Ni cien. Ni diez. Ni siquiera un día de cortesía. De Alberto Núñez Feijóo, ANF, se dice que maneja como nadie los tiempos, pero en esta ocasión se le ha echado, le han echado, el tiempo encima. Del PSOE se lo podía esperar. “Feijóo ha venido de Galicia a tapar la corrupción de Ayuso y a capitular ante la extrema derecha”, Felipe Sicilia, portavoz de la Ejecutiva socialista. “Parece que no tiene conocimientos suficientes para atender a los principales desafíos de nuestro país”, Héctor Gómez, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista. Bonita forma de allanar el camino para favorecer el acuerdo. Del PSOE se podía esperar tan cordial recibimiento. Lo que probablemente no entraba en los planes del político gallego (o quizá sí) era un muy madrugador fuego amigo al parecer decepcionado por la ausencia de sangre en el congreso de Sevilla.
El runrún desacreditador del Feijóo “marianista” empezó al minuto siguiente de que el nuevo presidente del PP finalizara el discurso con el que se clausuraba el cónclave sevillano. Como si haber cerrado sin desperfectos irreparables la crisis provocada por la dirección saliente fuera cosa menor; como si recuperar en tiempo récord la autoridad imprescindible para liderar una organización tan compleja como el Partido Popular, muy debilitada tras el paso por Génova de Mariano Rajoy y definitivamente quebrada por el tándem Casado-Egea, no tuviera mérito alguno. Ese quizá haya sido el gran error de Feijóo: no poner en valor la forma y manera con la que ha conducido, casi siempre desde la sombra, un proceso de recuperación de la serenidad y de reconstrucción, al menos formal, de la unidad que Rajoy dejó malherida y Casado remató.
Lo que no entraba en los planes del político gallego (o sí) era un muy madrugador fuego amigo decepcionado por la ausencia de sangre en el congreso de Sevilla
Haría bien Feijóo en aclarar cuanto antes sus intenciones, ponerle letra y música actualizadas a su ideario. Porque, como ya ha podido comprobar, lo de Galicia no sirve de mucho fuera del contorno de la M-30 madrileña. Ni el estilo de contrastada moderación, ni las cuatro mayorías absolutas consecutivas son salvoconductos suficientes en la capital del reino. Aquí, en el foro, en esta élite ilustrada que da lecciones a diario sin haber ganado ni una sola elección, o habiéndolas perdido, o eres de derechas sin complejos o eres cayetanista o no eres nada. O sitúas en el eje de tu política la batalla cultural, por encima del paro y la inflación, o serás considerado un pusilánime. O buscas la forma de reencontrarte con el hijo pródigo, léase Vox, o pasarás a engrosar la nutrida nómina de la derechita cobarde.
Por eso, y alguna cosa más, hará bien ANF en aclarar cuanto antes, dentro de la M-30, si su intención es la que traía de Santiago (de Compostela), es decir, convertir al PP en la opción liberal y reformista que necesita este país, o, a la vista de la acogida, piensa revisar sus convicciones y ejercer como el líder conservador de un partido nítidamente de derechas. Si en su agenda prevalece el propósito de plantear acuerdos transversales para afrontar la crisis, reducir al máximo la polarización y desterrar la confrontación como cotidiano instrumento de la acción política o está dispuesto a reescribir el proyecto para contentar a los nostálgicos de la casa común de la derecha. Si a pesar del regalo envenenado que le dejó en herencia la torpeza de Casado y Mañueco, va a marcar o no distancias con quienes rechazan que se comparta soberanía y destino con nuestros socios europeos y pretenden desmontar piezas clave de la Transición.
Feijóo se la juega ahora, y si no llega a las generales con la suficiente distancia sobre Vox, la distancia que activa el voto útil, adiós al proyecto reformista
Cuando parecía que la suerte estaba echada, mal echada, Alberto Núñez Feijóo se ha encontrado con una imprevista oportunidad para poner en pie una alternativa fiable, moderna y centrada. Puede aprovecharla, ocupando espacios rebosantes de orfandad antes de que Pedro Sánchez despache a Podemos, o puede permitir el coqueteo con lo que hoy, más que un partido, es un turbador repositorio de legítimos cabreos (Abro paréntesis: no querido Miquel, Abascal no pretende reformar España a fondo, pretende desmontarla. Entregarse a Vox sería como regalarle a Sánchez la centralidad. Peor aún: renunciar a servir como instrumento de acercamiento de eso que llamamos las dos Españas y como disolvente de una polarización corrosiva). Posiciones en todo caso incompatibles que van a determinar el destino del político gallego. Porque, tal y como ayer apuntaba este periódico en un editorial, Feijóo se la va a jugar ahora, sin que haya que esperar a las próximas elecciones generales.
Es ahora cuando las decisiones del líder popular van a contribuir decisivamente a definir el peso de Vox. Si en estos meses Feijóo no consigue impulsar la marca, si no amplía la cada vez más corta ventaja que le separa de Abascal, si no llega a las generales con la suficiente distancia, la distancia que inclina la balanza en favor del voto realmente útil, adiós al proyecto reformista. Sánchez ya se ha puesto a la tarea; la de desacreditar al candidato, la de propagar urbi et orbi que PP y Vox son las dos caras de la misma moneda. Y tiene potencia de fuego. Mucha. Yo no lo subestimaría.
La postdata: Olona por Monasterio
Feijóo y Moreno Bonilla deciden en estos días la fecha de las autonómicas andaluzas. Son diversas las variables a analizar antes de inclinarse o no por un adelanto significativo. La principal es la expectativa electoral de Vox, y la aparente conclusión de los dirigentes populares es que conviene esperar a que el “efecto Feijóo” cuaje, y para que la impaciencia haga cometer errores a los de Abascal.
Precisamente, y relacionado con Andalucía, una de las dudas aún no resueltas por el líder de Vox es quién será definitivamente su candidato/a cuando Juanma Moreno convoque. Hasta hoy, se daba por hecho que será Macarena Olona. Sin embargo, distintas fuentes señalan que, viéndose sobrado en Andalucía, Santiago Abascal no descarta utilizar a Olona para una misión aún más estratégica: impedir que Isabel Díaz Ayuso arrase en Madrid y Vox deje de ser un actor imprescindible en la región. Según estas fuentes, Rocío Monasterio no acaba de cuajar y la capital de España es una pieza esencial en los planes de Abascal.
gwy
Mientras "moderación" siga siendo cualquier lugar a la izquierda del punto medio entre la Libertad y el totalitarismo, el PP seguirá sin recuperar los votantes que pierde por el lado de Vox (antes Cs, antes UPyD) y sin convencer a ninguno del PSOE. Podrá atraer a algún arribista que crea que ha cambiado la dirección en que sopla el viento, y a cínicos que necesiten ya que alguien les saque de líos; pero todos esos estarán deseosos de volver a cambiar su voto cunado personalmente les vaya mejor.
javichu
Solo quería decir, tanto a Feijoo (que dudo que me lea), como a este articulista, como a los simpatizantes del PP que todavía siguen ahí, que el enemigo de la unidad de España y de una recuperación tanto económica como social, NO ES VOX, sino el PSOE Y SUS SOCIOS. Mientras los anteriormente aludidos no tengan eso claro, Sánchez seguirá campando a sus anchas, y riéndose de todos los españoles. Es decir, volvemos a la casilla de salida. Antes con Casado, y ahora con Feijoo.
Glo
Pues yo creo que Agustín Valladolid acierta, muy a mi pesar. He comprobado en todos estos años de democracia que conseguir que gobierne la derecha o centro derecha en España, es incompatible con que a mí me convenza 100% ese PP. Feijoo puede ampliar su base por el centroizqda, necesario para poder gobernar. Se le irán muchos x la dcha hacia VOX (no seré yo). Entre los dos, si VOX mete un poco de moderación en su discurso antieuropeo y antiinmigrantes y anti condena de la violencia de género (por ej: deben poner a Ortega Smith en back office, para q no haga tanto daño) ; y, por otro lado, Feijoo no se presta a pactos vergonzosos con el PSOE, sino q negocia con inteligencia y sin ceder en cosas vitales (independencia CGPJ, x ej) y exigiendo la implementación de algunas medidas económicas necesarias, entonces, a lo mejor, y sólo a lo mejor, se podría desbancar a este gobierno sectario y mentiroso. Ojalá las cosas vayan x ahí....
giledu
Llega tarde y le viene grande. Otra vez volvemos a ver un PP continuista, acongojado e incapaz de ir contra la agenda 2030. ¿A qué va a Moncloa? Sospechoso que el trilero nunca llamase a Casado y rápidamente quiera ver al gallego. Los deberes de Feijóo una vez que tomase el poder no serían atacados porque no cree en ellos. El continuismo hace que los desastres que la dupla PP-PSOE han pergreñado en estos 45 años no vayan a corregirse, y necesitamos que se desmonten tantas cosas... No hay tiempo, y en momentos como este, las reacciones han de ser rápidas y tajantes. Puede ser que a la gallega, funcionen las cosas en política, pero lo que ha funcionado para la clase política no ha resultado bueno para el ciudadano, que sufre mientras ellos están cada vez más autoprotegidos. El nivel impositivo para mantener este estado elefantiásico es delirante, y recortar gasto público innecesario (que es una barbaridad, casi el 40%) se hace obligatorio.
RafaR
Me parece que el que ha escrito este artículo tampoco se entera de qué va la cosa. Los que critican el discurso de Feijoo desde "la derecha" (de la psoe y la izquierda ya no espero nada, son ruínes de nacimiento y hasta el más allá, además de inútiles, sectarios, traidores y ladrones) lo hacen, precisamente, dudando que Feijoo vaya a encabezar un movimiento liberal y reformista, y se limite a "centrarse" en la mera gestión gris y funcionarial que hizo que la época Rajoy acabase como acabó: desperdiciando una oportunidad de oro para enderezar lo que la psoe, una vez más, había destrozado. Ésa es la batalla que, precisamente, están dando gente como Cayetana, quién lo intentó hacer desde dentro del PP (con los resultados conocidos) desde un enfoque más liberal, y un partido como VOX, desde un enfoque más conservador pero también abogando por las reformas que son imperiosamente necesarias para revertir el daño causado por la izquierda en este país. Sí coincido en que lo imperioso hasta este fin de semana era arreglar el desaguisado Casado-Egea, pero ofreciendo un puesto a Casado (quién, más bien, debería ser investigado por presunta comisión de delitos) y colocando a gente como González Pons, Cuca Gamarra y otra gente del marianosorayismo no creo que se pueda esperar un PP liberal-reformista precisamente. Yo, por ahora, me limito a observar, pero espero poco del PP (ya me han traicionado lo suficiente para dos vidas). Aunque es cierto que no es una mala opción la de Feijoo, siempre que no se cierre a poder colaborar con VOX si los resultados electorales así lo dictan, aunque desde la izquierda traten de evitarlo con todos los medios a su alcance. Pero, claro, para ello hace falta tener mucha personalidad y unas ideas y principios muy claros, y no dejarse llevar por el qué dirá la progresía.