Las decisiones judiciales irrumpen, una vez más y como estaba previsto, en el escenario político nacional, con nefastas noticias para los defensores del orden constitucional y una especie de premio gordo anticipado para los secesionistas en pleno pulso al Estado y en la fase decisiva de las negociaciones para formar Gobierno.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha dado la razón a Oriol Junqueras al considerar que la inmunidad parlamentaria se alcanza en el momento mismo de ser elegido y no cuando se jura el cargo. Una controvertida sentencia que echa por tierra no sólo los argumentos del Tribunal Supremo español, sino que ignora los pronunciamientos emitidos tanto por la Eurocámara como por la propia Comisión Europea. Un revés más para las instancias judiciales españolas, que no han conseguido victoria legal alguna contra los promotores del procés en los tribunales comunitarios.
Los efectos de este fallo sacuden, de forma determinante, tanto al ámbito judicial como al político. En el terreno judicial, no deja de resultar paradójico que Junqueras, el principal protagonista de toda esta abracadabrante función, vaya a resultar el menos afectado, puesto que se encuentra cumpliendo una condena firme de 13 años por delitos de sedición y prevaricación.
Puigdemont, el vencedor
Mayor incidencia tendrá sobre el futuro de Carles Puigdemont, el gran vencedor de esta jugada, quien, cómodamente instalado en Waterloo, podrá acogerse a la 'sentencia Junqueras' para reclamar su propia inmunidad y su condición de europarlamentario. Al no haberse sometido a los jueces españoles y no haber sido procesado ni condenado, podría incluso plantearse regresar a España, una posibilidad cada vez más próxima, acompañada de un adelanto electoral en Cataluña con el propio Puigdemont como candidato.
El mundo independentista, algo desmovilizado en las últimas semanas, ha reaccionado con estrepitoso júbilo ante la novedad judicial, todo un espaldarazo internacional a sus reclamos y planteamientos. Junqueras, que no ha perdido ni un minuto en reclamar su puesta en libertad, emerge notablemente fortalecido de este singular capítulo de la 'república', lo que sin duda repercutirá en el pulso negociador que mantiene estos días su partido con Pedro Sánchez.
Mala noticia, por tanto, para el propio Gobierno, que confiaba en una actitud neutral por parte de las instancias europeas y se ha encontrado con que ha de digerir sapo de colosales dimensiones con efectos imprevisibles en su línea de diálogo con los republicanos. Su único consuelo de la jornada es la condena a año y medio de inhabilitación a Quim Torra por no retirar los lazos amarillos durante la campaña electoral. Un asunto menor, ya que el futuro político de Torra está prácticamente amortizado.
El Gobierno perjudica los intereses de España en la UE cuando legitima a Junqueras tratándole como socio preferente para la investidura
España parece abonada al ninguneo judicial en Europa. La sentencias negativas caen sobre nuestras cabezas como una lluvia inclemente de meteoritos. ¿Qué nos pasa con la UE? ¿Acaso nos odian? Nada más lejos de la realidad. En vez de lamerse las heridas utilizando argumentos populistas y facilones, España debería hacérselo mirar y preguntarse por qué pasan estas cosas y si alguien no está haciendo correctamente su trabajo: el Gobierno, los tribunales, los funcionarios...
Y, en este sentido, también conviene recordar que España no tiene actualmente ninguna autoridad moral en la UE para exigir mano dura contra el independentismo catalán porque es el propio presidente del Gobierno el que está legitimando la 'lucha' de Junqueras al tratarle como socio preferente en sus negociaciones para la investidura. Mientras nuestro país no sea capaz de estar unido y cerrar filas frente al totalitarismo, actuando con una sola voz en Europa, jamás se nos podrá tomar en serio en las instituciones comunitarias.