España todavía no ha ganado nada en esta Eurocopa, pero convendrán conmigo en que el viento en contra de la selección de fútbol está cambiando a favor desde hace días y con él nuestro ánimo colectivo como país; intuyo que también el de un Pedro Sánchez que cae en barrena en aprecio ciudadano, según casi todos los sondeos publicados.
Veamos, la situación hace una semana en los bares (el diván por excelencia) era más o menos la siguiente: “¡Qué desastre todo! y mira que se veía venir”; Luis Enrique es un “chulo” que cae mal a media humanidad -no solo al diez por ciento de la misma seguidor del Real Madrid-; a estos paquetes les conocerán en su casa a la hora de comer porque lo que es yoooo , clamaba con énfasis en la ‘o’ Juan Español mientras las tertulias televisivas y radiofónicas le ratificaban en su grito de guerra: “¿donde está Sergio Ramos?” entre golpes de pecho guionizados, pausas dramáticas y sintonías de derrota;… “y qué me dices de (Álvaro) Morata, que no mete un gol ni al arco iris”. Creo que no me dejo nada… Si lo hago, añadan al gusto, como en las pizzas.
Al oprobio y el escarnio con que la mayoría en esta España de los indultos sintió durante esos días una medida de gracia del Gobierno con quienes no han tenido el mínimo gesto de reconciliación tras lo ocurrido el 1 de octubre de 2017, más bien al contrario, se solapa esa fatalidad deportiva grabada en el subconsciente colectivo de un país que se cree perseguido por el mal fario desde tiempo inmemorial.
En estas estábamos, solazándonos en nuestra desgracia, rebozándonos en la tristeza que nos dejó hace dos siglos Fernando VII dejando caer el imperio y ya puestos, también esta Eurocopa, preparándonos como solo un español sabe para la derrota anticipada frente a esa semidesconocida Eslovaquia, cuando va el odiado Luis Enrique y nos cambia el guion del rumbo a la catástrofe; revoluciona el once -ganas me están dando de pasarme al periodismo deportivo- y la España paquete la mete… Morata todavía no.
Tertulias, bares y Twitter comienzan a tranquilizarse pese a la falta de gol de la delantera; lo de “los catalanes” ha pasado a segundo plano y hasta el gol de Morata a Croacia ha servido para bajarle del trending topic burlesco
Tertulias, bares y Twitter comienzan a tranquilizarse pese a la falta de gol de la delantera todavía frente a los eslovacos; lo de “los catalanes” (tal parece que se ha indultado a todos) ha pasado sibilinamente a un segundo plano y hasta Morata y sus pifias, trending topic en la barra del diván, además de las redes sociales, han empezado a cotizar a la baja. Al Gobierno, señalado y en apuros, ya se le empezó a aliviar su situación tras ese partido.
Hasta el nacionalizado Aymeric Laporte y otro sospechoso habitual, el vasco Azpilicueta, empezaron a parecernos tan españoles como la sangría; casi al punto de hacer olvidar a un tal Sergio Ramos -a alguno había que oírle hace quince días y ahora sólo le falta preguntar: ¿quién es Ramos? (esto también es mucho español, que diría Mariano Rajoy)-.
Y llega el lunes 28. Croacia. Histórico, extraño y agónico 5-3 que nos engancha por ser lo más vibrante que ha disputado La Roja -Blanca para la ocasión- en competición oficial desde los tiempos de Vicente del Bosque. España demostró no solo que juega sino que supo sobreponerse al tremendo error del portero Unai Simón y sufrir 120 minutos frente a un especialista en partidos enredados como Modric -no en vano subcampeón del mundo hace cuatro años-.
Todos, croatas y españoles hicieron que el partido se pareciera por momentos al que juegan los Pelé y Ardiles en aquella película mítica Evasión o victoria, de John Houston, donde un grupo de prisioneros aliados ganan un partido de fútbol a los nazis y luego se fugan por las alcantarillas del estadio. Y de colofón: ¡¡¡Goooolazo de Morata!!!… ¿Puede pedir algo mejor un gobierno asediado por las encuestas?
Sí, estimado lector… así es la montaña rusa emocional del país excesivo que somos, para lo bueno y para lo malo; tan solo una semana y la España de los indultos parecía este martes otra
Sí, estimado lector… así es la montaña rusa emocional del país excesivo que somos, para lo bueno y para lo malo; tan solo una semana y la España de los indultos parecía este martes otra. Pedro Sánchez, seguro, duerme mejor y no solo porque Pablo Iglesias ya no esté en La Moncloa, que también, sino porque sabe que la política, como el fútbol, es un estado de ánimo. Y lo va a aprovechar para quitar del foco de la opinión pública esas polémicas medidas de gracia con Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Jordi Cuixart y los otros seis encarcelados.
Pablo Casado y el PP, todo él, hasta los más críticos con Génova, creen que Sánchez está políticamente muerto -“no puede ir a un restaurante sin que le abucheen”, me decía este lunes alguien muy próximo a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso-. Puede que sea cierto y que al PSOE le sea imposible remontar los sondeos adversos, pero dos años son mucho tiempo en política y, hoy, España está a tres partidos de ganar la Eurocopa; el primero, por cierto, frente a una Suiza que ha echado del torneo nada menos que a la Francia de Mbappe, rival mucho menos asequible en cuartos de final.
Si eso ocurre, si España gana la Eurocopa y se produce una explosión de júbilo colectivo, justo en el tiempo en el que van a empezar a llegar los primeros datos positivos de inmunidad de grupo por vacunación y los primeros fondos europeos… ¿Alguien cree que el presidente del Gobierno va a renunciar a surfear esa plácida ola y a dejarse rescatar en los sondeos por ese equipo que Luis Enrique definió como “Morata y diez más”? Ni pagando conseguiría el PSOE semejante campaña de publicidad positiva, que necesita como el comer, por cierto… Y si tienen alguna duda, sólo tienen que mirar aquí abajo: