Lord Palmerston, dos veces Primer Ministro del Reino Unido a mediados del siglo XIX, escribió a propósito de Napoleón III que mentía incluso cuando estaba callado. De TV3 se puede decir lo mismo. Para los que tienen la suerte de no sufrirla, he aquí un resumen de su día a día.
Nadie les controla
El proceso separatista no hubiera podido existir jamás sin la ayuda del sistema de enseñanza catalán, que ha lobotomizado a varias generaciones de alumnos inculcándoles las mentiras de una Cataluña inexistente, así como de los medios de comunicación catalanes, que han sido el mejor propagandista de todo el imaginario delirante urdido por Jordi Pujol y sus sucesores. Cosas tan aparentemente inocuas como el Club Súper 3, destinado a los más pequeños, han actuado como difusor de las ideas procesistas. Da igual que se haya denunciado ante los organismos responsables de velar acerca de la imparcialidad en los medios autonómicos. El resultado es siempre el mismo: a estos no se les toca. Los miembros de otros partidos que están en tales instituciones protestan, pero ahí se queda la cosa. No veo a nadie que dimita, que sería lo suyo. Claro, allí cobran un sueldo importante a cambio de poner caras de indignación de vez en cuando. Muy de vez en cuando, todo sea dicho.
Esa tremenda falta de auténtico control democrático - recordemos que el actual director general de TV3, Vicent Sanchís está reprobado por el Parlament, por su Parlament, y ahí sigue – da que pensar. El independentismo, el nacionalismo, produce un pánico cerval a los partidos nacionales. No se explica de otra manera que, tanto PP como PSOE, se hayan mantenido siempre prudentemente alejados de todas las sucias maniobras de Convergencia y su mundo mediático. Porque lo de ahora ni es nuevo para los catalanes, ni en modo alguno nos sorprende. Censura, partidismo descarado, nepotismo, chanchullos con productoras, cargos afines al Govern, todo eso y mucho más se viene repitiendo desde el primer día en que TV3 inauguró sus emisiones.
TV3 era “moderna” frente a TVE; por otra parte, no verla era de charnegos
El público generalista se había tragado las consignas nacionalistas hasta ahora por dos razones: TV3 era “moderna” frente a TVE; por otra parte, no verla era de charnegos. Esto explica en buena medida porque hay tanto castellano parlante acomplejado y porque los convergentes pudieron penetrar en el cinturón rojo a través de la red de oficinas de Bienestar Social. Ahora solo ven el canal autonómico los fanáticos, quizás para reforzarse en su fe cada vez más hecha jirones por la cruda realidad. Recuerdan a los enfervorecidos militantes nazis que acudían a los cines solo para ver el Wochenshau, noticiario en el que se decía que todo iba bien y que el Reich ganaría la guerra.
Puede sonar fuerte para la gente del resto de España, porque no ven lo que a diario vomita la tele de Puigdemont y de Junqueras, pero crean que la realidad supera la ficción. Por eso, a modo de ejemplo, he aquí lo que podría ser un día cualquiera en la programación de TV3. Todo está basado en hechos reales, cuidado, no se ha inventado nada. Eso es lo más escalofriante.
Constitucionalistas boxeando con una mano atada a la espalda
El programa de las mañanas suele entrevistar siempre a algún personaje del mundo del proceso, sea político o no. A estos se les masajea convenientemente, pero cuando llevan a un político contrario, y eso porque tienen la obligación de llevarlos por cuota parlamentaria, amén de algún tertuliano al que llevan para darle la del pulpo, se le hace una entrevista que ni la Gestapo. Ejemplo: Lidia Heredia, la presunta periodista encargada de estos menesteres, entrevista al candidato Xavier García Albiol, que ha dicho acertadamente que TV3 debería cerrarse y volverla a montar con gente normal. La tal entrevistadora se pone en todos sus estados y aquello parece más bien un rifi rafe entre Marta Rovira y el dirigente popular. ¿Imparcialidad? Y una leche.
Seguimos con la tertulia que viene a renglón seguido de la entrevista pastelón. En ella la proporción es siempre, impepinablemente, un separatista radical tipo cupaire, un separatista de la órbita de Esquerra, un socialista reciclado en soberanista, un separatista del mundo convergente y alguien que no sea separatista para que entre todos lo acorralen. Si encima habla castellano, mejor. Un caso reciente es el de ahora flamante candidato de Ciudadanos al Parlament, Nacho Martín Blanco, que decidió no ir más a la tele pública catalana por sentirse maltratado por sus compañeros, así como por la moderadora – la tal Heredia de nuevo -, cosa que es el pan nuestro de cada día.
Cataluña es la levadura de Europa de manera secular
Después de estas dos tazas de caldo, viene algún programilla banal en el que, cuidado, se habla de tradiciones ancestrales catalanas, presentándolas como lo más de lo más, dando siempre a entender que Cataluña es la levadura de Europa de manera secular. Todo engorda, señores.
Llegamos al Telenoticias, una especie de Pravda a la catalana. Lo primero que te puedes encontrarte es a su presentador – en este caso el ínclito Ramón Pellicer – editorializando duramente contra la Junta Electoral, que ha prohibido a la televisión pública catalana referirse a Puigdemont como President, entre otras cosas. Porque, sépanlo en toda España, para los periodistas de TV3, Puigdemont continúa siendo el President legítimo, igual que sus Consellers, igual que el Govern fugado es para ellos el Govern en el exilio. Los partidos constitucionalistas son el Tripartito del 155 y continúen ustedes sumando. Lo contrario es un atentado a la libertad de expresión y blablablá.
Después de este introito, la primera información puede ser el concierto de la ANC en solidaridad con los presos políticos – otra expresión que les ha prohibido la Junta Electoral –, definido por el periodista como “noticia agridulce” y dándole más de 2’30 de espacio; a renglón seguido, entrevistas a los asistentes como Marta Rovira, algunos cantantes separatistas, imágenes de Mas, Forcadell, la alcaldesa de las CUP de Badalona, en fin, la de Dios.
Noticia siguiente: Presentación de Junts per Catalunya en el pueblecito de Sant Julià de Ramis, con gran despliegue de medios e intervención via Skype del mismo fugado. A esta crónica de palpitante interés la sigue la reunión de las CUP para aprobar su documento político y muchas imágenes de una pavorosa manifestación de extrema derecha peligrosísima, que hizo un escrache a la sede de los cupaires. Eran solo cincuenta y habían Mossos para aburrir, pero, como dijo el clásico, no permitas que la verdad te estropee una buena noticia.
A lo largo del día veremos al director de TV3 participar en un gag ridiculizando las prohibiciones de la Junta Electoral
Por descontado, nada acerca de lo que hacen PP, Ciudadanos o el PSC. En pre campaña, ojito. Nada acerca de los monigotes colgantes representando a los votantes de los partidos constitucionalistas, nada acerca del incendio en Balsareny en el domicilio de una familia por tener una bandera española en el balcón. Un par de banalidades alrededor de la cultura, la suya, y se pasa a los deportes, en los que se hablará del Barça hasta la extenuación para dar paso a la información meteorológica en la que aparece un bonito mapa de los Païssos Catalans. A lo largo del día veremos al director de TV3 participar en un gag ridiculizando las prohibiciones de la Junta Electoral en un debate al que solamente se da cancha a independentistas; también otro programa en el que colaboran personajes que desean cortarle la papada con un cuchillo al ministro Zoido; programillas de humor que siempre cargan las tintas contra todo lo español; tertulias políticas vespertinas en las que se entrevista a ex terroristas de Terra Lliure tratándolos como patriotas de una sola pieza. En fin.
Como resumen es suficiente. Albiol se quedó corto cuando opinó sobre este monstruo sectario que, con 2.312 trabajadores, cuesta más de 360 millones anuales. Rajoy dice que esta va a ser una campaña limpia. El PSOE e Iceta, no desean que se toque la tele independentista. Ya lo saben. Hay que salir a boxear contra tres, con una mano atada a la espalda y los ojos vendados. Así da gusto, señor presidente.