Según escribe Milan Kundera en su novela La Lentitud,la velocidad es la forma de éxtasis que la revolución técnica ha brindado al hombre, porque cuando el hombre delega la facultad de ser veloz en una máquina su propio cuerpo queda fuera de juego y se entrega a una velocidad que es incorporal, inmaterial, inmaterial, pura velocidad, velocidad en sí misma, velocidad éxtasis. Nuestro autor subraya después la curiosa alianza que se establece entre la fría impersonalidad de la técnica y el fuego del éxtasis, el vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido. De ahí que, conforme a la matemática existencial, puedan formularse dos ecuaciones elementales según las cuales: el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido.
A ese vínculo secreto, desvelado por Kundera, entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido, es decir, a la aceleración frenética, lo fiaban todo hasta ayer los artificieros de Moncloa, enardecidos por haber desactivado el Código Penal en particular los artículos de la sedición y la malversación y dispuestos a dar plena satisfacción a las reclamaciones insaciables, que aún pudieran quedar pendientes, de los muy amados socios independentistas, fatigados del procés, en quienes el presidente Pedro Sánchez tiene puestas todas sus complacencias. Por eso, se quiso proceder a enmendar una enmienda a la Ley de los Presupuestos Generales del Estado suscrita por el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso, Patxi López, siempre atento a la mínima insinuación procedente de Moncloa para responder aquello de Ecce Ancilla Domini fiat mihi secundum verbum tuum. El propósito era incluir dos modificaciones a dos leyes orgánicas relativas al Consejo General del Poder Judicial y al Tribunal Constitucional, mediante las cuales se alteraba la literalidad de los artículos 122.3 y el 159.1 de la Constitución, que exigen mayoría de tres quintos en el Congreso y en el Senado para proveer los nombramientos que han de hacer tanto de los miembros del CGPJ como de los del TC.
No aceptaremos nunca que desde la proximidad al PSOE se aleguen las anomalías del PP como argumento para validar las que ahora ellos están llevando a cabo
Reconózcase, sin ambages, que el Partido Popular, ahora en funciones de principal partido de la oposición, tiene bien acreditada en esta materia una conducta muy poco ejemplar porque siendo Gobierno, se ha servido del recurso a las llamadas leyes de acompañamiento a los Presupuestos Generales del Estado para aprobar disposiciones, que adquirían rango de ley sin que viniera a cuento. Pero advertimos, por última vez, que no aceptaremos nunca que desde la proximidad al PSOE se aleguen las anomalías del PP como argumento para validar las que ahora ellos están llevando a cabo porque pidieron y obtuvieron nuestro voto comprometiéndose a poner coto a esos desmanes y en modo alguno aceptaremos que quieran emularlos y den en pensar que son merecedores de indulgencia plenaria, dado que sus rivales les precedieron por la senda del deshonor.
Todavía conviene salir al paso de otras falacias en las que incurrieron la presidenta del Congreso, el presidente del Senado, el ministro de la Presidencia y el Presidente del Gobierno quienes, de manera gradual, en sus declaraciones institucionales quisieron presentar la resolución del Tribunal Constitucional como una injerencia que bloqueaba el debate parlamentario, cuando en realidad es esa resolución del TC la que hará posible que las reformas de las citadas leyes orgánicas se presenten debidamente como proyectos de ley para seguir el procedimiento que señala la Constitución y los reglamentos de las Cámaras con respeto escrupuloso a los derechos de las minorías, imprescriptibles en toda democracia. En todo caso, se ha confirmado que la aceleración frenética al poner al Congreso a toda velocidad degeneró en la mayor bronca de lo que va de legislatura, mientras que la lentitud adoptada por el TC, que aplazó el pleno del jueves al lunes y que prolongó durante doce horas el debate del Pleno, incentivó su desarrollo en términos de racionalidad rayana en la concordia. Compruébese también que “cada nueva posibilidad de la existencia, incluso la menos probable, transforma la existencia entera”. Continuará.