Celda 47, celda desde la que se ha decidido y negociado la abstención que le ha dado la presidencia a Pedro Sánchez para encabezar el primer Gobierno de coalición de la democracia española junto a Pablo Casado. Por fin, mal que pese al resto de partidos que no forman parte de los 167 diputados que han alzado a Sánchez, se ha desbloqueado un gobierno y se ha puesto fin a una nefasta situación de inoperatividad y falta de gestión de país en la que nos han sometido durante todo el 2019, por no decir que llevamos años muy muy vagos.
Vaya, si yo fuera de un pueblo remoto de EEUU pensaría que en España solo hay golpistas y terroristas. O poco menos que Franco sigue vivo
Todos son culpables, los de ERC que en su día tumbaron los presupuestos y propiciaron las primeras elecciones, los de Ciudadanos que no supieron estar a la altura con 57 diputados y dar apoyo al ganador tras el 28A, el propio Pedro Sánchez que no tuvo suficiente con los resultados de abril y quiso probar suerte otra vez y suma y sigue. Nadie se salva. Pero todo esto ya ha pasado, y ahora Oriol Junqueras va a tener mucho que decir desde la celda 47 o desde la calle, cuando procedan los permisos penitenciarios oportunos y más aún cuando los tribunales europeos le están dando la inmunidad, por mucho que pese al Estado. Las leyes son las leyes y están para cumplirlas todos, igual que los resultados. Con respeto institucional y con respeto al adversario del que se carece a juzgar por las palabras escuchadas estos días en el congreso. Vaya, si yo fuera de un pueblo remoto de EEUU pensaría que en España solo hay golpistas y terroristas. O poco menos que Franco sigue vivo.
Cierto es que Sánchez engañó cuando dijo que no pactaría con Podemos y que no eran de fiar tampoco los independentistas. Cierto es que Sánchez no ha explorado con fuerza otra vía de gobierno con PP o Ciudadanos. Cierto, pero así son las aritméticas políticas y el arte de las negociaciones y cabe respetarlas y dejar un poco de aire, por el bien de todos, para permitir un desbloqueo que no beneficia a ningún ciudadano, ni a los de derechas ni a los de izquierdas.
Por desgracia en todo este contexto hemos perdido el centro, no el centro derecha o el centro izquierda, no. Me refiero a la centralidad política, a la visión de Estado, ese “sentido de Estado” que ha pedido Aitor Esteban. Me refiero a la moderación, la lealtad y el respeto en grandes temas para los que es necesario remar a una como por ejemplo en la lucha contra la violencia machista, en la lucha por una mejora en el mundo laboral o en la educación pública. En la lucha por mejorar este país.
El resultado electoral y la bronca constante en estos bochornosos días del debate de Investidura nos dan un ejemplo de lo complicada que puede ser la legislatura y lo difícil que va a ser, por ejemplo, aprobar los presupuestos generales del Estado que necesitan una mayoría del Congreso, no mayoría simple como la que ha necesitado Sánchez para permanecer en Moncloa. Veremos, en esta Legislatura que ahora sí empieza a andar, quién sabe estar a la altura de las instituciones, quién trabaja sólo con la calculadora en aras de mejorar resultados electorales y quiénes sólo están única y exclusivamente para reventar el sistema sin ofrecen alternativas. Eso sí, a ver si transcurre todo 2020 sin casos nuevos de corrupción política porque lo de resolver lo que pasa en Cataluña va para largo. Pasen y vean que empieza la función, ¡ahora sí!.