocupación por plantear un duelo con sus competidores de entre la prensa de izquierdas para ver quién se acerca más a las verdaderas esencias del progresismo contemporáneo.

Cuando le salgan los números, se marchará de Prisa y la vida seguirá. Los que no se irán son los otros. Los que dicen defender lo público mientras desestabilizan RTVE para conseguir el mayor número posible de contratos de la 'tele' -incluido algún mesías que hace un tiempo pasó de la pública a la empresa privada-. O los que son capaces de cambiar su línea editorial para ingresar más publicidad institucional o más fondos de ese Ibex polite que tan bien se porta con los medios que se alinean con los 'ismos' más rentables. Así está el tema.

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