Bien que debe saberlo la consellera Doña Esther Capella i Farré, puesto que pertenece a Esquerra. Y si los informes elaborados por instituciones penitenciarias que, recuerden, dependen de Torra, dicen textualmente que dichos internos “Cuentan con una red social y familiar favorable para la rehabilitación”, añadiendo que existe “Un bajo riesgo de reincidencia” ¿Quiénes somos nosotros para discutirlo?
Seguramente los responsables de ponerlos en la calle ignoran que algunos, como los señores Cuixart o Junqueras, no han dejado de declarar en diferentes entrevistas que piensan volverlo a hacer. Tampoco deben tener conocimiento de que otros, como los señores Rull, Turull o Sánchez, se han manifestado “más que nunca” en contra de España, su Constitución o el Jefe del Estado, ratificándose en su voluntad de separar a Cataluña del resto de la nación. En esa misma línea, es más que probable que nadie en la Consellería y sus innumerables departamentos – hay que colocar a la gente – sepa que la señora Bassas no tan solo no se ha retractado ni pedido perdón, sino que está anhelando volver a “la lucha” por la independencia.
Es natural. ¡Hay tantas noticias a diario, tanta información, tantos sucesos, que resulta imposible estar al día! Así pues, no culpen ustedes ni a la Consellera ni a sus colaboradores. Están convencidos de que esos presos a los que van a conceder el tercer grado, que solo se otorga a quienes han demostrado sus ganas de reinserción, van a trabajar por la concordia entre catalanes, por los valores constitucionales, por la igualdad de todos los españoles ante la ley y, por supuesto, para que Puigdemont y el resto de fugados vuelvan y se sometan a juicio. Claro que sí, guapis. Tienen razones sólidas, muy sólidas, para pensar de esa manera. En el informe preceptivo acerca de los encarcelados se dice que a lo largo de su estancia en prisión “Han participado en actividades de razonamiento, juicio crítico y resolución de conflictos”. Ahí es nada. Los apologistas de subirse encima de un vehículo de la Benemérita mientras retenían a una comitiva judicial, los que taparon la boca a la oposición en el Parlament para proclamar su república, los que se niegan a aceptar la menor autocrítica, los que niegan que las empresas se hayan marchado de Cataluña, han cambiado. Grande es Dios en el Sinaí, pero más grande es en este caso, merced a esa conversión que Saulo de Tarso envidiaría.
Nosotros creemos a pies juntillas lo que dicen esas recomendaciones puesto que nuestra fe en la imparcialidad del Govern es absoluta. Que la Fiscalía proponga educar a los implicados en el respeto a la Constitución nos llena de maravillosa estupefacción y hace que recuperemos la fe en la bondad intrínseca del ser humano, tal y como la entendía el doctor Pangloss. Ah, sí, regocijémonos, porque de momento solo deberían ir a pernoctar a la cangrí durante la semana, teniendo el week end para pasarlo en familia o dando amigables charlas acerca del título octavo de nuestra Carta Magna a los de Arran o las CUP. Es más, atendiendo a ese deseo de sublime redención, igual les colocan un control telemático y no hace falta ni que se pasan por el hotel rejas.
Yo los pondría en libertad ya mismo, sin cargos y con una jugosa indemnización, amén de sendas disculpas por escrito del Rey, el gobierno y todo el IBEX. Ahora bien, aviso: si luego la tremenda voluntad de estas personas se torciera por culpa de las oficiosidades de algún fiscal que quisiera ponerle peguitas al asunto, me enfadaría mucho. Guárdense los jueces del Supremo de romper tan hermosa armonía. Acojamos cual hijos pródigos a estos ciudadanos que entraron separatistas y salen empapados de constitucionalismo. Que juren por su padre que no lo harán más, que recen tres avemarías y un credo y hala, a seguir. Desde luego, visto lo visto, Puigdemont es bien tonto de no volver. Total, ser golpista sale muy barato en esta España chupiguay y mega nacional. Yo no sé ustedes, pero cuando no podamos pagar más el seguro autónomo, la hipoteca y los recibos, atraquemos un banco con un lacito amarillo en el ojal de la chaqueta. Oigan, que igual cuela.