La recesión exógena derivada de la covid-19 supone la enésima llamada de atención en favor de un cambio de paradigma económico. No se preocupen, al igual que en la Gran Recesión, no se hará de manera inmediata, porque quienes implementan la cosa pública siguen enarbolando su manual de instrucciones, absolutamente desfasado, completamente inoperante. Esta vez, sin embargo, de la necesidad harán virtud, ¡esperemos! Porque hay dos realidades previas a la pandemia que ahora sin duda deberán ser abordadas, si cabe, con más imaginación y decisión en los próximos años.
Por un lado, el cambio climático, que sigue su curso, y que ya está provocando quiebras de empresas. Las autoridades monetarias, de facto están impulsando la transición hacia una economía de baja emisión de carbono porque les interesa garantizar que el sistema financiero pueda adaptarse a los cambios desencadenados por esas decisiones, y evitar un 'momento Minsky' climático. Por otro lado, la necesidad imperiosa de abordar las causas subyacentes de la fragilidad implícita actual, derivada de una financiarización excesiva de la economía. El objetivo es acometer ambas realidades de manera inclusiva. La ciudadanía debe ser la protagonista y beneficiaria de un nuevo impulso económico público verde, mientras se termina con el neo-feudalismo impuesto por los nuevos extractores de renta.
El dinero es endógeno
Permítanme refrescar varias evidencias empíricas e ideas fuerza que hemos ido detallando desde estas líneas, y que son necesarias para entender la política económica del futuro. Muchas hipótesis y teorías generalmente asumidas por los economistas no dejan de ser meras ensoñaciones de naturaleza parecida al cuento del ratoncito Pérez. La realidad es que cualquier país monetariamente soberano, que emita deuda sólo en su propia moneda y que tenga un tipo de cambio flotante, su Estado jamás puede quebrar. La realidad es que el dinero es endógeno –véanse las investigaciones Bank of England en “Modern Creation in the modern economy”; “Banks are not Intermediaries of loanable funds-and why this matters!”-, lo que supone que son los créditos los que crean depósitos, y la inversión la que determina el ahorro, no al revés. La realidad es que el tipo de interés es exógeno, es decir, el Banco Central puede fijar el nivel del tipo de interés a corto plazo, el diferencial entre el tipo de interés a corto y a la largo plazo, y el diferencial entre el coste de la deuda soberana y privada o entre deudas soberanas. La realidad es que la bajada de tipos de interés es deflacionista, salvo la inflación de activos que genera; y la subida de tipos de interés es inflacionista (efecto renta). La realidad es que la teoría de fondos prestables y el efecto expulsión del déficit público es otro cuento infantil. La realidad es que hay un dominio aplastante principio demanda efectiva, acuérdense del artículo del BCE “On the sources of business cycles: implications for DSGE models: What’s the Holdup?”. La realidad, para desgracia de los ordoliberales, es que el sur de Europa ha financiado desde la creación del Euro a Alemania y a Holanda, les traigo a la memoria el análisis realizado por el think tank alemán Centre for European Policy “20 Years of the Euro: Winners and Losers. An empirical study”.
Terminado el confinamiento, hay que descongelar la economía y, según la magnitud del destrozo, se va a necesitar un plan de reactivación
Bajo estas realidades, las posibilidades de acción de la política económica son infinitas. Durante el período de confinamiento los gobiernos debían proteger a familias y empresas con un estímulo fiscal masivo, o bien mediante la monetización directa del gasto derivado del coronavirus, o usando alternativas equivalentes como el Programa de Compras para la Emergencia de la Pandemia del BCE por importe de 1.350.000 millones de euros, sin exigir contrapartida alguna. De alguna manera, con mayor o menor eficacia, se ha ido haciendo.
Sin embargo, terminado el confinamiento, hay que descongelar la economía y, según la magnitud del destrozo, se va a necesitar un plan de reactivación. Ya saben ustedes nuestra propuesta, un New Deal Verde masivo, utilizando las nociones de la Teoría Monetaria Moderna y empleando como instrumento el Trabajo Garantizado. Debemos recordar algo obvio que, ante la gravedad sanitaria y la emergencia económica de la covid-19, había quedado relegado a un segundo plano. El 'Momento Minsky' climático es imparable, salvo que se implemente una política económica activa que lo evite. La adopción de políticas públicas contra el cambio climático en todo el mundo se debe no solo continuar sino reforzar y acelerar. Obviamente éstas van a alterar la rentabilidad y la viabilidad de las empresas en muchos sectores. En este sentido, los inversores ya han empezado a gestionar estos riesgos -y explorar las posibles oportunidades- identificando las áreas en las que los cambios de las políticas pueden acabar afectando a los precios del mercado. Cinco sectores, en particular están experimentando en la actualidad el grueso de esta alteración: servicios financieros; minería; petróleo y gas; utilities y automoción. A ellos se incorporará el turismo.
Calificación energética
Para nuestro país va a suponer todo un reto, lleno de oportunidades, donde, esperemos, no perder de nuevo el tren de la historia. España debe jugar un papel relevante en el New Deal Verde Europeo porque tiene parte de los sectores clave en dicho proceso, y además cuenta con la capacidad y el talento necesario. Pero para ello hay que planificar la cosa pública, de manera que sea inclusiva y sean los ciudadanos españoles los protagonistas, no solo las empresas de turno. Dos botones de muestra. Desde el sector de la construcción se debe virar en favor de una vivienda ecológicamente sostenible, utilizando los procesos de industrialización de edificios donde se incorporan nuevas tecnologías. Lo siento, pero ya no se puede construir como hasta ahora. Ecológicamente no es admisible. El sector público, además, se debe volcar en mejorar la calificación energética de todas y cada una de las viviendas existentes, especialmente de las familias más vulnerables, vía ayudas directas e indirectas. Los ciudadanos agradecerán vivir en casas más sostenibles y energéticamente más eficientes. Su bolsillo y salud lo notarán.
Una nueva movilidad
Un segundo botón de muestra es el sector de la automoción en España, que debe jugar un papel relevante en el New Deal Verde Europeo y de alguna manera “ayudar” a cambiar el paradigma actual. Para ello necesita activar dos ejes. El primero, un plan de achatarramiento vinculado al cambio climático, que tenga en cuenta la realidad actual de la industria de automoción en España, no la francesa o alemana. Por otro lado, una política industrial pública activa que impulse la inversión en la automoción en diferentes líneas: industria 4.0 y Big Data; España como pieza clave de la cadena de valor global del coche eléctrico, que sigue siendo a fecha de hoy una quimera; procesos de fabricación sostenibles; impulso a nuevos combustibles; planificar, especialmente en los tiempos que corren, una nueva movilidad –segura, compartida, ecológica, conectada y autónoma-. Hay, sin duda, muchos más ejemplos, pero al menos que estos dos botones de muestra, en dos sectores sensibles para nuestra economía, sean un ejemplo de lo que se puede hacer.