Opinión

Dos periodistas en la diana de Moncloa

Llegaron a la política desde el periodismo, oficio en el que se ocuparon poco tiempo. Uno lo abandonó hace décadas y el otro, hace lustros. Ambos son señalados y perseguidos en forma obsesiva por la máquina de propaganda de La Moncloa. Ambos se defiend

  • Miguel Tellado, portavoz del PP en el Congreso, en los pasillos de la Cámara Baja -

Llegaron a la política desde el periodismo, oficio en el que se ocuparon poco tiempo. Uno lo abandonó hace décadas y el otro, hace lustros. Ambos son señalados y perseguidos en forma obsesiva por la máquina de propaganda de La Moncloa. Ambos se defienden con soltura, en ocasiones con afilada sutileza y, en otras, a dentelladas. Ejercen de mano derecha de los referentes máximos del Partido Popular. Unos días hacen de escudo y otros, de lanza. O de mandoble, según se tercie. Ni escurren el bulto ni les gusta pasar inadvertidos. Comparten quizás la idea, junto a la Anna Blume de Auster, que "siempre es tarde para cualquier cosa que no se seguir en pie".

La pieza más perseguida del sanchismo es, ahora mismo, Miguel Ángel Rodríguez, (Valladolid, 60), toda una vida en esto desde que lo fichó Aznar cuando aún daba sus primeros pasos en El Norte de Castilla. Ambos acertaron. Aznar llegó a la presidencia de Castilla y León y luego, a la de Gobierno. MAR se consagró como estratega político y ahí sigue. Se le atribuye lo de "Váyase, señor González". A saber. Nadie duda, sin embargo, de su autoría en dos de los eslóganes más eficaces en su actual etapa. "Socialismo o libertad" y "Me gusta la fruta". Díaz Ayuso consolidó su poltrona en Sol con el primero y fortaleció su imagen de antagonista suprema al sanchismo con el segundo. No todo en Ayuso es MAR, pero sí lo suficiente. Superó los horrores de la pandemia (políticos y económicos) con la estrategia de la economía abierta y las terrazas. Toda España quería una Ayuso en su pueblo. Sorteó la maniobra artera de Casado, a quien tumbó en la lona. Evitó consecuencias funestas en la embestida contra su padre, luego contra su hermano y ahora se defiende a dentelladas del hostigamiento feroz en la causa contra su novio. Víctimas colaterales del odio de Sánchez.

Sánchez es un rival temible, el más peligroso de cuantos se ha topado. La guerra Sánchez-Ayuso está en su apogeo. Las noticias escabrosas sobre las irregularidades empresariales de su esposa le pasaportan al territorio de la ira

MAR sale al quite. Armado del tuiter y de guasap, se enfrenta al ejército propagandístico del ala oeste a su estilo, sin corazas y sin anestesia. Ocupa espacios, acapara trompadas, es un virtuoso pararrayos y un proverbial repartidor de bofetadas. No le disgusta su imagen de broncas, no ahorra el recurso al bulo, al insulto, a la amenaza, al lío. Es un artista del ruido y en salir con vida de las celadas. Choca ahora con un rival temible, el más peligroso de cuantos se ha topado. La guerra Sánchez-Ayuso está en su apogeo. Las brumosas noticias escabrosas sobre las irregularidades empresariales de Begoña se digieren con dificultad en La Moncloa. En este despiadado combate es improbable la paz. Uno de los dos perecerá. Ayuso ya envió al otro barrio de la política a Iglesias, a Casado, a varios Ciudadanos y a Médica y madre (a quien, de rebote ascendió a ministra). ¿Qué pasará con Pedro?

Apenas se sulfura cuando grita, ni se le enciende el verbo ni le arden las palabras. Evita los insultos y se prodiga con una amabilidad quizás impropia de un diputado jabalí, cual es su caso

En la campaña de las gallegas, en un raro arrebato de histrionismo ininteligible, la viceuno del Gobierno, Emejota Montero, quiso hacer una gracieta. "Este hombre que habéis mandado a Madrid, el de las gafas, sí ese que tiene menos pelo..." El aludido era Miguel Tellado, (Ferrol, 50) miembro del equipo gallego que Feijóo se llevó a Madrid, vicesecretario general del PP primero y luego, ya bien asentado en Génova, jefe de filas de la bancada popular en el Congreso.

Tellado ha revuelto las apacibles aguas en las que sesteaban los socialistas en el Congreso, hasta el punto de que pretenden declararle persona non grata en las reuniones de la Mesa donde canta la gallina a los allí presentes, en especial a la titular de la Cámara, Francina Armengol, cuyo cese reclama con insistencia desde que se desveló su connivencia con la trama Koldo y allegados. Tellado estudió Políticas pero estrenó sus pasos profesionales en el periodismo, quizás con vocación incierta. Cuando aún era de izquierdas (que lo fue) y hasta un pelín nacionalista (que quizás) deambuló por Radio Fene, en el pueblo de Yolanda Díaz, pasó luego a jefe de Prensa de ese Ayuntamiento y, de ahí a la diputación de la Coruña hasta que lo descubrió Feijóo y lo llevó a su vera.

Los trucos del diputado jabalí

Apenas hace un año era un absoluto desconocido fuera de su esquinazo y ahora despierta odios desmedidos en los escaños colorados y atrae ataques furibundos desde todos los frentes del aparato de propaganda de Moncloa. Rocoso en el fondo y en la forma, le inventan trifulcas con Cuca Gamarra (su predecesora en la portavocía), le achacan disidencias intramuros del partido, lo adornan con adjetivos despreciables, le dedican sabrosas páginas preñadas de admoniciones nefastas y le aventuran un final político poco complaciente. Es decir, arma lío y anima la escandalera.

Tellado es un tipo risueño, en las antípodas de Óscar Puente, por ejemplo, tan zafio y torpón. Apenas se sulfura cuando grita, ni le arde el verbo o se le escapan las interjecciones. Evita los insultos y se prodiga con una amabilidad impropia de un diputado jabalí, cual es su caso. Saca de sus casillas a sus rivales y hay algunos semovientes, del club de los tiralevitas del narciso, que no pueden retirarse a la cama sin antes haberle propinado unos cuantos guantazos, ora en el micro, ora con la pluma. Desde que cobró protagonismo público en las huestes da la derecha, Feijóo, de quien se piensa 'escolta político', parece respirar más tranquilo, y hasta se muestra algo más certero cuando ataca. "Usted lo sabía y lo ocultó", es la frase decisiva que arrojó el gallego a su contrincante en antológica sesión de control.

El verdadero combatiente debe pensar en atacar y no tener miedo, aconsejaba Valerio Máximo. "Un soldado romano ha de confiar más en la mano de la espada que en la del escudo". Estos dos tipos, MAR y Tellado, libran ahora una incierta refriega contra una jauría despiadada.

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