Opinión

El principio de incertidumbre de Sánchez

El contraste entre la mecánica clásica y la mecánica cuántica puede proporcionar referencias útiles para entender algunos comportamientos del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, que están produciendo algunos desconciertos en

  • Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno.

El contraste entre la mecánica clásica y la mecánica cuántica puede proporcionar referencias útiles para entender algunos comportamientos del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, que están produciendo algunos desconciertos en la población. La física ha avanzado conforme lo han hecho los instrumentos de observación, de Newton a Heisenberg, que han detectado nuevos fenómenos que desbordaban las leyes hasta entonces acreditadas.

En esa senda de progreso Álvaro de Rújula (Disfruta de tu universo, no tienes otra opción. Editorial Catarata. Madrid, 2021), ha distinguido a la mecánica clásica como determinista. Por eso, sucede que, dada la posición y el impulso de un cuerpo, sea posible predecir su trayectoria futura. Ese determinismo de la mecánica clásica resulta de una “aproximación” a la naturaleza que ignora los aspectos cuánticos, considerados irrelevantes, por ejemplo, a efectos de los niveles de energía de un planeta en órbita alrededor de una estrella.

Sin embargo, a escala atómica, que es la propia de la mecánica cuántica, el determinismo clásico deja de cumplirse, de tener validez, y entramos en un campo de incertidumbre intrínseca, donde sucede que la posición y el impulso (o la velocidad) de una partícula elemental es imposible que nos sean conocidos al mismo tiempo con total precisión, mientras que se verifica que el producto de los valores atribuidos a cada una de esas dos magnitudes -que dan cuenta de la posición y de la velocidad- resulta siempre igual a h, siendo h la constante de Plank. O lo que es lo mismo, que cuanto mayor sea la precisión con la que sabemos cuál es la posición de una partícula menos sabemos de su impulso o velocidad.

En el caso del Gobierno de la nación, estamos también ante el principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual cuanto más conocemos de la posición de Unidas Podemos respecto de una cuestión, más ignoramos del impulso o velocidad del Partido Socialista en relación con la misma

En el caso del Gobierno de la nación, estamos también ante el principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual cuanto más conocemos de la posición de Unidas Podemos respecto de una cuestión, más ignoramos del impulso o velocidad del Partido Socialista en relación con la misma. Es igual que se trate de la derogación íntegra de la reforma laboral de Mariano Rajoy, que del incremento del salario mínimo, de las enmiendas a la Ley de la Memoria Democrática, de la sentencia del Tribunal Supremo donde se fija en un 25% a la proporción de horas lectivas en castellano que el Govern tiene el descaro de ignorar, sin que nadie le haya dicho al president, Pere Aragonés, que, gusten o disgusten, las sentencias han de cumplirse porque ahí reside la garantía de vivir en un país civilizado, mientras lo contrario es el principio del ¡rompan filas! y ¡sálvese quien pueda!.

P.D. En un libro de Pedro Valdés Guía, que acaba de publicar Turner, dedicado al análisis estratégico se describe con exactitud el “mecanismo de derrota” cuya finalidad es privar al adversario de la capacidad o de la voluntad de lograr sus objetivos y que se concreta en una combinación de otros cuatro mecanismos: destrucción, dislocación, desintegración y aislamiento.

También trata del “mecanismo de estabilización” que concreta en otros cuatro mecanismos: imponer, controlar, influenciar y apoyar. Con facilidad se advierte cómo los indepes se han aferrado a una combinación perversa que les permite cabalgar el “mecanismo de derrota” llevando a sus adversarios constitucionalistas al desistimiento de sus objetivos, mientras manejan implacables todas las imposiciones y controles del “mecanismo de estabilización”. Continuará.

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