Alberto Núñez Feijoo salió como siempre de la pregunta que llevamos meses haciéndole los periodistas: ¿Es usted el sucesor natural de Mariano Rajoy? "Por supuesto que no"... "Pero, ¡qué va decir!", pensamos por lo bajini todos cuantos habíamos acudido a escucharle, incluidas tres de sus potenciales rivales, a saber, Ana Pastor, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristina Cifuentes.
Sin embargo, Feijóo -el único que se atreve- lleva algunas semanas diciendo algo más. Tras la consabida genuflexión, añadió que es "perder el tiempo" hablar de sucesión a tres años vista... Vamos, que dentro de un año no lo será tanto, si damos la vuelta al sentido de la oración. Sus palabras, esas y otras, como "Rajoy hará lo mejor para el PP", parecen continuación de aquellas que el propio presidente del Gobierno había lanzado en Onda Cero: "A fecha de hoy" quiere seguir siendo candidato... dentro de un año ya veremos.
El problema es que los tiempos de Rajoy ya no son los mismos de una organización que se desangra en los sondeos
Son las consecuencias de una ley del silencio impuesta por un líder que, piense lo que piense sobre su futuro, tiene pánico a abrir el debate; seguramente porque recuerda con horror los últimos dos años de la última legislatura de José María Aznar. Entonces comentó en privado aquello de "yo no lo habría anunciado con tanto tiempo", así que, teniendo él ahora la sartén por el mango, el PP y el resto del país podemos sentarnos a esperar.
El problema es que los tiempos de Rajoy ya no son los mismos de una organización que se desangra en los sondeos y que tiene a buena parte de sus cuadros de los nervios porque el Gobierno no tira, la crisis catalana se encona, y la economía ya no sirve para ganar las elecciones municipales y autonómicas de 2019.
Un partido al cual antes le salían candidatos bajo las piedras no solo para ser alcalde, también concejal, y hoy tiene que pescarlos a lazo. Ese 36-4 (diputados) que le sacó Albert Rivera a Rajoy en las recientes elecciones catalanas, esa sensación de fin de ciclo, está haciendo mucho daño a los populares.
Eso tan habitual, hasta hace tres años, de que Ciudadanos hiciera una oferta a los descartes del PP para sus candidaturas naranja empieza a darse al revés. Por eso, entre otras razones, el presidente del Gobierno ha adelantado seis meses la elección de sus principales nombres para alcaldías de capital. No quiere sorpresas. Y de paso necesita dar la sensación de que el PP está tensionado, preparado para dar guerra. Con o sin él, que de eso hablaremos dentro de tres años.