Sánchez vive al día. Siempre ganando tiempo. Un respiro hasta la siguiente curva. Cuando llegue el otoño, ya veremos. Tendrá que hacer un presupuesto por una vez y sin que sirva de precedente. Y si no es posible le echará la culpa al PP que está para el roto y tal vez para un descosido. Todo el Partido Popular Europeo sabe que Sánchez no tiene fronteras en su desprecio al centro derecha. Pero no solo corre esa especie por las cancillerías europeas. Resulta que sus compañeros socialdemócratas nórdicos no se fían un pelo de nuestro jefe de Gobierno. A Sánchez le tienen tomada la matrícula. Le esperan con los papeles mientras observan como le aplaude la “cla” en Moncloa y en el Congreso. En la cuenta del Reino de España se verá el destino del dinero de los contribuyentes europeos, partida a partida. Y además un plan de reformas que demuestren que España va a meter cimientos sólidos a una economía que se viene abajo con cualquier pretexto propio o ajeno. Y que se preparen las autonomías, porque las barreras interiores obstaculizan el crecimiento. Van a tener que venir desde fuera a arreglar lo que es un secreto a voces. El mercado único europeo se frena en la España fragmentada.
Recién salidos del sistema de control y vigilancia de nuestras cuentas públicas por parte Bruselas, España volvía al pecado capital de la gula
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, le ha hecho un favor a los que inventan palabras para camuflar la realidad. Al dineral reunido en Bruselas le llaman Fondo de recuperación y resiliencia, y no de rescate y salvamento de los países que ni cumplen con sus compromisos, ni hacen nada más que dejar pasar el tiempo hasta la próxima crisis. Y resulta que la siguiente ha llegado sin que haya acabado la anterior. Recién salidos del sistema de control y vigilancia de nuestras cuentas públicas por parte Bruselas, España volvía al pecado capital de la gula que tanto detestan los aburridos y frugales socialdemócratas del norte de Europa. Nos pusimos a comer, otra vez, más de lo que nos podemos permitir. Yendo y viniendo a elecciones generales.
Sánchez se puso a gastar en 2019 mucho más de lo permitido y sobre todo de lo pactado con la UE. De nuevo a subir la escalera del déficit sin contar los peldaños. Ya vendrá alguien a hacer el descenso a oscuras y sin barandilla a la que agarrarse. Como Rajoy en 2012. No se estampó porque como solía decir: “Si no sabes a donde vas, quédate donde estas”. Los mismos que entonces llamaron rescate al dinero europeo para tapar la ciénaga política en las cajas, ahora dicen que Europa salva su propia existencia. En realidad es otro rescate como la copa de un pino que ata en corto a gobiernos como el español.
A diferencia de la crisis del euro, el rescate no implica una invasión provisional de un grupo de tipos de traje negro, maleta con ruedas y ordenadores con acceso ilimitado a todo tipo de documentos sobre las finanzas de un país. Nos están rescatando de cuerpo entero. El acuerdo es histórico porque Europa es más y los Estados miembros un poco menos. Teníamos un banco federal comprando deuda y limpiando el sector financiero como consecuencia de la anterior crisis. Salta a la vista que ha funcionado.
Durante los próximos tres años habrá que incluir el dinero gratis y el prestado por los socios europeos para las políticas pactadas. A Sánchez le han cambiado el socio de Gobierno en Bruselas
A partir de este acuerdo habrá impuestos comunes y también deuda común. Y eso significa que para dar una fiesta hay que pedir permiso. España ya estaba obligada a presentar el presupuesto en Bruselas antes de la aprobación final en el Congreso y, por lo tanto, a tiempo para hacer las modificaciones oportunas. Durante los próximos tres años habrá que incluir el dinero gratis y el prestado por los socios europeos para las políticas pactadas. A Sánchez le han cambiado el socio de Gobierno en Bruselas. Podemos e Iglesias miran ya de reojo a los juzgados que están levantando sus alfombras. La Unión Europea pone el dinero y por lo tanto el que paga manda. Hay que tapar el agujero que Sánchez ya había hecho en la cuenta y que el cerrojazo de la economía para frenar la covid ha hecho mucho más grande.
Ni un paso atrás en la reforma laboral sino todo lo contrario. Un nuevo sistema de pensiones viable y sostenible explicado a los españoles con lenguaje adulto. Y que nadie se olvide del IVA. No es que haya que subirlo. Bastaría con pagarlo. Más cura el tiempo que el sol. Los hechos demostrarán que el acuerdo de julio de 2020 fue un rescate. Tal vez el definitivo. España entregó un poquito más de soberanía para salvarse de sí misma. Y solo es el principio.