La legislatura no va a más. La protesta de la plaza de Colón en Madrid marca el inicio de una larga y tensa campaña para las próximas elecciones generales. La concentración, que fue multitudinaria pero no histórica, ha evidenciado que existe una parte de la sociedad lo suficientemente harta como para movilizarse contra Pedro Sánchez en la calle.
Pero el hecho de que el PSOE califique Colón de "fracaso" -con la cooperación necesaria de la Delegación del Gobierno- prueba que el jefe del Ejecutivo no se siente obligado a convocar elecciones de forma inmediata.
La figura del relator que el Gobierno estaba dispuesto a asumir en la negociación con el separatismo puso en pie de guerra a su propio partido y a PP y Ciudadanos, y obligó a Sánchez a echar el freno. El presidente tiene en su mano llamar a las urnas tras la previsible caída de los Presupuestos esta semana en el Congreso y forzar un súperdomingo el 26-M o esperar al otoño. Parece que las elecciones serán otoño.
Si bien, la clave nacional pesará mucho en mayo. Tanto Casado como Rivera han dejado caer que las elecciones municipales, autonómicas y europeas son la primera oportunidad de echar al Gobierno. El líder de Ciudadanos ya planteó hace unos días la cita del 26-M como un "plebiscito" a Sánchez. Y el presidente del PP pidió en Colón trasladar la indignación de la calle a las urnas.
Casado, Rivera y Abascal
La imagen de Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal ha demostrado que existe una unidad de acción contra el actual Gobierno socialista. Y a Sánchez, por su parte, esa foto le permite agitar el fantasma del "fascismo" con el objetivo de intentar aglutinar el voto de la izquierda.
Lo intentó Susana Díaz en Andalucía y salió mal. Pero Sánchez se aferra a ese argumento tras su fallida negociación con el separatismo. Es, salvando las distancias del contexto histórico, un regreso a aquel micrófono indiscreto que sorprendió a José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista con Iñaki Gabilondo: "Nos interesa que haya tensión".
Sea como fuere, y a las puertas del juicio del procés, el discurso de todos los actores ya es electoral, sin concesiones al entendimiento.
Decenas de miles de personas abarrotaron la plaza de Colón y sus alrededores. La cifra de 45.000 asistentes que ofreció la Delegación del Gobierno fue considerada como una tomadura de pelo por los organizadores, que hablaban de al menos 200.000 personas.
Las imágenes, más allá de las cifras, eran elocuentes. Es cierto que hay personas tanto en PP como en Ciudadanos que esperaban más gente. Pero también había otros que esperaban menos.
Sea como fuere, la manifestación demostró que la capacidad de movilización del centro derecha es muy superior a la de PSOE y Podemos en este momento. El ejemplo al que se agarraron algunos representantes del partido morado fue la manifestación del día de la mujer el pasado 8-M. Una cita supuestamente transversal y no de la izquierda.
La foto de Rivera, Casado y Abascal juntos se produjo pero a medias. Y Ciudadanos hizo dos guiños que molestaron a Vox. Uno fue la presencia a espaldas de Rivera de la bandera arcoiris del colectivo gay, que también soliviantó a parte de la izquierda. Y otro fue la masiva exhibición de banderas europeas, que fueron repartidas por algunos voluntarios en los accesos a la plaza.
Vox acusó a Ciudadanos de incumplir con una foto supuestamente pactada de líderes en el escenario. El partido naranja negó la existencia de dicho acuerdo.
Lo que hace el Gobierno socialista es trabajar por la unidad de España, que significa unir a los españoles y no enfrentarlos como están haciendo las derechas"
"Enfrentar a los españoles"
Rivera no saludó a Abascal. Casado no tuvo problemas en saludar tanto a Rivera como a Abascal. Uno de los ilustres participantes en la protesta por el candidato a la alcaldía de Barcelona Manuel Valls. El ex primer ministro francés decidió no subir al escenario por la presencia de Vox, pero permaneció junto a Rivera y el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa durante la concentración.
Sánchez no ve matices. El PSOE empezó el día en las redes con una foto de los tres convocantes de la manifestación en la que alertaba del regreso del "fascismo". Un mensaje que sólo se puede entender en clave electoral. Casi a la misma hora de la protesta en Colón, Sánchez daba un mitin en Santander.
"Lo que hace ahora el Gobierno socialista es trabajar por la unidad de España, que significa unir a los españoles y no enfrentarlos como están haciendo las derechas", dijo.
Más tarde, la dirección del PSOE dejó caer que la concentración era un "fracaso". No fue una valoración en rueda de prensa, ni salió ningún portavoz con nombre y apellido a decirlo. Pero fue el mensaje que se quiso trasladar. Y que coincidió con la lectura de los partidos independentistas catalanes y Podemos.