Opinión

Felipe González se hace el tonto

Él, como los candidatos socialistas autonómicos y municipales de mayo, sabe que Sánchez se ha convertido en electoralmente tóxico

  • El expresidente del Gobierno Felipe González. EFE / Juan Carlos Hidalgo.

Todo vale a la hora de quitarle hierro a las rebajas penales del PSOE en sedición, malversación o ley del sí es sí. Lo intenta el expresidente González con un comunicado desde su Fundación para descalificar comparaciones con el asalto a las sedes institucionales de los partidarios de Bolsonaro. Es un disparate, advierte. En realidad intenta banalizar el flagrante proceso de degradación de la calidad democrática provocada por Pedro Sánchez. No interesa que se asocien cientos de detenidos y peticiones de cárcel por el intento de golpe brasileño con las cesiones a los independentistas del “procés”.

Sin embargo, ningún comunicado de Felipe contra el golpe de Estado aún activo en Perú. En el país andino, las víctimas no son de los “nuestros” como el compañero Lula. Importa poco lo ocurrido con el autogolpe del presidente Pedro Castillo, adscrito al Movadef, brazo político del sanguinario Sendero Luminoso. En este caso el golpista ha recibido el auxilio entusiasta del Grupo de Puebla, en el que participan PSOE, PCE y Podemos, con Zapatero, Yolanda Díaz e Irene Montero como miembros destacados. Los hechos demuestran que los presidentes bolivarianos de México, Argentina, Colombia y Bolivia coordinaron su apoyo al golpista.

El golpe de Estado peruano fue de libro. Castillo decretó el cierre del Congreso, la apertura de un proceso constituyente y la detención de la fiscal general que le investigaba por corrupción a él y a su familia. El primer ministro Aníbal Torres anunció “correrán ríos de sangre”. La insurgencia, preparada desde meses antes, le ha dado la razón. Como han demostrado los servicios de inteligencia y la policía, la revuelta está dirigida por militantes del narcoterrorismo senderista y orientada a crear el caos en el país.

La última opereta ideada por Sánchez con el título “cómo se identifica a un ultraderechista”. Su respuesta: “Es alguien que siempre se opone a cualquier avance social”

Esto le importa poco a González. Tampoco le impresiona el disparate de establecer una comparación entre Trump, Bolsonaro y Núñez Feijóo, como hace Sánchez. Siguen el relato fabricado por el Grupo de Puebla y el Foro de Sao Paulo -creado por Fidel Castro y Lula-. En Argentina, por ejemplo, el ministro de Exteriores reproduce el mismo mensaje, con el opositor Mauricio Macri en el lugar del líder del PP. Estas cosas que comprometen a su partido, ¿no las  ve Felipe? Le convendría, si se tomara en serio el proceso de polarización social protagonizado por el gobierno sanchista en una sociedad ya harta de guerracivilismo. Pero podría comparar también con la vecina Francia. Vería dos polos, a derecha e izquierda, donde se ubica el ya insignificante Partido Socialista francés, y en el centro un partido de gobierno liderado por Emmanuel Macron.

El expresidente puede hacerse el despistado mientras el PSOE practica la estrategia bloque contra bloque que les ubica en la extrema izquierda como a sus camaradas franceses. Se puede comprobar en la última opereta protagonizada por Sánchez con el título “cómo se identifica a un ultraderechista”. Su respuesta: “Es alguien que siempre se opone a cualquier avance social”. Lo dice el responsable de los peores datos sociales y económicos de Europa. No tienen sentido del ridículo.

Les va a servir de poco utilizar una y otra vez el comodín “todos fachas”. No son muy originales. Reproducen las prácticas de populistas como López Obrador o Cristina Kirchner cuando acusan de fascismo a los intelectuales de trayectoria inequívoca Enrique Krauze, mexicano, o Jorge Fernández Díaz, argentino. Aquí ya han empezando a disparar contra la manifestación convocada el próximo 21 en Cibeles. El fascista es Fernando Savater, al que señalan desde la trinchera de El País.

La Corte Suprema ha tenido que advertirle por cuestionar desde el ejecutivo sentencias judiciales. ¿Comparamos? Es como si Bolsonaro volviera a ganar e indultara a los asaltantes de Brasilia

Más análisis comparativo. En Chile el gobierno de comunistas y asociados ha provocado la llamada “crisis de los indultos”. El presidente Gabriel Boric prometió en la campaña que no indultaría a los condenados por graves delitos durante el denominado estallido social. Ahora está indultando camaradas -“presos políticos”-. Mintió, pero es aún peor la justificación. Les indulta, declara, por no ser realmente delincuentes, sino líderes sociales, “jóvenes idealistas” condenados injustamente. La Corte Suprema ha tenido que advertirle por cuestionar desde el ejecutivo sentencias judiciales. ¿Comparamos? Es como si Bolsonaro volviera a ganar e indultara a los asaltantes de Brasilia.

Para González, estas comparaciones son disparates. Se hace el tonto ante los ataques desde el gobierno Sánchez al Estado de derecho y los torpedos contra la Seguridad Nacional con la apertura de nuestros Servicios de Inteligencia (CNI) al independentismo. Sigue un propósito en el que reincide desde hace tiempo: salvar los muebles tras una derrota de Sánchez que sabe inevitable. Está pensando en el PSOE post-sanchista. Él, como los candidatos socialistas autonómicos y municipales de mayo, sabe que Sánchez se ha convertido en electoralmente tóxico. El mensaje del expresidente es qué culpa tiene un aspirante socialista a una alcaldía de los desmanes del gobierno tripartito con comunistas y secesionistas. Buen intento, pero a destiempo.

Pudieron haber evitado la deriva del partido que ha llevado al país a una situación de grave riesgo y no lo hicieron. En el momento del pacto con Bildu en Navarra, Emiliano García-Page declaró que él confiaba en su compañera de partido María Chivite. Se hicieron los tontos y hoy la presidenta navarra es en la práctica tan Bildu como Bildu. Ahora el PSOE al que quieren volver no existe. Les pasó a sus colegas franceses y, aunque no le interese a Felipe, las comparaciones aportan mucha información en los análisis de la realidad política.

Como se comprueba en la encuesta de VP, muchos electores que votaban socialista les han cogido la matrícula y, al modo del entremés del burro falso, les están diciendo “el que no te conozca que te compre”. Tras cuatro años mirando para otro lado, hacerse el tonto no servirá de mucho.

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