Fue en una respuesta a Laura Freixas, lo recuerdo perfectamente. Corría el mes de marzo del año 2010 cuando Félix Romeo rebatió la acusación de machista que le había lanzado la escritora en ocasión de una lista de cien libros imprescindibles, en cuyo diseño había participado el aragonés, y en la que, según ella, Romeo aportaba muy pocos títulos escritos por mujeres.
Laura Freixas le afeó a Félix Romeo no sólo que hubiese dejado fuera a muchas autoras en aquel reportaje publicado en la revista Letras libres, también le reprochó que hubiese citado más libros de escritores aragoneses en proporción con el resto. Le pareció a Freixas que Romeo barría para casa y añadió, como venenosa explicación, que quizá lo hizo porque era lo que mejor conocía.
La respuesta del aludido no tardó en llegar. Fiel a su estilo, Félix Romeo afiló (aún más) la pluma y escribió una joya del columnismo que llevaba por título Todos los escritores del mundo son aragoneses, un ácido alegato en el cual Romeo se valía de cualquier revés para convertir en aragoneses a todos los escritores, incluso a los que no hubiese manera alguna de hacerlos pasar por maños. O justamente por eso.
Pérez-Reverte nació en Murcia, pero vive en la capital, y es lo convierte en madrileño, como al sevillano Eslava Galán y hasta el catalán Vila-Matas, que viene a Madrid a cada rato
Merece la pena recordar algunos de los casos que exponía Romeo: Homenaje a Cataluña, de Orwell, sucede casi en su integridad en Aragón. Hemingway bautizó su barca Pilar, como el nombre de la virgen y de una de sus amantes zaragozanas. El padre de Andrés Trapiello hizo la guerra en el frente de Teruel, así que por esa lógica también él calificaba como maño y hasta incluyó en la lista al austriaco Thomas Bernhard, a quien tanto le gustaba Goya que hasta le dedicó unas páginas.
La madrileñofobia desatada en estos días, ese miedo a que los capitalinos salgan de su ciudad y se conviertan en causa de rebrotes en toda España, me ha hecho pensar en el texto de Romeo, que fui a buscar inmediatamente. Me di un gustazo leyéndolo y todavía más intentando adaptar esa lógica regional a la ojeriza contra los gatos cuando faltan apenas unos días para levantar el Estado de alarma..
El experimento de Romeo con la literatura es extrapolable a casi todos los ámbitos. Empecemos por los escritores: Arturo Pérez-Reverte nació en Murcia, pero vive en la capital, y por tanto es madrileño. El andaluz Juan Eslava Galán se mudó de Barcelona a la Puerta del Sol; eso lo convierte también en madrileño. Vargas Llosa, que es peruano, otro más... Si hasta al barcelonés Enrique Vila-Matas, por venir tan a menudo a la ciudad, terminaría en la lista de los madrileños.
Aunque carece de mar, Madrid es como un puerto: acoge a quien venga sin importar su lugar de procedencia
El reusense Andreu Buenafuente, que graba algunos de sus programas del Terrat en Tres Cantos, es también madrileño, como lo sería la periodista barcelonesa Susanna Griso y hasta el camero Sergio Ramos, que no sólo vive en la ciudad sino que juega en un equipo madrileño, o el Cholo, que entrena a los Atléticos, y hasta Pep Guardiola, que venía a jugar a la capital con el Barcelona FC cuando fue su entrenador o con el Manchester hace unos meses.
Aunque carece de mar, Madrid es como un puerto: acoge a quien venga sin importar su lugar de procedencia. Para algunos como yo, Madrid es la relación más larga que hemos tenido alguna vez, un lugar que recibe y aloja, que se hace hogar muy fácilmente. Canalla, solidaria, festiva, sobria cuando debe y exagerada casi siempre, esos son algunos de los atributos que nos han empujado a muchos a hacernos gatos. Podrán afearnos las visitas a otras capitales y regiones, pero siempre podremos contestar, como Félix Romeo a Freixas, que todos los ciudadanos del mundo somos madrileños.