Que un partido otrora serio, precisamente el que más años ha gobernado durante la Transición, pida una mesa de partidos (PSC y separatistas) en Cataluña y acepte un mediador (un “relator”, según el palabro que Carmen la de Cabra se ha buscado para aceptar el gol que Torra le ha colado por la escuadra), demuestra que ese partido, o quienes ahora se han hecho con su control, se sienten del todo incapaces para hincarle el diente al envite que el independentismo catalán le ha plantado a España, no digamos ya para transformarla. Ese es precisamente el papel de la política: el de hacer fluir la convivencia mediante la acción del Gobierno destinada a asegurar el bienestar general. Relatar la convivencia. Y la mesa que Pedro Sánchez quiere regalar a Torra para, pantalones abajo, sacar adelante unos Presupuestos destinados a asegurar su supervivencia, ya está inventada y tiene nombre: se llama Parlamento de la nación. Es allí donde los partidos debaten con luz y taquígrafos, allí donde hay un “relator” llamado Mesa del Congreso o, en su caso, del Parlament. Crear Mesas fuera de las instituciones para que hablen los partidos -unos pocos, además- es renegar de ellas y, por lo tanto, del orden democrático establecido. Es validar la quiebra del Estado. Ya lo pidió, por cierto, Herri Batasuna en su tiempo y todos, con aquel PSOE a la cabeza, se lo negaron.
Pero aquel PSOE no era este PSOE. La forma en que Sánchez ganó el Congreso extraordinario del partido socialista provocó que la vieja guardia, en la que figuraban los pocos estadistas que le quedan a la socialdemocracia española, hayan guardado un tan cauteloso como cobarde silencio desde entonces, y que la deriva populista de Sánchez, dispuesto a dejarse abrazar por los enemigos de la unidad de España, no haya encontrado respuesta alguna dentro de las filas de Ferraz. Solo la pérdida del poder en Andalucía ha hecho que algunos barones saquen ahora el pie del tiesto, apenas un amago, la puntita nada más que soy doncella, para evitar que la España sonrojada por la política felona de Sánchez les pase por la misma piedra que ha dejado a la sultana andaluza sin palacio y sin futuro.
El PSOE que quiere y debe aspirar a gobernar desde el más estricto respeto a la Constitución y las leyes, no debe permitir que España se desangre con sus siglas
El PSOE de Patxi López, que siempre puso pie en pared frente a los chantajes del nacionalismo vasco y el terrorismo etarra, no puede aceptar una mesa de partidos con ningún “relator” que valga. El PSOE de Fernández Vara, que supo mantenerse en la oposición en Extremadura sin las pataletas de Sánchez (recuerden aquella entrevista con Évole en la que dio la medida exacta de su filibusterismo) cuando le desalojaron del despacho de Ferraz, no puede echar mano de los paños calientes a la hora de denunciar la gravísima deriva de un presidente populista a quien solo importa su futuro más inmediato con desprecio al interés general a largo plazo. El PSOE de Lambán no puede volver a sus cuarteles de invierno como si nada hubiera pasado después de haber escrito ayer que “aprobar un Presupuesto no justifica cesiones que pongan en cuestión la Constitución, la unidad de España, el estado de Derecho, y la decencia”. El PSOE de Soraya Rodríguez, el que hasta su reciente fallecimiento representó Javier Fernández, el de Ramón Jaúregui, el de Eduardo Madina, el de Elena Valenciano, el de Pérez Rubalcaba, el de Alfonso Guerra, el de Felipe González, el de tantos y tantos socialistas… El PSOE que quiere y debe aspirar a gobernar desde el más estricto respeto a la Constitución y las leyes, no debe permitir que España se desangre con sus siglas por culpa de un felón egocéntrico sin otra ideología que su enfermizo afán de poder.
El PSOE de José María Barreda… En los años setenta, en vida de don Claudio, también conocido por algunos como Claudillo, militamos juntos en la misma célula del PCE, perdimos muchas tardes de domingo discutiendo las “encíclicas” que el camarada Carrillo enviaba desde París, nos jugamos el tipo muchas mañanas heladas empapelando coches aparcados por las calles de Madrid e iglesias en plena misa de doce, pusimos nuestras ilusiones al servicio de una España democrática, una España mejor dispuesta a dejar atrás la dictadura. Luego tú te fuiste al PSOE, mientras el resto de la célula emigramos al liberalismo. Siempre te quisimos, te respetamos. Has sido presidente de Castilla-La Mancha, eres un hombre bueno además de inteligente, un patriota español y un ciudadano del mundo; tienes ya muchos años, casi tantos como yo, y no necesitas humillarte ni lamer las botas de un gilipollas con ínfulas de escritor, un traidor sediento de protagonismo bobo. No precisas dinero, que por fortuna te sobra, como te sobra dignidad. Y por todo ello no debes callar, José María. No debes esconderte; estás obligado a denunciar a este felón desorejado y movilizar a tus compañeros del grupo parlamentario para frenar esta tropelía y honrar tu condición de demócrata y de español de una pieza.
¿Con qué legitimidad contáis?
Tenéis la obligación de desalojar a este pájaro que se ha adueñado del partido y que encima se permite insultar, insultaros, a quienes le habéis precedido al frente de las siglas PSOE. Bueno, no lo hace él directamente, la verdad. De esa tarea se encarga su Maritornes, esa desaliñada “moza del partido” que sirve comidas en la venta de Juan Palomeque. Gallarda de cuerpo y algo ordinaria, Cervantes la retrata como “ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, de un ojo tuerta y del otro no muy sana. Verdad es que la gallardía del cuerpo suplía las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas, que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera”. Don Quijote alude a ella como la “Madama”. Carmen Calvo es la “Madama” de Sánchez, y ella sola se encarga de decir a los españoles que “ha llegado el momento de buscar una salida política a la crisis” de Cataluña, pero ¿quién eres tú, Maritornes, para buscar salidas vendiendo la patria que te vio nacer? ¿Quién, para arrogarte tan alta función? ¿Quién te ha mandatado? ¿De qué urnas habéis salido tú y tu jefe? ¿Con qué legitimidad contáis?
La “Madama” de Sánchez se burla de sus compañeros socialistas, ayer mismo de Fernández Vara y de Emiliano García-Page. “Desinformación, desconocimiento”, replica cuando le hacen ver que los barones no aprueban la rendición al separatismo. Y está en un tris de llamarles tontos de baba. Ella se sirve de la televisión que maneja la comisaria Mateo para insultar a los españoles. Todo lo que dice es falso. Insulta también a los partidos constitucionalistas. “Las derechas”, dice con ese regusto suyo de ventera manchega. Pero ella y su jefe han cruzado una línea roja que jamás debieron traspasar. Pablo Casado le acusó ayer de “alta traición a España”. De modo que debería ser consecuente y, junto a Rivera, plantear su enjuiciamiento en el Congreso, tal como establece la Constitución, cuyo Artículo 102, Apartado 1, dice que “La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo”, y cuyo Apartado 2, asegura que “si la acusación fuera por traición o por cualquier delito contra la Seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, solo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo”. Está claro que PP y Ciudadanos no cuentan con los votos suficientes para hacer triunfar tal iniciativa en el Congreso, pero los españoles podrían conocer las razones para medida tan dramática y conocer también las de quienes apoyan al felón.
Nada más apropiado, sin embargo, que de acabar con este indeseable se encargara el propio PSOE. Aunque solo fuera por puro instinto de conservación. Para evitar que el Partido Socialista se vaya por la alcantarilla de las aguas fecales. Porque antes desaparecerá el PSOE que España. Y porque el PSOE le debe este regalo a España, después de los 100 años de honradez y los mil episodios trágicos que tanta sangre han costado a España. Por eso, España pide al PSOE que vuelva a ser el que fue y que, a pesar de las diferencias ideológicas con quienes aspiramos a construir una España liberal, arrime el hombro en la tarea de arrumbar en el pozo de la historia a este indecente aprendiz de Maduro dispuesto a acabar con el periodo de paz y prosperidad más largo del que han disfrutado nunca los españoles. Ante el espectáculo de un Sánchez sometiendo al Estado al chantaje de los separatistas y humillando a los españoles, es imprescindible que los socialistas patriotas, los dirigentes regionales y los parlamentarios del grupo socialista que conserven un átomo de decencia obliguen al malandrín a convocar elecciones. Nadie mejor que vosotros para detener esta deriva suicida. ¡Por favor te lo pedimos, PSOE, líbranos de Sánchez y ya de paso, y si posible fuera, de su Maritornes!