Opinión

Benemérito Instituto

Al separatismo, de uniforme o de civil, le molesta sobremanera que la Guardia Civil tenga presencia en Cataluña. Y que hablen, todavía más

  • Desfile por el día de la Patrona de la Guardia Civil en Catalunya

Al jefe de la Benemérita en Cataluña, general de brigada don Pedro Garrido, no le sirvió decir su discurso en catalán –es nacido en Lérida– con motivo de la celebración de la patrona del cuerpo en el cuartel de Sant Andreu de la Barca. Localidad en la que, recordémoslo, hijos de guardias civiles fueron acosados en un instituto debido al uniforme que visten sus padres. Decimos que no le sirvió el uso de la vernácula porque la cúpula de los Mossos presente en el acto se levantó indignada ante las palabras del general, abandonándolo de manera airada.

¿Qué pudo decir para despertar la rabia de ese cuerpo armado de más de quince mil personas dependiente de Torra y su Govern? Unas cosas terribles, provocadoras, inadmisibles hasta tal punto que en TV3 el periodista Antoni Bassas exigía su arresto por haber faltado a la neutralidad exigible en cualquier uniformado. Tiene bemoles.

Porque, mientras en los Mossos se persigue hasta la extenuación a quienes dentro del cuerpo defienden la constitución –véase el caso de Imma Alcolea, el de su pareja o el del mosso que gritó “La república no existe, idiota”- se da bula, en cambio, a los que alardean en las redes sociales de su separatismo, como Albert Donaire, protegido por el casco de Sigfrido. Ustedes se preguntarán qué pudo decir el general para provocar tamaño escándalo. Repetimos, cosas espantosas tales como que “Se mantenían fuertes en el compromiso con España de trabajar por la libertad y la seguridad de todos los ciudadanos”. Tras una barbaridad de ese calibre, prosiguió diciendo “Lo demostramos hace dos años, lo hemos vuelto a hacer recientemente y lo volveremos a hacer cada vez que sea necesario, porque tenemos la convicción de que la sociedad a la que servimos entiende y cree que no existe ni la libertad ni la seguridad fuera del marco de la ley”. Pero, mi general ¿a quién se le ocurre decir tamañas enormidades en Cataluña, con un Gobierno que piensa desobedecer las sentencias judiciales, que alienta a los CDR a que aprieten o que sostiene que existen presos políticos y exiliados? ¿En qué estaba pensando? ¿Acaso desconoce que aquí lo que se lleva es la desobediencia a la ley o considerar que Pujol es un santo?

Menos mal que el Gobierno de Sánchez hizo que su delegada del desgobierno en Cataluña, la imponderable señora Cunillera, pidiese una reunión de urgencia con los mandos de los Mossos que se habían ofendido para dar todo tipo de explicaciones y disculpas

El uniformado fue más lejos, llegando a afirmar que la revolución de las sonrisas tenía mucho de odio y mezquindad, y aunque distinguió entre terrorismo y separatismo, advirtió a los que se sintieran tentados de seguir la primera opción que los combatirían sin tregua ni pena. Hombre de Dios, no se extrañe que los mandos de los Mossos se fueran escandalizados al escuchar lo que nadie quiere oír en Cataluña, y menos en boca de un responsable policial. El secretario general de la Unión de Guardias Civiles de Cataluña, don Francisco Javier Favorecido, ha denunciado repetidamente la politización de ciertos mandos de la policía autonómica, pero ¿lo sacan en TV3? ¡Claro que no, alma de cántaro! Sepa, mi general, que la Constitución, instrumento que debería hacer iguales a todos los españoles ante la ley hayamos nacido donde hayamos nacido, aquí se considera como una cafetera rusa. Y mire que no se esconden, los del lacito, ahí tiene lo del otro día en el parlamento regional, donde el separatismo votó la expulsión del cuerpo de mi tierra. Si es que no quiere enterarse de lo que hay, caramba.

Lo que tuvo vuecencia que decir, si me permite el atrevimiento, es que aquí todo va como una seda, que Cataluña és una nació, que existe un mandato popular y que invitaba a los CDR a una chocolatada.

Son ganas de molestar, mi general. Menos mal que el Gobierno de Sánchez, siempre atento a las cosas urgentes, hizo que su delegada del desgobierno en Cataluña, la imponderable señora Cunillera, pidiese una reunión de urgencia con los mandos de los Mossos que se habían ofendido tanto por su discurso, desplazándose la buena señora en persona hasta el complejo Egara de dicho cuerpo policial en Sabadell, para dar todo tipo de explicaciones y disculpas.

Que a mí me siga pareciendo admirable y digno de todo elogio y estima el cuerpo en el que sirve vuecencia es lo de menos, porque aquí, sépalo, solo se tiene en cuenta el orden y la ley si éstas las han dictado los separatistas. Así que en su próximo discurso, hable de Folch i Torres, de Montserrat o de las Bases de Manresa y no se complique la vida.

Por cierto, don Pedro, con un par. ¡Y viva la Guardia Civil!

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