El pasado 18 de marzo de este 2018, los votantes rusos, incluidos los de Ucrania, acudieron a votar respaldando mayoritariamente a Vladimir Putin y legitimando con su voto a la forma de gobierno rusa. Así que, como estaba previsto, tendremos presidente Putin para otros seis años, llegando, Dios mediante, a totalizar 24, es decir, una generación y por ello nos es casi obligado detenernos a repasar la situación de Rusia, actualizando el diagnóstico de esta Gran Potencia Global cuya impronta en Eurasia y más allá nos afectará a todos según dos vectores históricos, que son los siguientes:
Crisis y despegue
En la fase de despegue, que es como denomino al primer “giro” (“Turning”) del Ciclo Generacional (Howe y Strauss lo denominan “High”) la Sociedad está confiada sobre su futuro, unida en una dirección común y su zeitgeist o pensamiento de una Era es “funcional”, elementos que le permiten desarrollar un orden social, político y económico nuevo que produce buenos resultados. En este período las instituciones son fuertes y el individualismo, salvo excepciones, es débil, apareciendo incluso un cierto conformismo general entre quienes son contrarios al nuevo orden.
La fase de “despegue” sigue a la de “crisis”, última del ciclo generacional anterior, esa en la que la propia existencia de la nación está en peligro producto de un orden y un “zeitgeist” disfuncional, de destrucción general y en que puede haber guerras en el propio territorio. Es en esta fase en que el tercio laocrático puede cambiar el orden. Así pues, Rusia ha despegado y Occidente está iniciando su crisis.
El despegue ruso
Hecha la definición de términos lo primero sería encontrar el fin de su crisis rusa, que yo situaría hacia 2009 con la victoria en la Segunda Guerra de Chechenia (la Primera, 1994-1996, la perdieron), en ese momento quedó claro que el nuevo orden podía resolver los peligros existenciales de la nación, como se demostró en el conflicto de Ucrania (2014) con la anexión de Crimea, o en otros “menores”, como en Georgia (2008) o de impronta global, como en Siria en 2015.
“¿Pero cómo me puedes decir que ha despegado si apenas crece al 2%?” Pues justamente por eso. Verán, hasta 2009 se estaba implantando el orden nuevo, modernizándose y creciendo por encima de la media mundial (gráfica anterior), favorecidos por una escalada cíclica de los precios del petróleo, con su espejismo respectivo. Luego, aprovechando la segunda caída de precios petroleros, quisieron echarles de Ucrania; como no se dejaron, les impusieron unas sanciones, pensadas más contra el pueblo que contra los oligarcas, a las que Putin reaccionó de forma notable y, bajo esas condiciones, dadas su mala geografía económica, problemas demográficos (lo vimos en “Putin y el laberinto ruso”) y su deficiente forma de gobierno (diarquía de partidos estatales), ese 2%, parecido al de la zona Euro, me confirma que el orden está establecido y es funcional, otra cosa es que pudiera ser mejor.
En esa dura situación, han conseguido mantener la tasa de paro, y sí, las condiciones laborales son duras (¿dónde no?), pero pensando de donde vienen, que están metidos en varias guerras y, de nuevo, dadas las condiciones estructurales que padecen, pedir mucho más es pedir magia y eso no lo tratamos aquí.
Dicho éxito reciente no viene por la devaluación del rublo, que aumentó los ingresos fiscales nominales pero cuya monetización no disparó la inflación, sino de ese orden que permite que el sistema económico funcione bastante bien, dentro (repito) de todas las limitaciones que tiene, algo que va más allá del liderazgo de Putin.
Choque con Occidente
Mucho me temo que Huntington tiene razón al decir que los choques entre civilizaciones son inevitables y parte de nuestra crisis viene de no querer aceptar eso, porque para nuestro “zeitgeist”, que es el pensamiento socialdemócrata, las naciones y sus respectivas civilizaciones impiden la aplicación de sus delirios (¿Modelo Lavapiés?), de su experimento demográfico. El caso es que Rusia, cuya capital fue (¿es?) considerada como la tercera Roma, heredera de Bizancio, es la cabeza de la Civilización Ortodoxa y, como advirtió Huntington, todo este absurdo enfrentamiento con Rusia tuvo su epicentro en la zona de fractura, que es Ucrania y, más allá de si fue una trampa americana, que no lo sabemos, mi análisis de ese conflicto lo hice en “La macro de Ucrania” y no lo repetiré.
Siendo los choques inevitables, el verdadero problema de ambas civilizaciones es el Islam, cuyo presente auge y mitos establecidos hemos analizado aquí en extenso y a veces pareciera que volvemos al suicida siglo VIII y, como siempre, ZP lo entendió justo al revés, algo que se verá con toda su crudeza con nuestra crisis de siglo (o ciclo), en la que una peculiar discriminación (a favor o en contra) idiota de los europeos occidentales hacia ellos mismos y el resto, también juega su papel, aparte que está claro que, una vez más, nuestros patanes de la UE no son conscientes de con quien están tratando.
Malas crisis y crisis europea
Hay crisis muy malas, como la de Venezuela, que analizamos, en la que incluso la oligarquía gobernante sabe que su orden es disfuncional e inviable y causará, de persistir, cientos de miles de muertos y aún así, sabiendo que tienen una salida conveniente, siguen en sus trece; luego hay casos como el de Suecia (también lo vimos), quienes con su racionalismo conseguían cambios más suaves, aunque eso también ha variado, que ahora incluso gastan millones para que los inmigrantes voten (sabemos a quién) mientras preparan el ejército para las “no-go zones”, palabro ya de uso común. Los mesianismos políticos terminan mal, o por colapso (URSS, Venezuela), o por derrota militar (Nazismo, Fascismo) y en la UE hay bastante de eso; además, mientras más se retrasa el cambio de orden, como en Europa tras la Primera Guerra Mundial, peor es el cambio de ciclo.
¿Pero, de dónde vienen esos errores? Pues de un orden y un pensamiento degrado; por ejemplo, en el Reino Unido están muy entretenidos con el asesinato del ex espía ruso (que no justifico, aunque Obama dejó su disposición “Matrix”, otra discriminación) al tiempo que ocultan la violación masiva de unos mil niños para no ofender la cultura de los violadores, por no hablar, como denunciaba Niall Ferguson, de la manipulación de redes sociales (¿incitación al hackeo?) para favorecer al Establishment socialdemócrata; o nuestras locuras, como no tener neuropediatras por no hablar catalán, que ni siquiera es la lengua local.
Por supuesto que todo nuestro caos de corrupción, de amateurs y delirios termina reflejándose en un sitio: la deuda pública (siguiente gráfica); los tenedores de deuda rusa están contentos con sus estadísticas y la sostenibilidad de su deuda y todo gracias a un orden que aguanta guerras, sanciones e incluso permite una misión a Marte; por no hablar del importante aumento de sus reservas internacionales en dólares. Y sí, Rusia pasará a otra fase del ciclo generacional, pero eso hoy queda lejos.
Finalmente, cuando analizas el caso ruso, siempre aparece un trol difamador que dice que estás a sueldo de Putin (vamos, que me estoy “forrando” con este blog), ese dios artífice de todo y de lo contrario, como si esa difamación contra mí fuera a evitar el fracaso de unos chapuzas, de un orden y de un pensamiento disfuncionales que además tienen la osadía de enfrentarse a todo lo contrario y, para colmo, junto a eso, poco importan los hispanófobos a sueldo extranjero que se abrazan con terroristas y son promocionados por el Establishment. En todo caso, como me consta que este humilde blog, con su repetida dinamización de escala homeopática, ha contribuido a traer racionalidad, a combatir el mesianismo político y que nuestra crisis secular no sea a la venezolana, esas infamias y que no se reconozca mi trabajo lo tengo asumido hace tiempo. Lo que no negaré es que, a excepción de su forma de gobierno, Rusia y sus gentes me encantan, ¿y a Ustedes?