Opinión

Sepultar el castellano, imponer el euskera

El español es la segunda lengua más hablada del mundo pero en el sistema educativo vasco lo prioritario es que los jóvenes no estudien en castellano sino en euskera

  • Andoni Ortúzar e Íñigo Urkullu

El Gobierno vasco acaba de aprobar y enviar al Parlamento autonómico, para su debate y aprobación, el nuevo Proyecto de Ley de Educación, que incluye la desaparición definitiva del castellano como lengua de aprendizaje.

El texto establece que el Sistema Educativo esté conformado por los centros públicos y privados concertados, novedad respecto a la ley vigente, se introducen nuevos criterios para combatir la segregación, se prevé blindar la autonomía de los centros y se elimina la segregación por sexo; todas estas son debates habituales en cualquier sociedad democrática sana. Sin embargo, lo que no cambia es la obsesión nacionalista por imponer el euskera como lengua vehicular y eliminar definitivamente el castellano del sistema educativo, cosa que, de facto, ya es un hecho. Si nada cambia, a Cataluña se unirá el País Vasco como otra parte de España donde no podrá estudiarse en español, por mucho que sea en esta lengua en la que se desarrolla la mayor parte de las actividades ejercitadas en libertad, es decir, cuando no hay presión política para que se celebren en euskera, salvo en aquellas zonas donde se emplea la lengua vasca de manera natural.

A pesar de que la lengua materna y de uso social de la mayoría de los niños vascos es el castellano, se ven obligados a estudiar en una lengua, el euskera, que no es su lengua materna

Actualmente son tres los modelos lingüísticos vigentes: el modelo A, con el castellano como lengua vehicular excepto en la asignatura de Lengua y Literatura Vasca; el modelo B, con la mitad de las asignaturas en castellano y la otra mitad en euskera; y el modelo D, donde todo se imparte en euskera salvo la asignatura de Lengua y Literatura Castellana. Este es el modelo elegido por el 90% de los demandantes en Infantil y Primaria, proporción que va reduciéndose progresivamente a medida que se avanza a lo largo del sistema educativo. Así, a pesar de que la lengua materna y de uso social de la mayoría de los niños vascos es el castellano, se ven obligados a estudiar en una lengua, el euskera, que no es su lengua materna y, salvo en determinadas zonas del País Vasco, es hablada por una minoría.

Que ciudadanos elijan que sus hijos estudien en una lengua que no es su lengua materna tiene explicación: por un lado, los modelos A y B no se ofertan en prácticamente ningún centro público o concertado; por otro lado, los pocos lugares donde se ofertan, están copados por inmigrantes; además, quien elija el modelo A o el modelo B allí donde excepcionalmente se pueda, se verá públicamente señalado; finalmente, saber euskera es indispensable para aspirar a un puesto de trabajo público, incluso en aquellos en los que su conocimiento no es en absoluto necesario para desarrollar perfectamente sus tareas. O sea, no hay libertad de elección lingüística sino demanda inducida por las autoridades políticas a favor del modelo D. Y así seguirá siendo salvo que se produzca un terremoto político sin precedentes en cuarenta años de democracia en un territorio donde mayoritariamente se han asumido los lugares comunes del pensamiento nacionalista.

En la nueva ley se prevé un sistema "plurilingüe" pero "articulado en torno al euskera", que sigue siendo el objetivo supremo de las élites políticas, sindicales, educativas y sociales vascas. Serán los centros los que garantizarán que el alumnado alcance el nivel idiomático exigido: B2 en lenguas oficiales y B1 en una lengua extranjera. La Administración "evaluará" cada proyecto de cada centro; y las actividades extraescolares deben asegurar el "uso ambiental" de la lengua vasca. Ya les adelanto que nos dirán lo que llevan décadas diciéndonos: puesto que el castellano ya se aprende en casa y en la calle, que aprendan el euskera en el colegio, aunque luego no se use, para ver si así conseguimos que se use; volveremos a repetirles que los idiomas no tienen derecho a provocar hablantes forzosos para extenderlos o perpetuarlos.

Mientras el PNV dice que se mantienen los modelos lingüísticos, EH Bildu celebra que desaparezcan, vieja reivindicación de los batasunos

Tras el pacto educativo suscrito hace un año por PNV, EH Bildu, socialistas y Podemos, solo PNV y EH Bildu se muestran satisfechos con el proyecto, los socialistas se muestran críticos a pesar de formar parte del Gobierno Vasco y Podemos critica que no se refuerce la escuela pública ni la lucha contra la segregación. Mientras el PNV dice que se mantienen los modelos lingüísticos, EH Bildu celebra que desaparezcan, vieja reivindicación de los batasunos para que nadie pueda estudiar en castellano, posibilidad que en la práctica está vetada desde hace décadas. Los socialistas, por su parte, han advertido que no permitirán lo que han permitido hasta ahora: "que la Ley de Educación sirva para que se avance en la construcción nacional", aunque se ha mostrado favorable a "revisar los modelos lingüísticos a través del diálogo y el consenso" con el PNV, el cual siempre impone sus medios y sus objetivos y del cual los socialistas no son más que sus tontos útiles.

En resumen, el proyecto de ley es un proyecto nacionalista impulsado por un partido nacionalista y apoyado por partidos nacionalistas, partidos pseudonacionalistas o partidos no nacionalistas pero acomplejados, que tratará de profundizar en la construccional nacional vasca desde el ámbito educativo, para lo cual el euskera se convierte en (sigue siendo) elemento prioritario: si disponemos de una lengua propia, somos una nación cultural, y si somos una nación cultural, podemos ser una nación política, y, por lo tanto, tenemos derecho a ejercer el derecho a la autodeterminación, viejo axioma del nacionalismo identitario.

El español es la segunda lengua más hablada del mundo pero en nuestro sistema educativo lo prioritario es que los jóvenes no estudien en castellano sino en euskera, aunque no sea su lengua materna, aunque solo un porcentaje minoritario de la población la use habitualmente y aunque ello no te permita más que comunicarte con cero personas más de aquellas con las que hablarías si no lo conocieras… Para parar los nuevos atropellos que se avecinan, es indispensable que se movilice la adormecida sociedad vasca, que parece haber bajado los brazos y asumido definitivamente el proyecto nacionalista. Una cosa es proteger el euskera y otra imponerlo. Las políticas de imposición lingüística solo provocarán injusticias y dolor; su objetivo no se cumplirá: por un lado, las lenguas se hablan cuando y donde son necesarias; por otro lado, Euskadi seguirá formando parte de España. Es, al menos, lo que quiero seguir pensando.  

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