Opinión

Del botijo y Ortega Cano o por qué nadie ve la tele en agosto

No descubrimos América al contar que en España casi nadie ve la televisión en agosto. El personal está de asueto tras años de pandemia, prefiere trasnochar en la playa o el pueblo y, en caso de tener que ver algo para matar el aburrimi

  • Imagen del momento con el botijo en Telecinco.

No descubrimos América al contar que en España casi nadie ve la televisión en agosto. El personal está de asueto tras años de pandemia, prefiere trasnochar en la playa o el pueblo y, en caso de tener que ver algo para matar el aburrimiento, tira de Netflix o Movistar en la tablet de los niños. Claro que los sujetos con mando en plaza en el mundo televisivo nos obligan a seguir con esta costumbre tan acendrada. Porque en la temporada estival asistimos con regularidad a momentos indigestos, de esos que quitan afición.

En los últimos días hemos asistido a un par de esos sucesos televisivos que debieran ocupar un espacio destacado en la historia del disparate televisivo, que es, por cierto, una larga historia. A Patricia Pardo la hemos visto bebiendo de un botijo en la versión veraniega de El programa de Ana Rosa. Porque parece, según el espacio de Mediaset, que ese instrumento para mantener el agua fresca vuelve a nuestras vidas tras años de un injusto olvido.

Todo es posible en esta existencia entre líquida y baldía. No estábamos preparados para el coronavirus ni para un volcán en erupción ni para la guerra en Ucrania ni para los venideros cortes de suministro ni para la venidera recesión ni tampoco para que el botijo se ponga de moda, si es que realmente se impone, claro, porque lo más probable es que el comentado momento quede como una anécdota absurda, por ello reveladora sobre la tele que se hace en este trozo de planeta.

Con todo, mucho peor que lo del botijo es otro regreso inopinado como el de Ortega Cano, que vuelve a ser protagonista habitual de los programas de corazón por una supuesta crisis sentimental. Esta semana en Sálvame pudo verse una conexión en directo con una vecina del torero que también merece pasar a los anales del despropósito televisivo. Protagonizó el show una tal Ana, que según servidor pudo leer después es la madre de una concursante de Mujeres y Hombres y Viceversa. Dato que tal vez lo explique todo, dentro de lo inexplicable, claro.

Lo del botijo tiene hasta cierta guasa, dentro de lo malo, pero lo de dar pábulo en televisión a determinados personajes que lanzan determinadas declaraciones es sencillamente imposible de aguantar

El caso es que Ana es vecina en Cádiz de Ortega Cano y su pareja, Ana María Aldón, pero no es que les tenga demasiado aprecio, como se encargó de exponer en su conexión con Telecinco. A juicio de esta Ana, Aldón es "aprovechada", "cateta" o "bajuna" y Ortega Cano es "un monigote" a su lado. Además, tiene claro qué pasaría si viera de cerca a su vecina: "No me he cruzado con ella, porque si me llego a cruzar, a esta tía le pego yo". Y aquí no pasa nada. Que siga la fiesta.

Lo del botijo tiene hasta cierta guasa, dentro de lo malo, pero lo de dar pábulo en televisión a determinados personajes que lanzan determinadas declaraciones es sencillamente imposible de aguantar. Claro que ambas cosas no le importan a nadie. Porque, digan lo que digan los datos de audiencia, nadie ve la televisión en agosto en España. Somos un país más sabio de lo que parece.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli