Opinión

El extraño caso del militante Page y el presidente ídem

Imagino que el presidente de Castilla-La Mancha será objeto de estudio en un futuro porque casos como el suyo suceden de brevas a higos. Don Emiliano García Page presenta una personalidad digna del doctor Jekyll y su contrapartida, Mr. Hyde. No es inusita

  • Emiliano García-Page -

Imagino que el presidente de Castilla-La Mancha será objeto de estudio en un futuro porque casos como el suyo suceden de brevas a higos. Don Emiliano García Page presenta una personalidad digna del doctor Jekyll y su contrapartida, Mr. Hyde. No es inusitado en el socialismo, evidentemente, pero nadie como el manchego para evidenciar el estoy pero no estoy, el digo no pero digo sí y el no yendo, estoy estando. Que este sea un país descreído y dado a relativizar no es excusa para lo de este hombre. Se pasa la vida poniendo mohines con gesto teatralmente terrible y amenaza con el típico “Como salga del coche te vas a enterar”, típico del bravucón automovilista que dice mucho desde su vehículo pero con las puertas firmemente cerradas y el cristal bien alto.

Pura gesticulación, porque ni él se quiere cargar a Sánchez ni Sánchez le hace puñetero caso, sabedor de que Page seguirá tragando carros y carretas con tal de seguir viviendo de la cosa. Ese doble rostro es una manera como cualquier otra de disimular el bochornoso aplauso a la Ceaucescu en el que vive instalado el monclovita desde que llegó al poder. Todo aquel que no quiso participar en ese “Reina por un día” sanchista fue abandonado, cesado o machacado y ahora en el chiringuito de Ferraz no quedan más que pelotillas en oferta permanente de llévese tres y pague dos. En el PSOE la competición se basa en ver quien adula más y mejor al líder supremo y quien insulta de manera más ordinaria y mendaz a la oposición.

Pura gesticulación, porque ni él se quiere cargar a Sánchez ni Sánchez le hace puñetero caso, sabedor de que Page seguirá tragando carros y carretas con tal de seguir viviendo de la cosa

Page carece de credibilidad, aunque debe suponerle un consuelo saber que no está solo en ese selecto club de los “críticos” del partido como Lambán – vaya otro – que critican con boquita de piñón, pero siguen dócilmente al rebaño, que para eso son ovejas. Lo que resulta extraño no es que exista gente en los partidos que se las den de valientes cuando, en realidad, tiemblan si reciben un ukase de la secretaría de organización. Lo chocante es que todavía existan personas que se lo crean. Y ya hemos llegado al nudo gordiano de este asunto.

El votante socialista es impermeable a cualquier razonamiento que se le pueda hacer porque vive en un estado de fe sin fisuras, levitando por encima de la realidad. No es que no vean que la vida se ha vuelto imposible o que lo tengan todo pagado, es que creen buenamente lo que les dicen esos polichinelas porque, caramba, son de izquierdas y aquí lo importante es que no vuelva el franquismo. Como si el PP o VOX fuesen encarnaciones del Generalísimo. Y no les cuente usted nada más, porque han sido décadas en las que la vaina se ha explicado de cierta manera en bares, reuniones, trabajos, campos de fútbol o familias.

En el PSOE la competición se basa en ver quién adula más y mejor al líder supremo y quién insulta de manera más ordinaria y mendaz a la oposición

La historia de España resumida entre buenos y malos. Con una diferencia: al inicio de la Transición la parte que venía del franquismo asumió errores, se entregó a edificar la democracia y se resignó a ser eternamente lo peor de España pidiendo perdón a perpetuidad mientras que la otra, la izquierda, salió blanqueada como una gente sin mácula, unos héroes, unos seres entregados al bien común incapaces de matar una mosca.

Las consecuencias de no haber sabido reaccionar a tiempo las vemos ahora cuando ya no hay ni tiempo ni ganas de hacer saber a lo españoles que ni todos fueron tan malos ni todos fueron tan buenos, y que la izquierda tiene un armario repleto de esqueletos que sería bueno orear. Por eso, que Page diga hoy una cosa y mañana la contraria es irrelevante, dado que es de los suyos. Y por la misma razón, lo que digamos quienes no estamos con el gobierno será perverso dado que para esta gente somos algo que debería neutralizarse. Como me dijo una señora el otro día, enfadadísima, “Yo no sé cómo le dejan a usted decir las cosas que dice. Si de mí dependiera…”. Lo de la Constitución o la libertad de expresión no existían para ella. ¿Page? Ná siquiera.

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