La cacería contra Isabel Díaz Ayuso ha evidenciado que el sanchismo depositó todas sus esperanzas de sobrevivir políticamente en tener enfrente un buen adversario. Han actuado como describe Umberto Eco en Construir al enemigo; si pueden elegir, mejor Pablo Casado, en el que no confían ni sus propios votantes, que la imbatible presidenta de Madrid.
No están ganando la apuesta. Con toda la artillería mediática sanchista al servicio de Casado y Egea, desde Prisa al Conde de Godó, con el protagonismo de La Sexta -la tv en la que se limpian los mocos con la bandera de España- y García Ferreras al frente de las maniobras, han logrado el efecto contrario: con cada golpe recibido, Ayuso crece en valoración pública. Finalmente, con la caída de Casado el sanchismo pierde la oportunidad de contar con un buen enemigo.
A la espera de que el PP resuelva su crisis, queda en el aire el pestazo de una estrategia de manipulación informativa orientada a salvar a Casado frente a Ayuso. Los colaboradores mediáticos de Pedro Sánchez deberían haber leido la Retórica de Aristóteles para entender su fracaso en el aquelarre contra la presidenta. El gran filósofo hace depender la credibilidad en el discurso público de la capacidad argumental (logos), del prestigio personal adquirido (ethos) y de la sintonía con la gente (pathos). En los tres niveles -logos, ethos y pathos- la presidenta de la Comunidad de Madrid les ha vapuleado.
Isabel Díaz Ayuso conecta con una corriente subyacente de opinión indignada con la política corrompida que explota en el 15-M. Entonces, las encuestas apuntaban que un 80% de los ciudadanos simpatizaba con esa reacción de hartazgo. Pasados diez años, los movimientos políticos que bebieron en aquella fuente han defraudado, pero se equivocan quienes piensan que ese estado de cabreo se ha diluido, que las prácticas políticas delbipartidismo se pueden restaurar. Al electorado diverso que suma Ayuso le une el apoyo a una dirigente que inspira confianza. Contra eso se estrellan los García Ferreras.
En la persecución programada contra la presidenta madrileña se centraron en las falsificaciones mediáticas para conseguir imponer un punto de vista interesado al servicio de la coalición Frankenstein
Perdidos en la charlatanería (bullshit) de contratos, comisiones, modelos de mascarillas, retórica utilizada como base de falsificaciones para confundir a la opinión pública, están cosechando una pérdida de credibilidad porque el público detecta el abismo entre las afirmaciones contra Ayuso y los hechos. Una gran mayoría les ve, no como periodistas que informan, sino como activistas políticos al servicio del bloque de la moción de censura.
El prestigioso maestro de periodistas Mark Thompson – Sin palabras. ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política?, 2017-, advierte sobre los peligros de confundir periodismo con partidismo, y ofrece un catálogo de técnicas de manipulación (spin) que parecen extraídas de nuestros bullshitters locales del sanchismo.
En la persecución programada contra la presidenta madrileña se centraron en las falsificaciones mediáticas para conseguir imponer un punto de vista interesado al servicio de la coalición Frankenstein. Poca importancia tiene para estos manipuladores profesionales si son 50.000 euros o 300.000, si se trata de comisión o facturación de un trabajo, si hablamos de un contrato o mil, de tapabocas o de bombillas, o de si el IVA se aplica al contrato o a la venta de mascarillas, como improvisa Javier Ruiz en TVE. Importa construir narrativa con insinuaciones que saben que no pueden concretar.
Para estos propagandistas del gobierno Sánchez, solo importa qué favorece a la causa y qué le perjudica. Degradan la comunicación pública, vital para una sociedad sana. Ejercen como agentes políticos al servicio de unos partidos que están minando nuestro Estado-nación. Han adquirido tanto poder que ya no reciben consignas, como en la época de Iván Redondo en Moncloa, ahora son ellos los que informan a Sánchez sobre qué tiene que decir, como en sus ataques a la presidenta de Madrid, él, un mentiroso serial.
Si se lee al inefable Félix Tezanos, se comprobará que no les importan los hechos, ni el mundo real, sino el que se puede fabricar desde el activismo político, con encuestas ad hoc o con cine militante financiado por Roures. En esta dirección, la doctrina de nuestros propagandistas “al rojo vivo” prioriza sobre todo negar la existencia de extrema izquierda en España. Si alguien osa evidenciar que existe, le gritarán ofendidos “no es lo mismo”. Otra cosa son los hechos, como la caída de la desigualdad en Madrid (¿derecha?) y su aumento en Barcelona (¿izquierda?), demostrada por estudio del Banco de España.
Así fusilaron al exlíder del PSOE madrileño Tomás Gómez, sustituido por el pío Ángel Gabilondo con un golpe antidemocrático desde Ferraz
Tanta falsificación de los hechos tiene consecuencias. Ahí están los procesos de creación de un PNV por provincia, que la degradación sanchista, política y mediática, ha incentivado, sumando al misil de la España plurinacional, el de la pluriprovincial. O las cuentas de Eurostat sobre la debacle económica y social del gobierno de Sánchez. Tapar el desastre con cambios constantes de conversación es el trabajo diario de los Fernando Garea, Esther Palomera, Nacho Escolar y un ejército cada día más numeroso de activistas distribuidos por todos los platós. Se han consagrado todos al servicio de la causa sanchista, incluidos los medios conectados con ideologías castrochavistas -Público, infoLibre, elDiario.es, etc-.
De eso va la guerra total contra Ayuso. El modus operandi, al menos para Pedro Sánchez, no es nuevo. Así fusilaron al exlíder del PSOE madrileño Tomás Gómez, sustituido por el pío Ángel Gabilondo con un golpe antidemocrático desde Ferraz y con insinuaciones sobre una corrupción inventada en la construcción del tranvía de Parla, todo ello bien cebado por los medios de Prisa. Una forma corrupta de entender la política y el periodismo. ¡Un peligro!
Núñez Feijóo deberá demostrar si ha entendido que su desafío va más allá de la alternancia bipartidista, si asume el liderazgo para evitar la demolición de la España constitucional. Muchos que no comparten la ideología del PP esperan que utilice la auctoritas de Ayuso ganada en buena lid. En un año la presidenta podrá demostrar en las elecciones de Madrid, “minuto y resultado”, si gana ella o García Ferreras y sus camaradas, que han fracasado a la hora de rescatar a Casado, el buen enemigo.
De momento, la presidenta va goleando.