“Todo el mundo sabe que mi compromiso con Mariano Rajoy tenía fecha de caducidad, porque estaba acotado a los cuatro años de duración de la Legislatura; ocurrió que me tuve que quedar un año más por las circunstancias de todos conocidas en 2016, y que después entré en el Gobierno salido de las últimas generales porque expresamente me lo pidió Mariano, de modo que antes o después mi salida estaba cantada, porque es lo natural y lógico y porque todo el mundo lo sabe dentro y fuera del PP”. Parece que el propio Luis de Guindos anunciará hoy, por fin, su candidatura a la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE), un puesto que el próximo 31 de mayo deja vacante el portugués Vítor Constancio. “El objetivo de todos debe de ser que España vuelva al BCE porque va a tener que tomar decisiones muy importantes y siempre es relevante tener presencia en los organismos internacionales”, aseguró ayer el propio ministro.
La presencia de De Guindos en el actual Ejecutivo ha sonado siempre un tanto forzada, casi extemporánea. Desaparecida gente de la primera legislatura como García-Margallo, José Manuel Soria, Miguel Arias Cañete y algún otro con los que componía un ala liberal tan potente como inoperante durante la primera legislatura, el titular de Economía ha quedado como el único representante sensible a esa ideología, un hombre más bien aislado o en tierra de nadie en el seno de un Ejecutivo descaradamente socialdemócrata cuyo único sustrato ideológico es la ocupación del poder por el poder.
¿Es la vicepresidencia del BCE una salida “limpia” para un hombre como De Guindos? Desde luego que sí. Se trata de recuperar la posición que España perdió tras la salida en 2012 de González-Páramo de la institución y que nunca debió perder. Un puesto con un salario más que aceptable, muy superior a los 70.000 euros brutos que hoy gana el responsable de conducir la política económica española –asignatura pendiente: no es razonable que el ministro de Economía o el presidente del Gobierno ganen lo que ganan, entre otras cosas porque esos estipendios nunca animarán a la gente mejor preparada a orientar sus pasos hacia una ocupación tan denostada, además, como la política-, que como contrapartida lleva la cruz de tener que residir durante 8 años en ese maravilloso lugar, cumbre del aburrimiento universal, que es Fráncfort del Meno, casi un castigo equiparable al de Bruselas.
El entorno del ministro asegura que le ha dado muchas vueltas, que se lo ha pensado por activa y pasiva, y que solo al final, tras una conversación privada muy reciente con Rajoy, ha dado el paso definitivo. Entre otras cosas, porque ocupar ese sillón no va a ser tarea fácil. En primer lugar, porque va a tener que competir con el gobernador del Banco de Irlanda, Philip R. Lane, y porque para conseguir la pieza no basta con el apoyo de los tres grandes (Alemania, Francia e Italia), sino que se requiere mayoría cualificada (20 de los 28 votos del Consejo Europeo), siempre y cuando ese apoyo represente a más del 65% de la población de la UE, lo que hace obligado contar con el respaldo de los países pequeños de la Unión.
Mariano sabe que le aprecio y le valoro”, un sentimiento que no parece que sea general entre los integrantes del Ejecutivo. Tampoco es que De Guindos tenga muchos amigos en el mismo, para qué negarlo"
“Para mí ser vicepresidente del BCE no es una prioridad absoluta”, aseguraba el propio De Guindos a finales del año pasado, “y no estoy obsesionado con el puesto, como no lo estaba con la Presidencia del Eurogrupo -un cargo al que me presenté porque me lo pidió Mariano-, porque tengo otras alternativas. Naturalmente que si decidimos ir adelante, Mariano se tendrá que emplear a fondo, quiero decir, tendrá que molestarse y llamar a sus pares, pedir el favor a los jefes de Gobierno con quienes alterna en el Consejo Europeo. Yo sé que lo va a hacer, porque esta salida no solo es buena para mí, sino también para él. Ha llegado el momento de dejar las labores de Gobierno. Mariano sabe que yo no conspiro, que no hago grupos, que no monto pollos, y que le soluciono problemas. Por eso estoy convencido de que, si decidimos tirar para adelante, se va a implicar a fondo, fundamentalmente porque sabe que en ningún caso me voy a quedar, que de todos modos dejaré el Gobierno”.
Los 'Sorayos' contra De Guindos
“Mariano sabe que le aprecio y le valoro”, un sentimiento que no parece que sea general entre los integrantes del Ejecutivo. Tampoco es que De Guindos tenga muchos amigos en el mismo, para qué negarlo. La columna vertebral de los Sorayos que componen los Nadal, el propio Montoro y algún otro, no ha dejado de poner palos en las ruedas de un personaje con el que ideológicamente no comparten casi nada. No pocas de las informaciones a él referidas que en los últimos tiempos han visto la luz han tenido su origen en los supuestos “compañeros” de Gabinete, decididos a hacerle luz de gas y a frustrar cualquier eventual salida airosa del Gobierno, y ello a pesar de su interés por verle desalojar cuanto antes un ministerio que desean ocupar de inmediato, bien directamente o por persona interpuesta.
La Vicepresidencia del BCE es, por eso, una solución más que aceptable para un hombre que ha tenido que bailar con la más fea de una descomunal crisis bancaria, en realidad de las Cajas de Ahorros, que requirió la inyección mayúscula de dinero para salvar de la quiebra a un sistema que, en caso contrario, hubiera arrastrado a España por el desagüe de un rescate de consecuencias imprevisibles. Además del rescate de las Cajas, operación muy valorada en Bruselas, a su favor juega también la recuperación de la economía española y su experiencia como ministro de la eurozona (Guindos es uno de los miembros más antiguos del Eurogrupo), sin olvidar las excelentes relaciones que siempre ha mantenido con el “jefecito” alemán, su homólogo Wolfgang Schäuble, y con sus sucesores.
La decisión se tomará el 19 de febrero en el Eurogrupo, y deberá ser examinada en el Consejo Europeo de ese fin de semana, para ser ratificada en el Ecofin siguiente, lo que quiere decir que De Guindos deberá acudir a ese Consejo del 23/24 de febrero ya como ex ministro, lo que a su vez implica que la crisis de Gobierno provocada por la necesidad de encontrarle sustituto debería ser más o menos inmediata. Una solución y varias incógnitas: qué tipo de crisis tiene Mariano en mente y quién será la persona que ocupe esa cartera. La elección de uno de los “Nadal Brothers” sería simplemente escandalosa, además de ruinosa para el prestigio, si alguno, de Mariano. Conociendo el paño, imposible descartar nada y desde luego obligado resulta apostar por el simple reemplazo de uno por otro y aquí paz y después gloria, por mucho que al PP y al propio Gobierno, fosilizado entre la cobardía y el pánico, le vendría como agua de mayo una auténtica revolución capaz de inyectar un poco de vida al moribundo. Peras al olmo.