Opinión

Puigdemont y su discípulo Sánchez

El fugadísimo de Waterloo puede jactarse de tener quien lo imita: Sánchez

  • Pedro Sánchez y Carles Puigdemont en el Palacio de la Generalitat. -

Después del zasca que le ha propinado el Constitucional a los intentos de Sánchez para conseguir un alto tribunal a su medida, al César de Hojalata solo le quedaba una cosa: hacerse el mártir. Y vaya si lo ha hecho. Tampoco es que sea muy difícil, pues ya sabemos que el monclovita es más dado a copiar que a estudiar. Sánchez junto con Batet, ay mi Batet, tienes de gracia un tesoro, no han tenido más que echar mano de las cosas que Puigdemont, Forcadell y todo el mariachi lazi decían y dicen a propósito de cuando les pararon los pies desde ese mismo Constitucional que ahora, fíjate, ha hecho lo propio con el sanchismo leninismo.

Es curiosísimo observar cómo la argumentación es la misma en ambos casos: por encima del parlamento – es decir, de nosotros – no hay ley ni autoridad que pueda frenarnos. Es decir, izquierdosos y lazis se sitúan en un Olimpo inalcanzable al resto de los mortales, que tenemos que pagar todos los impuestos, gabelas, sinecuras y platos rotos so pena de embargos y pobreza porque nosotros sí que estamos obligados a cumplir la ley. Ellos, en cambio, no. Para eso hablan de soberanía popular, el pueblo, la libertad y no sé cuántas cosas más.

No es extraño que Sánchez y Puigdemont, a la hora de la verdad, sientan el mismo repelús ante la justicia. Los dos son personas totalitarias que no admiten crítica ni oposición alguna y respetar las leyes comunes les debe parecer poco menos que ordinario. Ver ahora a este pájaro lamentarse de que no ha prosperado – de momento, ojo, que tiene más conchas que un galápago – su golpe de estado porque los jueces son fachas o escuchar a Batet hacerse una Forcadell, reivindicando la libertad de un parlamento para hablar de lo que se quiera, da la misma risa que seguir las tertulias de los medios pro gubernamentales.

Ver ahora a este pájaro lamentarse de que no ha prosperado – de momento, ojo, que tiene más conchas que un galápago – su golpe de estado porque los jueces son fachas o escuchar a Batet hacerse una Forcadell

O las editoriales de señoras indignadísimas con esos jueces de la derechona que osan decirle a Pedrito que lo que hace ni se ajusta a derecho ni cabe en la Constitución, y que si quiere hacer las cosas es menester legislar con arreglo a derecho, que a todos nos obliga. Porque si Puigdemont y Forcadell han creado escuela no es menos cierto que los voceros del régimen separata han hecho lo propio en los medios nacionales. No creo que España y la democracia hay ganado nada con eso. El pensamiento medieval, oscurantista y pueblerino del separatismo, supervivencia moderna del caciquismo de trabuco y barretina calada hasta las ceja, carlistada, frase grosera y escupitajo soez que ha gobernado Cataluña hasta ahora, se ha instalado en Moncloa y en sus inquilinos. También esa llantina tan cansadera, tan pesada, tan abominable en tanto que falaz. “Es que me tienen manía”, “Es que los jueces son franquistas”, “Es que tenemos derecho a hacer lo que queramos”, las mismas frases que los catalanes llevamos décadas escuchando ahora resuenan en bocas socialistas. Normal.

Porque si Puigdemont y Forcadell han creado escuela no es menos cierto que los voceros del régimen separata han hecho lo propio en los medios nacionales

El PSC se ha ocupado de trasladar el ecosistema político de mi tierra a la capital de España, con lo que eso tiene de perverso y tóxico. Y como sea que a Sánchez le viene de molde para así ahorrarse dar explicaciones que, por otra parte, no podría ni sabría dar, echa mano del argumentario lazi y aquí paz y después gloria.

Servidor lo avisa: al paso que van las cosas no descarten ustedes que el de Moncloa se plante un día en el Congreso y proclame la república socialista de Galapagar para, acto seguido, meterse en el maletero del Falcon y pirarse a Venezuela. Ya saben, de tal palo, tal astilla.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli