Dicen quienes conocen al spin doctor de La Moncloa, Iván Redondo, que siempre plantea varios escenarios antes de realizar cualquier movimiento y que su principal habilidad es la de aprovechar las debilidades de los adversarios políticos de sus clientes. Así lo hizo con el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol; con el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti; o con el presidente extremeño, José Antonio Monago. Y ahora, con Pedro Sánchez, lo explota hasta el límite.
En Moncloa han olido sangre con Pablo Casado desde hace tiempo: el PP tiene una hemorragia en los juzgados –caso Cifuentes, caso Bárcenas, caso Villarejo, todos ellos activados en enero y en plena precampaña o campaña para el 14-F…- y no piensan soltar la presa. El objetivo está claro: eliminar al PP como alternativa de gobierno y garantizarse, de esta manera, que la única alternancia en La Moncloa será del PSOE con Podemos o la del PSOE con Ciudadanos, ya veremos qué sucede tras las elecciones catalanas. Pero siempre con el PSOE como eje.
Para ello, es necesario, primero, liquidar a Casado y el mantra de Génova sobre que “su PP” no tiene nada que ver con el de Mariano Rajoy o José María Aznar –una táctica, por cierto, calcada milimétricamente de la que usaron Ábalos o Carmen Calvo cuando la Justicia condenó al PSOE por los ERE-.
Bien es cierto que al PP no hace falta empujarle mucho para que, judicialmente, se ponga cada día la soga al cuello. Bárcenas comparte cárcel con Alberto López Viejo mientras Rodrigo Rato acaba de salir con libertad condicional... Pero si se precisa algún empujón, siempre habrá un juez para una instrucción concreta: Santiago Pedraz, el amigo que despidió con lágrimas a Baltasar Garzón, el condenado por prevaricar en la Gürtel y novio de la actual fiscal general del Estado, es curiosamente el encargado de los papeles de Bárcenas desde hace unas semanas.
Bien es cierto que al PP no hace falta empujarle mucho para que, judicialmente, se ponga cada día la soga al cuello. Pero siempre hay un juez para una instrucción o un fiscal -"¿la Fiscalía de quién depende?", Sánchez dixit- para una pena de banquillo"
Y si el juez falla, la sospecha recae sobre una Fiscalía Anticorrupción dependiente jerárquicamente (“¿La Fiscalía de quién depende? Pues eso”, dijo gráficamente el propio presidente del Gobierno) de la propia María Dolores Damiana Delgado, exministra del propio Sánchez. ¿Cómo no sospechar...?
El 14-F y lo que espera al PP
Este 14-F es un ejemplo de lo que le espera al PP y a Pablo Casado. La maquinaria de las TV y los medios amigos del Gobierno han bombardeado con las amenazas de Bárcenas prácticamente desde el comienzo de la campaña. El enemigo a batir en Cataluña parecía ser el PP cuando sus aspiraciones, desde el comienzo, eran apenas pasar de los paupérrimos cuatro diputados con los que cuenta como una fuerza residual en el Parlament. Ahora, algunos deslizan incluso la posibilidad de que no entrara en el Parlament al no superar la barrera del 5%.
Alejandro Fernández, uno de los líderes regionales del PP más valiosos, que lleva años intentando recuperar el papel del partido en Cataluña y que ha realizado muchos sacrificios personales en estos días, probablemente sufrirá un nuevo batacazo. Pese a haberse volcado Génova -desde Casado a líderes regionales como Ayuso, Almeida o Moreno Bonilla- o precisamente por ello: la marca PP ahora mismo parece ser un lastre en regiones como Cataluña o el País Vasco. Y Moncloa acaricia su gran objetivo: que Vox supere a los populares y, a ser posible, también a Ciudadanos. Convirtiendo cada vez más a Santiago Abascal en el referente de la oposición a Sánchez.
La pinza que comenzó en la votación del decreto de los fondos europeos, cuando los de Abascal –que no olvida el papel y los ataques personales de Casado en la moción de censura- salvaron in extremis a un Sánchez abandonado por ERC y cercado por la negativa de PP y Ciudadanos, se va a extender en el tiempo.
Desmovilizar al centro
En Moncloa saben que convertir a Vox en el referente de la oposición de derecha le garantiza años de poder en Moncloa por el rechazo que sus postulados eurófobos e iliberales provocan los de Abascal en la gran masa de votantes de centro que, no lo olvidemos, es la que acaba dando la victoria históricamente en las elecciones generales.
Liquidar políticamente al PP y desplazar el eje de la oposición española hacia el extremo de la derecha supone ‘centrar’ falsamente a un PSOE que, con Sánchez y sus aliados, está cada vez más radicalizado. Si, además, la muerte política y judicial del PP va acompañada por un debilitamiento cada vez mayor de Cs –que será tan residual en Cataluña después del 14-F como lo es hoy en el Congreso de los Diputados- el resultado es un panorama político donde el PSOE podrá elegir socio a su izquierda –Podemos o los independentistas- o a su derecha –Ciudadanos- durante años.
Ése es el sueño de Sánchez. Y Casado haría bien en soltar amarras de una vez y refundar este PP antes de que la realidad le sepulte.