Cuando la izquierda está en el Gobierno, la presión mediática en este país se ejerce sobre la oposición. Pedro Sánchez es una suerte de sujeto al que nadie exige responsabilidad alguna por sus actos, ni la esperan. Como si su permanencia en el poder fuera inmutable, puesto que subyace la idea de que la función principal de la oposición es apoyarle y mantenerle en el Gobierno cuando sus socios no lo hagan. “Geometría variable de coaliciones” lo llaman esos expertos en acercarse al poder, que ahora copan los medios.
Es innegable que el PSOE tiene cogida la medida a Pablo Casado. Es consciente de sus miedos, sus debilidades y sobre todo de sus carencias. Porque si Sánchez no tiene escrúpulos, de lo que carece Génova es de un plan para España más allá de destruir toda competencia viva a la derecha del PSOE.
Tres son los mensajes que utilizan los socialistas para bloquear al Partido Popular en caso de que su actuación no resulte beneficiosa para Sánchez. Mensajes que son como latigazos en la doma. “Casado actúa como un ultra porque compite con Vox”. De esta manera le mantiene aislado, en la soledad del maltrato político, de todo acuerdo que le lleve a formar un Gobierno alternativo a Sánchez. “Un partido institucional como el PP tiene la responsabilidad de llegar a acuerdos y no bloquear la situación”. El reparto de sillones en los órganos constitucionales y en el CGPJ. Y la más peligrosa: “un partido de Estado como el PP debe apoyar al Gobierno”.
El problema de fondo es que “la doma a la oposición” se haextendido en la conciencia colectiva que empieza a confundir “intereses de España” con apoyar a Sánchez
El problema es que poco puede importar que el PP acepte estos mensajes perversos y actúe en base a los mensajes coordinados desde la Moncloa por la maquinaria mediática pagada con dinero público. El problema de fondo es que “la doma a la oposición” se ha extendido en la conciencia colectiva que empieza a confundir “intereses de España” con apoyar a Sánchez.
Esta situación quedó al descubierto con la pandemia y el aplauso que recibió el ejercicio del poder arbitrario por parte del PSOE al margen del Parlamento y de la prensa, que jamás le ha plantado por institucionalizar el “comparecencia sin preguntas”. ¿Cómo iban a hacerlo cuando la mayoría de medios son del Gobierno?
Una compañía radiactiva
La grave crisis con Marruecos en Ceuta y Melilla, muy lejos de haberse solucionado, mostró que EE.UU. considera a España, por culpa de la presidencia de Pedro Sánchez una compañía radiactiva. Ahora, con la guerra en ciernes en Ucrania, el Gobierno intenta que al menos le cojan el teléfono menos tiempo de lo que lleva montar una sesión fotográfica sobre la misma. Se ha apresurado a poner en disposición de la OTAN todos los recursos militares españoles de una forma en exceso servicial para que sus socios de la OTAN le tengan en cuenta. Y acierta. Hasta ese punto está destruida la posición internacional de España.
El problema es que la prensa se apresura a culpar a Podemos de esta situación y a exigir a la oposición que apoye al Gobierno con un cheque en blanco como si el PSOE no fuese el máximo responsable de haberlo metido en el Consejo de Ministros. Ni aunque enviemos a la Infantería de Marina, la Legión y todo el Ejército español donde indique la OTAN, van a compensar el hecho de que el comunista Enrique Santiago, desde su Secretaría de Estado, haga declaraciones en apoyo a Rusia.
Muchos medios han tratado la coalición como si Podemos fuese una suerte de banco malo al que imputar toda conducta dañina del Gobierno para los intereses de España, quedando el PSOE impoluto e irresponsable de todo. Pero Pedro Sánchez también está apoyado por ERC y es él quien ha firmado los indultos a los golpistas del procés, en el que hubo interferencias rusas. También fue Sánchez quien nombró a la que fue ministra de Exteriores hasta este verano, González Laya, de simpatía hacia el Frente Polisario y protagonizó el escándalo del caso Ghali, del que es inverosímil que no contase con la autorización de Presidente del Gobierno.
La oposición no puede volver a cometer el error de dar un cheque en blanco a Pedro Sánchez para que vulnere la ley como sucedió con la pandemia
Si se quiere hacer política de Estado que beneficie a España y no al PSOE es necesario apoyar las decisiones encaminadas a un fortalecimiento de su posición en la OTAN, pero con la condición de una convocatoria de elecciones inminente, única forma de expulsar del Gobierno a todos los elementos de Podemos del Gobierno.
La oposición no puede volver a cometer el error de dar un cheque en blanco a Pedro Sánchez para que vulnere la ley como sucedió con la pandemia. Periodo que el PSOE aprovechó para avanzar en su agenda legislativa ideológica.
Llegados a este punto de desprestigio internacional con unas consecuencias devastadoras para los ciudadanos españoles durante muchos años, la presencia de Podemos en el Gobierno es insostenible. Pero la solución no es cambiar de socios parlamentarios y mantener los de Gobierno. Hay que acudir a las urnas si la coalición realmente tiene dos partidos incompatibles. Pero aquí es inevitable recordar esa frase tan manida de “los extremos se tocan”, en referencia a las similitudes de Vox y Podemos. Porque el partido que más se parece a éste último es su socio, el PSOE. España no puede permitirse llegar a la presidencia de turno en la Unión Europea con un Presidente de un Gobierno en coalición con Podemos.