Pedro Sánchez parece dispuesto a aguantar todo antes del 9 de julio con tal de que nada ni nadie chafe la reunión con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, que ha preparado para ese día en La Moncloa, por más que Torra no cese de tomar decisiones que suenan a provocación en toda regla.
La última, este mismo lunes, cuando trascendió que el fugado en Alemania Carles Puigdemont ha iniciado los trámites -lo hizo el 22 de junio- para gozar de los privilegios que le corresponderían como expresident: despacho, tres asistentes, coche oficial, chófer y una escolta de cuatro mossos de Esquadra.
El vicepresident del Govern, Pere Aragonés (ERC), se apresuró a afirmar que Puigdemont tendrá lo que pide porque "lo permite la ley, que es muy clara. Y como lo prevé la ley, lo tendrá. Es lo que le corresponde a todos los expresidentes"; claro, que el resto de expresident, Jordi Pujol, Pasqual Maragall, Josep Montilla y Artur Mas no se encuentran fugados de la Justicia.
Fuentes del Ejecutivo explican que no se puede negar al expresident esos privilegios en tanto no sea un condenado en firme por el Tribunal Supremo, pero llama la atención porque el Ejecutivo de Mariano Rajoy recurría de oficio ante los tribunales este tipo de situaciones.
No se tomará "ninguna medida" contra el nombramiento de la huida Serret como delegada de la Generalitat; simplemente, el presidente dijo que "no ayuda" al diálogo
Y el Ejecutivo central, según distintas fuentes consultadas por este periódico, esta dispuesto a "mirar para otro lado", a no recurrir la concesión de esos privilegios; como ya hizo la pasada semana renunciando a que la Abogacía del Estado recurra el nombramiento de la también fugada Meritxell Serret, exconsejera de Puigdemont, como nueva delegada de la Generalitat ante la Unión Europea.
No se va a adoptar "ninguna medida" contra Serret, aclaró el vernes la ministra portavoz, Isabel Celáa, porque Sánchez no quiere abrir nuevos frentes con el independentismo metido como está en una estrategia de recuperar la "normalidad institucional" entre Cataluña y el resto de España.
Una hora antes, en rueda de prensa en Bruselas, el presidente del Gobierno se había limitado a comentar que que el nombramiento de Serret no ayuda a "normalizar" la situación en Cataluña.
El jefe del Gobierno quiere cargarse de razones por si tuviera que responder más adelante al independentismo en caso de que sus provocaciones continúen
A lo más que llegó Pedro Sánchez es a preguntar en voz alta a Torra "qué bien hace" a los catalanes con la "bronca" protagonizada con el embajador de España, Pedro Morenés, durante su estancia en Estados Unidos. El presidente de la Generalitat, que previamente había denigrado la calidad de la democracia española por tener "presos políticos", abandonó un acto en Washington cuando Morenés le acuso desde la tribuna de oradores de "mentir".
"Entre el diálogo y la bronca, este Gobierno escoge el diálogo, pero eso no significa que no seamos firmes en la defensa de la reputación internacional de un Estado social, democrático y de derecho como el español", afirmó el jefe del Ejecutivo.
Sánchez, según fuentes de su entorno, quiere cargarse de razones de haberlo intentado todo por el dialogo antes de tener que tomar medidas drásticas en caso de que el independentismo en general, y Torra en particular, sigan por la senda de la provocación institucional.