Opinión

Bolaños en Venecia

Días complicados para el Partido. La sensación general es que están en las últimas, pero no es la primera vez. Lo único llamativo ahora es la estrategia de comunicación, que oscila entre la pena y la vergüenza. Palab

  • Félix Bolaños. -

Días complicados para el Partido. La sensación general es que están en las últimas, pero no es la primera vez. Lo único llamativo ahora es la estrategia de comunicación, que oscila entre la pena y la vergüenza. Palabras sueltas, mensajes sin gracia para los más fanáticos, poco acompañamiento popular y el intento desganado de arrastrar al rival a su propio escándalo semanal.

Cómo estará la cosa que Ion Antolín, director de Comunicación del PSOE, desactivó durante un par de días su cuenta de Twitter, que es su territorio natural. Después volvió, pero no sabemos si sigue siendo él o si habrá sido suplantado por una de sus fastuosas creaciones mediante IA.

Así que Bolaños ha estado prácticamente solo al frente del ejército de relatores, y claro, es complicado. El viernes hizo acto de presencia en el ágora un Fran Guerrero con energías renovadas dispuesto a echar una mano al fiel Bolaños. Guerrero es politólogo experto en redes, liderazgo, dirección pública, psicología, comunicación política y seguro que otras cien cosas, porque ya que te pones, mejor pasarse que quedarse corto. El mensaje que dejó para convocar a los fieles era exactamente lo que se espera de un experto en ganarse la vida al servicio del Partido. “Vamos a tope a compartir este video porque Alberto Feijoo tiene que dimitir de inmediato, ya que su mano derecha tenía contactos con la trama conseguidora. Que rule a full”. 

Lo de Bolaños tardó un poco más, y en cierto sentido daba aún más vergüenza que ese indescriptible “que rule a full”. El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes -ya que te pones, mejor pasarse que quedarse corto- citaba a La Vanguardia, que a su vez citaba a la Comisión de Venecia, para mercachiflear argumentos favorables al Partido. “Lo dijimos nosotros y ahora también la Comisión de Venecia: la amnistía es una herramienta para la reconciliación”. Cuidao, que esto son palabras mayores, parecía sugerir. La Comisión de Venecia, chavales.

Los españoles deberían estar atentos a lo que un comité de expertos de una comisión que no conocían hasta hace dos días opine sobre una ley que conocen muy bien, desarrollada por un partido al que conocen aún mejor

Bolaños hace un par de llamadas, manda el borrador a las delegaciones y entre todos se ponen de acuerdo para mostrar la verdadera naturaleza del cuarto poder. La Vanguardia: “La Comisión de Venecia avala la ley de Amnistía”. RTVE: “La Comisión de Venecia avala la ley de Amnistía”. El Diario: “La Comisión de Venecia avala la ley de Amnistía”. Público, La Sexta, El Confidencial, El País, Onda Cero, Infolibre: “La Comisión de Venecia avala la ley de Amnistía”. Después van llegando las matizaciones. Avala “el sentido de la ley de Amnistía”. Avala “el espíritu de la ley de Amnistía”. Reconoce que “las leyes de amnistía pueden servir para la reconciliación”. Es inexacto, es un borrador, es una manipulación del PSOE. Era mentira.

Pero todos se dejan lo más importante: da igual lo que diga el informe. Da igual si avala de verdad, oficialmente o extraoficialmente. Da igual si no avala. Da igual si condena. Da igual si es un borrador. Da igual y por eso da lástima que el Partido Popular les mandara la ley para que se pronunciaran. La Comisión de Venecia es un órgano consultivo del Consejo de Europa, que no hay que confundir con el Consejo Europeo y tampoco con el Consejo de la Unión Europea. Por alguna razón, los españoles deberían estar atentos a lo que un comité de expertos de una comisión que no conocían hasta hace dos días opine sobre una ley que conocen muy bien, desarrollada por un partido al que conocen aún mejor. 

Bolaños cumple su papel cuando se apoya en otro comité fantasma para justificar lo que hace su Gobierno. También La Vanguardia cumple su papel. Es el mundo en el que vivimos. Hace un par de semanas, la defensora de El País ante los lectores justificaba con un argumento maravilloso que el periódico llamase “ultra” a Milei cada vez que hablara de él. “El Libro de Estilo es como nuestra Constitución, y en la entrada ‘ultra’ lo que dice es que es un ‘extremista de derechas’”. Es decir, El País avala que El País llame ultra a Milei.

La respuesta correcta

El mundo de los socialistas se construye sobre la ficción de que la prensa es independiente, la ciencia una disciplina objetiva y las instituciones, las últimas depositarias de la dignidad humana. Ante este espíritu hay que empezar a cultivar una sana indiferencia. La Comisión de Venecia, el comité de expertos de la crisis (la que sea), Amnistía Internacional o la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco tienen por defecto tanta autoridad como un policía borracho y tanto prestigio como un vendedor de crecepelos. La respuesta correcta ante artefactos comunicativos como el del pasado viernes no es ponerse como un loco a rastrear lo que dice realmente el comité de turno para probar que es mentira. La única respuesta correcta es: “¿Y?”

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