Opinión

Cierra 'Gen Playz': ¿de verdad necesitamos un marxismo 'queer'?

El programa digital de TVE elevó el nivel a pesar de quedarse a medio camino de lo que prometía

El martes pasado se anunció el final de Gen Playz, un debate juvenil de TVE donde se trataban conflictos sociopolíticos con un amplio abanico de invitados. El programa tuvo un eco notable, sobre todo por enfrentar voces antagónicas, pero muchas veces dejaba frustrados a los espectadores que esperaban una mayor profundidad en sus contenidos.

El reproche más común (y que suele hacerse a los programas de debate) es que contaba con demasiados invitados, tanto en el plató como aportando colaboraciones grabadas, casi siempre más chispeantes que sustanciales. Al final, la saturación hacía que las posturas no se pudieran explicar con detalle, quedando muchas veces en caricaturas. En otras ocasiones, la confección de la mesa parecía más pendiente de cubrir cuotas (joven, trans, 'racializados'...) que de llegar al fondo de las discusiones. Por eso no es raro que muchos fieles recordemos el espacio por media docena de zascas memorables en vez de por episodios completos.

El momento más icónico de Gen Playz es una réplica de nuestro columnista Julio Llorente a la artista y activista trans Samantha Hudson, cuando esta defendió la necesidad de un  marxismo queer y Llorente le contestó con un elegante "¿Pero... eso qué es?" El martes, cuando cientos de tuiteros compartían el clip de ese momentazo, algunas voces progresistas mostraban su sorpresa porque la respuesta de Julio fuese considerada una especie de victoria cultural por parte de "los reaccionarios".

La cosa merece responderse, de la manera más rotunda posible: muchos pensamos que se trata de una réplica mítica porque llevamos años hastiados de que cualquier concepto chic de las universidades pijas progresistas de Estados Unidos, por delirantes que sean, se asuma en España de manera acrítica sin preguntarse un simple "Pero eso...¿qué es?" Las tendencias 'posmo', 'hípster' y 'woke' se acatan con mecanismos calcados al mundo de la moda, más emocionales que racionales, por eso exigir una explicación merece celebrarse.

'Gen Playz' y la burbuja 'cool'

En favor de Gen Playz hay que decir que no rehuyó casi ningún conflicto candente, tratando incluso la existencia de la llamada 'dictadura progre' y preguntando a sus invitados si pensaban que el programa formaba parte de ese problema. Allí destacó una sólida intervención de Fermín Turia, militante del Frente Obrero, que puso ejemplos incontestables de cómo la Ley Trans de Irene Montero había servido como excusa para las cancelaciones de la escritora Lucía Etxebarría, la líder feminista Lidia Falcón y el propio fundador del Frente Obrero, Roberto Vaquero. El problema de Gen Playz nunca fue de diversidad o de mirar de cara una polémica sino de profundidad.

Fue un programa valioso, que elevó el nivel pero terminó rendido al vacío burbujeante de las redes

Podemos decir que Gen Playz elevó el listón de manera significativa frente a los banales programas de debate juvenil de los noventa y al muermo cultural de las secciones de Cultura de los grandes medios. Su punto débil fue que el espacio se rindiera a la inmediatez y al vacío burbujeante de las redes sociales. Además la retórica de los presentadores quedaba demasiado cerca de la televisión convencial para jóvenes de toda la vida. Creo sinceramente que hubiera tenido mayor solidez fichando al filósofo Ernesto Castro (que fue considerado para el puesto) y a la escritora Ana Iris Simón (que formó parte del equipo de redacción). En la etapa final, ya se notaba el hastío de muchos invitados al acudir y circulaban nombres de otros que preferían no aceptar las invitaciones porque consideraban el programa demasiado banal. A pesar de estos cuestionamientos, cabe recordar Gen Playz como un programa valioso cuyos errores y aciertos deberían ser útiles para futuros formatos. Ojalá el siguiente intento mejore la fórmula: nuestros hijos necesitan espacios de reflexión para afrontar los conflictos que se les vienen encima.

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