Opinión

2019 arranca en paños menores, ¡cúbrase!

¿Será andalusí el año que comienza? Habría que echar un vistazo al percal. Queda por delante un trimestre pirómano en la cocina de Tezanos. El asunto puede acabar en pulmonía o, quién sabe, a lo Tom Sharpe 

  • Pedroche y Chicote

El año arrancó en la bisagra que separa un saludo institucional de un llamado a la rebelión y, para más inri, con un bikini de flores entre medias. Ese lugar en el que, de pronto, el reloj de la Puerta del Sol da marcha atrás para tomar las uvas en Canarias. Un bucle que amenaza con tragedia sin catarsis. Si la Polaroid de la semana pasada retrató el 2018 -el año Iscariote- ante un fotomatón, la añada que arranca posa en los paños menores demoscópicos. Abracadabra, pata de cabra. De las tres (o cuatro) elecciones que se celebran este 2019… ¿quién vivirá para contar los votos?

¿Será andalusí el 2019? Habría que echar un vistazo al percal para sacar alguna conclusión. Desde Santiago Abascal, el jinete que decapita feministas con una guadaña, hasta Pablo Casado, cuya voz no imitable -José Mota dixit- acusa el síndrome del procesado de pescado: no es lo que sus votantes querrían, pero es lo que hay. ¿Se  plantean las bases conservadoras una dieta 'detox' con Tabasco? Sería como mojar en gasolina el carbón del día de Reyes. Arranca 2019 con un trimestre pirómano en la cocina de Tezanos.

Abracadabra, pata de cabra. De las tres (o cuatro) elecciones que se celebran este 2019… ¿quién vivirá para contar los votos?

Entre el último día de 2018 y el segundo de 2019, la prensa publicó encuestas que anunciaban ciclogénesis, reportes en los que las preferencias electorales se desplazaban a la derecha de la derecha: los votantes de Podemos se refrigeran en galeón del pirata Sánchez, mientras que los votantes de las gaviotas dejan de sobrevolar el vertedero de Génova para ir a picotear las sobras en el bote pesquero de Ciudadanos. Al final, el destructor de Vox, que avanza veloz y tumultuoso en la alta mar electoral. Como el Podemos de 2015, los de Abascal no tienen nada que perder.

En Reunión tumultuosa, la primera novela de Tom Sharpe, todo ocurre en la mansión Jacaranda Park, un lugar crepuscular, caótico y a ratos risible, aunque esperpéntico. La dueña de la casa, la señorita Hazelstone y su cocinero zulú acaban envueltos en un extraño crimen pasional, al mismo tiempo que una investigación policial convierte todo un desastre: desde un trasplante de corazón hasta persecuciones comunistas. Haga un ejercicio, lector, e intercambie la operación de aquella novela por la UVI de la Moncloa actual o la farsa 'indepe' en clave de juicio a los políticos presos. Si a eso le suma elecciones municipales  y autonómicas, el asunto acabará -con suerte- a lo Terry Gilliam.

La poca ropa política incuba la lenta pulmonía. ¿Se elige lo que se desea o lo que se fantasea? ¿Votar, castigar… o purgar?

Que el año que está por estrenar nació con episodios abracadabrantes es algo que ya dijeron las uvas… y las encuestas. Este lapso, como la novela de Sharpe, deja el camino despejado a una colección de perversiones inauditas y desenlaces mucho peores que la transmutación de Rajoy en bolso de mano, el funeral político del PSOE andaluz o el insultante brindis de Otegui en el papel de un dominical. La poca ropa política constipa, incuba la lenta pulmonía del error. ¿Se elige lo que se desea o lo que se fantasea? ¿Votar, castigar … o purgar? Así pinta 2019, el año de los paños menores, ese que deja a la vista el hueso duro de roer del hartazgo. Bienvenidos a Jacaranda Park.

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