Las dos fotografías más reseñables de este estrambote estival tienen a dos protagonistas antagónicos. La primera, esa de Pedro Sánchez en Canarias, plantado al frente de una formación en cuña de hidroaviones, helicópteros, motobombas, mandos castrenses, cargos políticos y algún concejal. Resulta tan provocadora y excesiva que no supera la categoría 'fake'.
La otra imagen se tomó en Galicia, en la fiesta de la vendimia de la localidad de Leiro (Orense) con Mariano Rajoy de pregonero. "Viva el vino... de Ribeiro", clamó el protagonista, en clave de autoparodia a su famoso "¡Viva el vino!" de hace ya doce años por tierras manchegas, exclamación que ha pasado a los anales como uno de los momentos cumbres del marianismo popular. La estampa en cuestión es un arracimado bodegón de discrepantes, con Rajoy al frente, siempre a punto de retirarse definitivamente de la política, acompañado por Alberto Núñez Feijóo, Ana Pastor, Manuel Baltar y la plana mayor del PP gallego. Es decir, la fotografía del anticasadismo.
Reaparición de fantasmas
Poco tiene que ver esta estampa gallega con la petulancia desaforada de Sánchez, tansmutado en un Top Gun de todo a cien. Entre los efluvios vinícolas de la romería de Leiro reaparecieron algunos de los fantasmas que tanto perturban a Pablo Casado en su empeño por resucitar a un PP que él se encontró hace un año al borde de la extenuación. El gallego y su cuadrilla, la santa compaña de los populares gallegos, en feliz celebración.
Casado piensa de Feijóo lo que don Quijote de aquel Fristón, "un sabio encantador, grande enemigo mío, que me tiene ojeriza y procura hacerme todos los sinsabores que puede". Feijóo atraviesa momentos complicados. No sabe qué hacer con su vida (política). Si presentarse de nuevo a las gallegas, que tocan el año que viene, o si esperar a las generales del 10 de novimiebre (caso de que así sea) para actuar en consecuencia según los resultados. O Santiago o Génova, he ahí el dilema. Mientras tanto, no le importa estorbar.
El equipo de Casado asegura que con España Suma, traslación a nivel nacional del positivo experimento navarro, el bloque de la derecha podría doblarle el pulso a Pedro Sánchez
En Génova ya no lo soportan. Este domingo se mostró sutilmente crítico con la aventura de España Suma, estrategia que despachó con un desprecio a la gallega. "Un proyecto que tiene toda la seriedad y espero que sea útil", afirmó complaciente. "En Galicia no es necesario", remató displicente. O sea, Pablo, empieza tú primero que a mí me da la risa.
Disputas internas
El equipo de Casado asegura que con España Suma, traslación a nivel nacional del positivo experimento navarro, el bloque de la derecha podría doblarle el pulso a Pedro Sánchez. El acuerdo en aquellas provincias con escasa representación, amen del Senado, propiciaría un vuelco en el arco parlamentario. Ciudadanos no está por la labor. Ni siquiera piensa en sumar, es decir, cederle protagonismo a las listas del PP allí donde apenas consigue representación. Tampoco en la interna de los populares hay unanimidad. Algunos barones regionales se espantan ante este proyecto, y algunas voces liberales ya ven asomar la patita de Vox por la puerta del acuerdo.
¿Cuándo vocearon tanto los romanos como en el momento de su ruina?. Argumenta Feijóo que este invento de Casado, que ya registró su número dos, García Egea, con el enunciado de todas las regiones, no es necesario en Galicia. Allí ni entra Cs ni entra Vox, repite infatigable. No es cierto. Rivera logró en las generales 180.000 votos y dos diputados en ese esquinazo noroccidental. De ahí tantos aspavientos y tanto enseñar músculo. El PP gallego emite ya algunas señales crepusculares. Necesita un refuerzo, que Feijóo rechaza. Se basta y se sobra. La foto de Leiro, además de la exultante exaltación del ribeiro, debe entenderse también como un aviso severo a Casado. Y van...