A finales del siglo XVII un nuevo invento, la máquina de vapor, produjo una transformación radical de la economía y del empleo. Una revolución industrial que supuso desempleo y precariedad para unos, pero oportunidades de progreso para otros.
Cuatro siglos después está en marcha la que muchos califican ya como la cuarta revolución industrial. La convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas está demostrando capacidad más que suficiente para transformar el mundo tal como lo conocemos hoy.
¿Suena alarmista? La verdad es que no importa demasiado como suene, lo que importa es que ya está sucediendo y, además, a toda velocidad. Luego cabe hacerse tres preguntas: ¿Vuelve a repetirse la historia una y otra vez? ¿Qué efectos está teniendo la economía digital sobre el empleo? ¿Traerá esta revolución digital desempleo y precariedad para algunos, pero oportunidades de progreso para otros tal como sucedió en las anteriores revoluciones económicas?
Mercado de trabajo: Situación general
Para responder a estas cuestiones empecemos considerando la situación actual del mercado de trabajo donde, según la Encuesta de Población Activa (EPA), en el segundo trimestre de este año 2018 España ha creado 469.000 empleos, la mayor cifra de toda la serie histórica. Esto ha supuesto reducir la tasa de desempleo al 15,28% que, aún siendo una cifra inaceptablemente elevada, es la menor en casi una década.
La economía digital es ya un sector maduro que representa el 5,7% del PIB, crea empleo de calidad y genera fuertes ganancias de productividad
Ahora bien, este dato tan positivo no debe ocultar dos problemas que persisten de manera tozuda a lo largo del tiempo en nuestro mercado laboral, el primero de los cuales es la temporalidad y precariedad de muchos de estos empleos, y el segundo está estrechamente conectado con nuestro modelo productivo, donde el tamaño relativo de subsectores como la hostelería y otros servicios con bajos niveles de valor añadido y productividad sigue siendo excesivo.
Lo que algunos nos preguntamos es si estos problemas tan característicos de nuestro mercado de trabajo son una especie de condena bíblica de la que no es posible librarse o, por el contrario, existen formas efectivas de corregirlo.
El empleo digital
Pongamos ahora atención en el empleo que la economía digital está generando. ¿Cuál es la situación actual?
En primer lugar, la economía digital es un sector maduro que representa ya el 5,7% del PIB que crea empleo de calidad y que genera fuertes ganancias de productividad. Además, cuenta con buenas infraestructuras, algunas de las mejores redes de fibra óptica y un bastante eficiente sistema de telecomunicaciones. La economía digital ya es una realidad irrefutable.
En segundo lugar, las previsiones apuntan a que durante los próximos cuatro años en España harán falta 3 millones de profesionales con preparación digital que, hoy en día, no existen.
De modo que si no se empieza ya a formar a esos profesionales en competencias digitales lo suficientemente avanzadas se retrasará significativamente el crecimiento de la economía digital en España y se perderá una gran oportunidad de empleo.
Estamos ante la gran oportunidad de la economía española para corregir sus problemas estructurales de desempleo y falta de productividad
En tercer lugar, muchos de los oficios de la nueva economía digital ni siquiera existen en la actualidad. ¿Quién pensaba hasta hace bien poco que alguien podría trabajar de UX Designer, Instagramer, Data Scientist o convertirse en deportista profesional en la modalidad de e-sport?, solo por poner algunos ejemplos.
Para formar a los nuevos profesionales digitales no bastará con capacitarles con competencias técnicas específicas. Mantener una buena empleabilidad a lo largo de la carrera profesional, ahora más que nunca, dependerá de la gran capacidad de adaptación al cambio y de una formación continua exhaustiva.
Por tanto, como en cada una de las grandes revoluciones industriales precedentes, un sector del mercado de trabajo se verá afectado negativamente por la nueva economía digital. Las políticas públicas de empleo deben dar respuesta a este problema social. Conflictos como el del sector de transporte de viajeros o el impacto del comercio electrónico sobre el comercio local son dos buenos ejemplos de ello.
Sin embargo, esto no nos debe impedir ver la gran oportunidad que tiene la economía española y su mercado de trabajo para corregir de una vez por todas los problemas estructurales de desempleo, falta de productividad y precariedad laboral que nos vienen aquejando desde ya hace demasiado tiempo. La economía digital ya está dando una solución eficiente a estos problemas. Es una realidad, las cifras lo confirman claramente a todo aquel que quiera prestar un poco de atención. ¿Sabremos aprovechar suficientemente bien esta oportunidad?