Opinión

Érase una vez

Maurice Joly en el Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu vislumbra la posibilidad de neutralizar a la prensa por medio de la prensa misma

  • Juan Lobato en su declaración en la Asamblea de Madrid -

Érase una vez/un lobito bueno/al que maltrataban/todos los corderos/así comienza una canción de cuna de Paco Ibáñez, a quien debemos felicitar en su nonagésico cumpleaños. La canción continúa: Había también/un príncipe malo/una bruja hermosa/y un pirata honrado/ Y concluye: todas esas cosas/había una vez/cuando yo soñaba/el mundo al revés/.

Aceptemos que además del efecto adormidera de su melodía, la letra parece el mejor compendio de la situación en que ha venido a quedar en estos últimos días Juan Lobato, secretario general del Partido Socialista de Madrid, después de su legítimo intento de ponerse a salvo en una notaría, temeroso como estaba de verse enredado en la telaraña pertinaz de malentendidos activados por sus compañeros de partido que le acusan ahora de haber rehusado decir mentiras y de situarse en una posición pública en la que pasara a ser difícil atribuírselas.

Javier Cercas en su discurso “Malentendidos de la Modernidad. Un manifiesto”, leído en su recepción pública como académico el pasado domingo, sostuvo que un hombre con una buena novela en las manos es un peligro público, una bomba de relojería ambulante, un pensador por cuenta propia, un insubordinado en germen, capaz en suma de decir No aun cuando todo el mundo a su alrededor diga Si. La auténtica literatura está compuesta por palabras en rebeldía, y de ahí que represente un peligro para el poder, para cualquier poder que, por esa razón, porque sólo quiere ciudadanos sumisos, siempre aspirará a controlarla, a someterla, a domesticarla.

Lo dicho de la auténtica literatura es de plena aplicación a los medios informativos. Por eso, Maurice Joly en el Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu vislumbra la posibilidad de neutralizar a la prensa por medio de la prensa misma. Y puesto que el periodismo es una fuerza tan poderosa, ¿sabéis que hará mi gobierno, dice Maquiavelo? Se hará periodista, será la encarnación del periodismo. El Diálogo se publicó en Bruselas en 1864, es decir, en fecha muy anterior a que aparecieran las emisoras de radio y las cadenas de televisión que han sido en gran medida el soporte de los medios públicos degenerados en gubernamentales.

El totalitarismo que por alguna parte aflora, según sostiene Jean François Revel, exige mucho más del ciudadano de lo que lo hace la dictadura o la democradura sistemas en los que el ciudadano que no causa molestias al régimen ni dice nada en contrario no tendrá problemas. Es suficiente su pasividad. Mientras que el totalitarismo, en cambio, pretende hacer de cada ciudadano un militante. La sumisión no le basta, exige el fervor. La diferencia entre un régimen simplemente autoritario y uno totalitario reside en que el primero quiere que no se le ataque, y el segundo considera un ataque todo lo que no sea un elogio.

Por esa senda, encontramos la viñeta de El Roto publicada en la edición de El País del 3 de julio de 2019 donde se lee: “Toda crítica es excesiva; todo elogio, insuficiente”. Así explicábamos también la orden de cierre al diario MADRID, dictada el 25 de noviembre de 1971. Los de entonces no habíamos hecho méritos para que el periódico fuera considerado de oposición, no había espacio siquiera para intentarlo. El cierre sobrevino “por falta de calor en el elogio a Franco”, carencia que fue considerada inadmisible. Al Juan Lobato de la canción de cuna, evocada al inicio de estas líneas, le están buscando las vueltas, está en caza y captura, por la misma razón. La falta de fervor se paga. Veremos.

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