Opinión

Unas catalanas decisivas

Ésta ha sido la campaña catalana en la que menos se ha escuchado la palabra independencia, aunque sí libertad; en la que ha parecido que durante tres años, desde las elecciones del 12 de febrero de 2021, no hemos tenido

Ésta ha sido la campaña catalana en la que menos se ha escuchado la palabra independencia, aunque sí libertad; en la que ha parecido que durante tres años, desde las elecciones del 12 de febrero de 2021, no hemos tenido presidente, porque Pere Aragonès no ha hecho gala de su gestión en ningún debate; en las que el líder de la oposición y ganador de esas elecciones, Salvador Illa, parece haber conservado el respaldo de entonces y se presenta ante las urnas con unos sondeos que le anuncian excelentes resultados.

Desde aquel 13 de febrero de 2021, el candidato socialista se erigió en alternativa, en un líder de la oposición solucionador de problemas, tanto que dio apoyo a los últimos presupuestos de Aragonès y que precipitaron el adelanto electoral. Illa no ha dejado su 'modo campaña' desde entonces, con su propuesta de ‘gobierno alternativo’ e intentando pescar en la caída libre del partido de Albert Rivera. Notorio que el líder de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, partido que en su día ocupara el lugar –jamás ni pensado ni soñado- que ahora asume Illa, le haya tendido la mano para salvarse en las últimas horas de una campaña que les ha resultado agónica.

ERC, de la mano de Bildu

Demasiado tarde para remontar. Nunca en unas catalanas nos habían visitado tanto, con tanta frecuencia e intensidad los líderes nacionales. Su visita puede resultar clave. Tampoco en estos años el PP se había mostrado tan fuerte, C’s tan pequeño y Vox como si fuera a arrasar, cerrando campaña desde una plaza de Barcelona mítica por ser escenario de protesta de los constitucionalistas desde la manifestación de los jóvenes en octubre de 2017. Más allá de los cierres de campaña, cuesta ver a un Juan Carlos Giráuta que llevaba en su ADN el socialismo liberal, que lideró un tiempo C’s, que hasta fue candidato a las europeas, hacer campaña con Vox. Estos cambios de ideología, de partido, también es digno de estudio. Cuesta ver a ERC, que se define como el único partido que en 93 años no ha tenido un caso de corrupción, invite en su cierre de campaña al portavoz de Bildu, Pello Onchandiano, incapaz de calificar a ETA de banda terrorista o re condenar sus crímenes. En fin, nunca he entendido esa aproximación de los independentistas de ERC con aquellos que defendieron asesinar para imponer sus objetivos.

Nunca en unas catalanas nos habían visitado tanto, con tanta frecuencia e intensidad los líderes nacionales. Su visita puede resultar clave. Tampoco en estos años el PP se había mostrado tan fuerte, C’s tan pequeño y Vox como si fuera a arrasar.

Con fuerza y de la nada, porque nada tenían preparado, Junts se ha impuesto en esta campaña con un omnipresente Carles Puigdemont, que aún no ha rendido cuentas ante la Justicia por la intentona de 2017, como sí que lo hizo Oriol Junqueras y otros dirigentes del procès, condenados a penas de cárcel que cumplieron hasta que les llegó el indulto del Gobierno Sánchez. A Puigdemont, no le ha penalizado. El pueblo francés de Elna se convirtió en centro de peregrinaje de cientos de autocares cuyos pasajeros colmaron los actos del prófugo, que no ha pinchado en ninguno. Su fuerza ha sido mucho mayor de lo esperado, quizás ni ellos mismos. Un amable Josep Rull –que sí estuvo en prisión- ha defendido la causa con mucha altura en todos los debates televisivos, sin titubeos, para lanzarse a la yugular de Aragonés o de Illa.

¿Vuelta al gobierno independentista?

Junts, como dijo Puiogdemont quieren ser un dolor de barriga para la Moncloa. Ahora, quedará gestionar lo complicado de los resultados que salgan de las urnas, dado que un tripartito de izquierdas, como en su día formó Pasqual Maragall con el Pacte del Tinell, no se adivina fórmula fácil a la vista de los bajos resultados que se le atribuyen a Comuns-Sumar. Por otro lado, una victoria de Puigdemont, o la hace arrasando a lo Pujol, algo bastante improbable con la diversificación política actual, o quizás se vuelva a un matrimonio Junts-ERC que ya rompió y que nadie puede garantizar que funcione.

No nos podemos permitir más parálisis. Para el 22,4% de la población que en Cataluña, según los datos, vive en la pobreza, la parálisis que puede provocar ir a nuevas elecciones, no va con ellos, ni les importa porque tienen algo más urgente de lo que ocuparse que es el comer.

Estas catalanas, son más clave que nunca. Ante unas elecciones todo se congela, la gestión se paraliza, la sociedad no avanza, los problemas siguen sin soluciones, en sanidad, en educación, en servicios sociales… No hay presupuestos, no se activan políticas que llevan demasiado tiempo pendientes. No nos podemos permitir más parálisis. Para el 22,4% de la población que en Cataluña, según los datos, vive en la pobreza, la parálisis que puede provocar ir a nuevas elecciones, no va con ellos, ni les importa porque tienen algo más urgente de lo que ocuparse que es el comer. No obstante, o los que se presentan se preocupan en serio de esto del comer o nuevamente seguirán paralizando Cataluña por los restos.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli