En condiciones normales, nadie en su sano juicio es partidario de una recesión, ya que esta implica pérdida de empleos, reducción de los ingresos de las familias y que muchas personas vean truncadas sus vidas para siempre; solo cuando existen enormes desequilibrios, normalmente por una pésima gestión pública, no queda otra que hacer un ajuste duro para evitar males mayores, pero eso debería ser la excepción. Luego está el caso patético del humorista Bill Maher, un comediante muy copiado por los bufones la "izquierda" española, que quiere una recesión para que Trump pierda las elecciones porque sus candidatos son malísimos; total, él, como los "nuestros", va a seguir haciendo sus millones, pase lo que pase.
Burla, desgobierno y desinformación
Caso aparte sería el comportamiento de nuestro gobierno, con la hija de Calviño a la cabeza, uno que incluso nos hizo preguntarnos si era idiota cuando, de forma casi inexplicable, adelantó el enfriamiento económico, dañó el ciclo y ahora nos lleva de manera casi segura hacia la recesión. Así las cosas, había realizado, dado el desquiciamiento general de los políticos, del gobierno central a los alcaldes, un análisis burlón sobre la plaga que nos mal gobierna, pero he preferido desecharla por respeto a sus cargos, no a las personas, que no se lo merecen. Por ello iremos directo a los antecedentes de nuestros males económicos presentes.
Desde que Mitterrand inauguró su gobierno nacionalizando la banca para que se notara el "cambio", la izquierda española, tan aficionada a copiar a otros, ha cogido la manía de empezar con algo contundente, así que, tras reunirse con Soros, decidieron salvar al Planeta, en general, y a África, en particular y, con una larga lista de malas ideas, fueron, entre otras cosas, a por los vehículos diesel y al rescate de "rescatadores" haciendo mucho ruido. Si luego se generaban víctimas, ya las ocultaría el ruido mediático de los grandes medios progresistas y sus bufones millonarios; además, eso solo afecta a los peones, no a los señoritos socialdemócratas.
A la cabeza de la desinformación y como si estuviera en plena campaña electoral, el Presidente del Gobierno, ese aficionado a llegar tarde a sus citas con el Rey, nos dijo, desde los jardines de Marivent, que los últimos datos económicos eran buenos. ¿Sería que entre "mar y vent", se mareó y le dio un "aire"? ¿Nos tomará por tontos? Por si fuera poco, posteriormente, si gobierno elevó la previsión de crecimiento, tras lo cual el señorito de fue de vacaciones. En fin, bromas, incompetencias y desinformaciones aparte, mejor vemos los datos, porque el tema, como decíamos al principio, es muy serio.
El daño cíclico
Lo primero que se observa al analizar la estadística es que, tras el golpe de gobierno de hace poco más de un año, el crecimiento de la demanda interna (línea verde, siguiente gráfica) se ha venido abajo y no es casualidad, que ahí están todas sus mediadas de castigo a los españoles más pobres, incluido el efecto llamada y los 643.000 inmigrantes de 2018. Hay que decir que esto último es gravísimo, no solo por los que mueren en tránsito y en destino, sino también por su efecto pobreza (devaluación inmobiliaria, pirateo, violencia, etc.). Sánchez ha agravado una tragedia, de la que advertimos hace muchos años, que irá a más, muy difícil de parar y donde los únicos que han tenido éxito han sido Salvini y Trump.
De modo que, con el motor principal haciendo un picado, hemos tenido suerte que el saldo exterior (línea ocre, gráfica anterior) repuntó y por eso la tasa de crecimiento del PIB no es peor; así que esta vez no le podrán echar la culpa a la economía mundial, ese efecto vendrá luego, cuando, la destrucción de empleo más la corrección atrasada (nos traerá los peores recuerdos de la anterior crisis.
La demanda interna
Al examinar el crecimiento de sus componentes (siguiente gráfica), se observa que todos caen salvo el gasto de las ISFLSH o instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares, algo que seguro tiene mucho que ver con los problemas sociales creados por este "gobierno"; es un rubro muy menor, en torno al 1% del PIB. También destaca el estancamiento del crecimiento del consumo privado, en 1,7% anual, y público, en 1,8%, siendo lo más llamativo el derrumbe de la inversión (línea gris) que, tras una pausa, por el "cambio" de 2018, ha picado fuertemente y está en un pobre 0.9% de crecimiento anual, siendo otro signo claro de desconfianza.
El sector exterior
Mientras la demanda interna crecía bien, las importaciones también (línea roja siguiente gráfica) y la importancia de exportar era relativamente menor; al crecer menos la demanda interna, esto cambia y toca exportar más (línea azul). También puede haber un efecto inventarios en el mejora del crecimiento exportador, debido a que los delirios europeos sobre el sector automotriz dañaron los stocks de las empresas (importadores, concesionarios y fabricantes) y de consumidores, que retrasaron sus compras hasta aclararse qué hacer sobre nuevos modelos y precios; a eso se suma el efecto estacional de mayores ventas en primavera-verano (¿caso Seat?). Luego está el daño en los balances que apuntan a menor inversión y consumo futuro. De locos.
Contrariamente a lo que dice nuestro trol psicópata (esa es otra), que rebuzna y cocea, la balanza comercial, que incluye bienes y servicios, es positiva (la balanza de bienes no) y, dependiendo del trimestre, el superávit está entre el 1% y el 3% del PIB; luego, al agregar rentas (no residentes, etc.) es menor, pero da un saldo de Cuenta Corriente positivo y suficiente como para aligerar la losa fiscal de los más pobres, mejorar la demanda interna, el empleo, la recaudación, el déficit público, la deuda, etc.; pero eso iría en contra de la aristocracia progresista que se hace millonaria desde "lo público" haciendo sus experimentos demográficos, y que luego, con la recesión, agravarán la deflación salarial con inflación fiscal de los pobres.
También se podría ver por sectores, bien en su conjunto, como hicimos en "Ganadores y Perdedores de la Crisis" (enlace), o individualmente (ver archivos), que aquí hemos visto nuestra economía como nadie, pero eran otros tiempos en que había que salir del foso progresista. Pero, ante unos señoritos acusados de plagio y falsear curriculums, por respeto a nuestro oficio y los lectores que hacen grandes sacrificios para sacar sus carreras o pasan el verano estudiando, no le haremos el trabajo gratis a la casta ni a extendernos más.
Expectativas y forma de gobierno
El resultado de tanta trampa, inventos, propaganda y desgobierno, es que, concretados los peores augurios de 2015, cuando se acabó la euforia, las expectativas sobre el futuro de la economía de empresarios y consumidores está en mínimos desde que salimos de la recesión (siguiente gráfica), cosa que aprovechará la derecha socialdemócrata y corrupta para decir aquello de "lentejas, lentejitas". Y así vamos, dando resultados mediocres, entrampados, con una economía potente (lo vimos, no se lo pierdan) y una forma de gobierno ruinosa.
Una de las grandes virtudes de la forma de gobierno democrática es que reduce el riesgo de tres males endémicos del Poder, a saber: la opresión (como la que sufren los no nacionalistas), la incompetencia y la corrupción. ¿Y por qué no lo conseguimos? Pues porque nuestro sistema electoral tiene poco que ver con la Democracia, como vimos en "¿Es Felipe VI un patriota?"(enlace), de la misma forma que el "progresismo" tiene poco que ver con el Progreso (también lo vimos) y mucho con crear progresivamente una aristocracia socialista, que es lo que realmente interesa a Sánchez y al resto de la clase política; los españoles solo somos medios para ese fin.
Así que, mientras la servidumbre voluntaria siga llevando a los españoles a querer un buen amo para poder ser buenos vasallos, tendremos, Torras, Sánchez, Urkullus, Armengolas, Tximos, Colaus y similares, un liderazgo que empeorará, pues, a sucesivas listas, peores dirigentes. ¿Se imaginan que en vez de ser obligados a votar listas de pre-elegidos pudiéramos votar a gente normal? Mientras no consigamos eso no tendremos una economía, un país y una vida normal.