Dicen en Boston que la temporada de béisbol no comienza hasta que en el mítico campo de Fenway Park se escucha el acompasado “pa pa paaaa, good times never seemed so good”de su himno oficioso, el “Sweet Caroline” de Neil Diamond. Que ya son ganas, la verdad.
En política pasa algo parecido con las primeras encuestas de septiembre. Da un poco igual lo lejos que estemos de las siguientes elecciones, son las que marcan el comienzo de la carrera y las posiciones de los contendientes.
Olvídense de las encuestillas de agosto, solo sirven para que algunas empresas nuevas traten de ganar notoriedad a coste de su propia imagen: las encuestas de agosto no valen para nada. Insisto, para nada.
Imaginen que está usted en la playa, o en el chiringuito, o comiendo el estupendo y digestivo arroz con morcilla, señora, suegra y en medio de estos placeres sin par le llaman para que responda a una encuesta. Pues eso, que no valen para nada.
En cambio las de septiembre, ¡uh las de septiembre!, son pata negra.
Y miren, con la encuesta de GAD-3 para La Vanguardia sobre las próximas elecciones catalanas y la de Sigma Dos para Antena 3 sobre la intención de voto a nivel nacional, creo que ya tenemos una fotografía bastante interesante de los movimientos tectónicos que se están produciendo en la sociedad española.
Para empezar, parece que el PSOE de Pedro Sánchez, apoyado en una estrategia absolutamente destructiva basada en la polarización, aguanta bastante bien con una intención de voto entre el 26% y el 28%. No sube, pero no baja. Se mantiene a base de haber chupado la sangre a Podemos y la paciencia a la sociedad española. Pero se mantiene.
El hundimiento de Podemos
Podemos sigue en su brillante ejercicio de espeleología y cae en picado hasta guarismos más propios del PCE de Gerardo Iglesias que de los de un partido que venía a asaltar los cielos y solo está consiguiendo asaltar algunos infiernos.
Vox sigue haciendo la goma, pero parece que ya está claramente por debajo del 14%, la cifra mágica que hizo que en las pasadas elecciones rentabilizase todos y cada uno de sus votos. Con un 13’5% de los votos la formación nacionalpopulista podría perder entre 25 y 20 diputados. No es cosa menor.
¿Y el PP de Pablo Casado? Ya saben, ese partido que según la mayoría de los medios estaba perdido, sin liderazgo y sin futuro… Pues miren, ese partido sigue con su particular subida al Tourmalet y vuelve a recortar espacio al PSOE, esta vez 5 puntos, lo que es una auténtica barbaridad.
Y viendo estos números a mi se me ocurre pensar ¿Y si, a pesar de los rios de tinta publicados, resulta que Pablo Casado tenía un plan, y además ese plan le está funcionado?
Ahí se lo dejo.