Opinión

Todo un año sin champán en Wall Street

Los inversores en bolsa española deberían estar muy atentos a un posible fin del actual ciclo de subidas de tipos de interés por parte de BCE

  • El cartel de Wall Street en frente de la Bolsa de Valores de Nueva York. -

Esta primera semana del año se cumplen doce meses de los últimos máximos históricos que marcó Wall Street. Fueron los únicos de 2022, algo atípico puesto que en 2021 hubo, en el S&P500, 70, en 2020 fueron 33 y en 2019, 36… De hecho, desde 2013 siempre ha habido más de una decena de nuevos máximos cada año. Son datos que reflejan claramente la fortísima tendencia alcista vivida por la bolsa estadounidense, y que se contagió a otras como la alemana, que también ha cumplido un año esta semana de su más alto nivel. Dada la fuerte caída desde esa altura (20% en el caso del principal índice bursátil, el S&P500) mucho tienen que cambiar los vientos bursátiles para que 2023 no sea un año sin nuevos máximos, lo cual tampoco sería una tragedia tras la fuerte revalorización desde los mínimos del ciclo en 2009. Por supuesto la duda siempre existe: ¿se está corrigiendo un exceso o se ha iniciado un ciclo bajista más largo?

Lo normal sería lo primero. Es cierto que tras el récord de 1929 pasaron 25 años antes de que se registrara un nuevo máximo histórico en el Dow Jones y que es razonable pensar que, simplemente, ha estallado una burbuja, creada y alimentada por la irresponsable política de liquidez barata y abundante de los bancos centrales, que costará digerirse. La situación económica no es tan grave como hace 94 años. El problema entonces era la deflación que, al contrario que la inflación, presiona a la baja el precio de los activos. Las cotizaciones ya han corregido mucho: en 2022, valores de gran capitalización como Tesla y Meta (FB) han perdido un 65% de su valor y otros como Amazon y Netflix han caído un 50%. Claro que pueden bajar más, lo estamos viendo esta semana, pero la mayoría de las grandes empresas (y, por tanto, de mayor peso en los índices) estadounidenses siguen presentando enormes beneficios y es lógico pensar que, más que una debacle generalizada de todas las cotizadas, lo que esté ocurriendo es que se están corrigiendo los excesos de unos valores concretos y un sector, el tecnológico (el Nasdaq cayó un 33% en 2022), que llevaban demasiados años “de fiesta”.

Le ha llevado a un comportamiento (-5,5%, sin contar dividendos repartidos) mucho mejor que el de Wall Street y superando a otras grandes bolsas de la Eurozona

Precisamente a nuestro Ibex, todo esto le ha venido muy bien. Es un índice con un fuerte peso de Iberdrola (él sólo pondera más de un 15%), un valor defensivo que de hecho subió en 2022, bancos (sólo Santander, BBVA y CaixaBank suman casi una quinta parte de todo el Ibex) y, en menor medida (poco más del 4% de peso en el índice), Repsol (que, aunque subió menos que las principales petroleras estadounidenses, se revalorizó el año pasado un 42%). Esto le ha llevado a un comportamiento (-5,5%, sin contar dividendos repartidos) mucho mejor que el de Wall Street y superando a otras grandes bolsas de la Eurozona: Milán se dejó un 13%, Fráncfort un 12%, París un 9% y el índice conjunto de las mayores cotizadas, el Eurostoxx50, un 11%. Tan importante es la composición que el FTSE100 inglés, con gran peso de bancos y petroleras, es la única gran bolsa europea que no ha cerrado en negativo el pasado año: +0.90%.

El Ibex no sólo se ha comportado de forma diferente a la media de sus homólogos, es que sus máximos anuales (en 8.992 puntos) tampoco fueron en enero como la mayoría, fueron el 30 de mayo. Esto también relativiza comentarios que se leen sobre que fue la invasión rusa de Ucrania el principal factor negativo bursátil de 2022. Efectivamente, cuando empezó la guerra las bolsas cayeron muy deprisa pero el movimiento bajista había empezado más de un mes antes, cuando pocos creían que Rusia se atrevería a tanto, y muchas recuperaron después todas las pérdidas. De hecho, el 7 de marzo el Ibex llegó a cotizar por debajo de 7.300 y en menos de tres meses rebotó desde mínimos a máximos un formidable 23% en medio del primer conflicto bélico en territorio europeo del siglo.

La bolsa española sigue muy lejos de los máximos históricos que otras han superado una y otra vez los últimos años

Hay quien cree que el mejor comportamiento del Ibex se debe a que la economía española en 2022 subió más que otras, pero el PIB nacional no pesa tanto en Iberdrola, Inditex, Santander y BBVA (casi el 45% de todo el índice) como parece puesto que son multinacionales que basan gran parte de sus beneficios en negocios foráneos. La bolsa española sigue muy lejos de los máximos históricos que otras han superado una y otra vez los últimos años, tanto en nominal (fueron en 2007 en 16.000) como en términos reales (descontando dividendos abonados -y restados por tanto al numeral del índice- bastaría que se acercara a los 9.500 puntos para batirlo). Y también tiene otro problema: si el mejor desempeño de 2022 se basa sobre todo en las subidas de los valores bancarios, y todos coinciden en que la razón es la subida de tipos de interés que se supone mejorarán sus márgenes de beneficios, ¿qué pasará si en 2023 este proceso para?

En resumen, en el mundo bursátil la burbuja de algunos valores de gran peso en la mayoría de índices, y en general del mismo sector, estalló en 2022. El motivo principal de las bajadas fue la sobrevaloración de sus cotizaciones y el cambio drástico de la política monetaria, en mucha mayor medida que la guerra de Ucrania. El Ibex se vio mucho menos afectada que otras bolsas sobre todo por su composición. Que cambiemos de año no tiene por qué cambiar la tendencia de nada y tiene sentido pensar que las bolsas se seguirán moviendo al son de los bancos centrales y, en concreto, los inversores en bolsa española deberían estar muy atentos a un posible fin del actual ciclo de subidas de tipos de interés por parte de BCE (aunque seguro empieza antes la Fed, como suele), que sería un factor alcista general pero no lo sería tanto para los bancos cotizados.

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