Opinión

El rescate de menores gazatíes, un protagonista escondido

Desde la invasión rusa a Ucrania hemos abierto más los ojos, pero esa industria española de Defensa es riqueza interior, es disuasión exterior, es diplomacia en el extranjero, es solidaridad…

Muchos medios se han hecho eco estos últimos días del rescate de 16 menores gazatíes trasladados a diferentes hospitales españoles por el Ministerio de Defensa para recibir tratamiento médico. Las noticias hablan del despliegue de un A400M de la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire y del Espacio (UMAER) dotado con 16 camillas, una de ellas de cuidados intensivos, 19 especialistas en medicina, enfermería y atención sanitaria y todo el material necesario para atender a los niños. Sin duda, un alarde de solidaridad española, de capacidad en Defensa y de valor diplomático de nuestras Fuerzas Armadas.

Pero la noticia dice más, aunque no lo cuenta del todo. En la operación, liderada por el personal del Ala 31 de Zaragoza, hay un protagonista escondido: el avión. El personal es imprescindible, no hay duda alguna, pero si España no tuviera un A400M podríamos ser los mejores médicos del mundo, pero solo hasta donde llegáramos en autobús.

El avión marca la diferencia en este caso, nos permite llegar, aterrizar en casi cualquier tipo de pista (o sin ella) y volver con garantías para tripulación y pasaje, incluso heridos como es el caso. España es uno de los pocos países del mundo con esta capacidad. Y no se trata de comprarlo, el quid de la cuestión está en que lo hacemos nosotros. El A400M es un ejemplo de lo que habitualmente no se ve cuando hablamos de nuestros logros diplomáticos y disuasorios: la industria.

Ese avión, que se fabrica aquí, no solo es útil cumpliendo misiones de seguridad nacional y disuasión, de política exterior o rescatando niños en una guerra, sino que su desarrollo, su construcción, rescata también en casa

Conocemos la magnífica preparación de nuestras FFAA, el trabajo de nuestros cuerpos diplomáticos, las estrategias políticas, el resultado final… Sabemos que, más allá de las misiones militares que son su trabajo, hay operaciones para evacuar gente vía aérea, rescates en alta mar, en autopistas colapsadas de nieve, en erupciones volcánicas… Pero nos olvidamos de que para conseguirlo son imprescindibles sistemas como este avión. Nos olvidamos de que ese avión, que se fabrica aquí, no solo es útil cumpliendo misiones de seguridad nacional y disuasión, de política exterior o rescatando niños en una guerra, sino que su desarrollo, su construcción, rescata también en casa, rescata a los jóvenes que de otra manera tendrían que emigrar para conseguir un empleo tecnológico, rescata a los panaderos que pueden venderle una barra de pan al peluquero porque el mecánico se cortó el pelo gracias a que el operario que trabaja en la estructura del avión le llevó a arreglar el coche. Rescata a la familia que sin ese tejido industrial, sin la red de suministradores de la empresa, tendría que irse a otro sitio a vivir; y rescata al municipio que viviría aislado si las empresas de defensa no cohesionaran el territorio moviendo piezas y cargas de trabajo entre fábricas propias y ajenas. No se habla mucho de ello, aunque desde la invasión de Ucrania hemos abierto más los ojos, pero esa industria española de Defensa es riqueza interior, es disuasión exterior, es diplomacia en el extranjero, es solidaridad…

No se ven, pero están ahí

Y el A400M es solo uno, hay más, en el sector aeroespacial España fabrica cazas, aviones patrulla, de vigilancia, drones, antidrones, misiles, cohetes guiados, lanzadores espaciales, satélites y miles y miles de piezas, accesorios o sistemas para terceros. Y esto solo en el Aire, pero también está Tierra y Mar y Cíber… Y están Navantia y TRC y Santa Bárbara Sistemas y Fecsa y Escribano, Indra… No se ve, pero están ahí, detrás de noticias que no van con ellos. Os iré contando.

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