El separatismo radical pierde presencia en las calles. Teme un pinchazo en la próxima Diada, el exponente público más potente del mundo independentista. Sin liderazgo claro, sin un proyecto concreto, la resaca del fracaso del 'procés' ha barrido también las calles. Sólo grupúsculos violentos y algún acto inconexo recuerdan, esporádicamente, que el separatismo aún tiene reflejo fuera de los medios informativos del régimen y de los despachos de los partidos.
Dos sonoros fracasos se han registrado en estos días en diez días. Los CDR y otros grupos de agitación retaron el Rey en su doble visita a Cataluña. Primero fue en Tarragona, en la apertura de los Juegos del Mediterráneo. Apenas un puñado de activistas se concentraron a las puertas del estadio. Quim Torra incluso se acercó a un grupito de gente de la ANC y Omnium, mero gesto testimonial. En el interior del recinto, sonó el himno nacional entre aplausos incluso del 'president', hubo profusión de banderas españolas y ausencia de incidentes.
Días después, en la visita a Gerona, se quemaron fotos del Rey y se profirieron pitidos. Los monarcas presidían la entrega de premios de la Fundación Princesa de Girona. Salvo el cambio de sede para el acto, apenas se apreció malestar alguno en las calles. Periodistas y cámaras rebuscaban por los rincones para dar con alguna escena de tensión. Apenas hubo tal. Fue una plácida noche en Vilablaeix, sólo alterada por uno intenso chaparrón.
Los grupos de agitación apenas aparecen ya e el nuevo escenario catalán. Tras la no-proclamación de la independencia, quedaron consternados y 'tocados', según fuentes de ERC, que consideran un error volver al camino de los incidentes y las cargas policiales.
Omnium y la ANC, con sus antiguos líderes, los dos Jordis, presos en Soto del Real, a punto ya de ser trasladados a Cataluña, apenas asoman su antiguo músculo. "Es necesario actuar con prudencia mientras tengamos a la gente pendiente de juicio", dicen en Omnium, quizás la entidad más 'desparecida' de todas. Los comités, los más radicales, incluso violentos, en los que militan los hijos de Torra, se mueven a espasmos, en acciones muy reducidas. Actos locales en apoyo a los presos y poco más. También las CUP, el grupo más extremo del Parlament, oficia esporádicamente algunas acciones en pro de la república, sin apenas contenido ni seguidores.
La calles ha desertado de la república. Torra no sabe hacia dónde se encamina el nuevo procés. Habla de hacer autocrítica aunque mantiene simbólicamente levantado el estandarte del 1-O. El PDeCat se centra ahora en las elecciones locales, a las que pretende llegar sin fracturas aparentes. Un empeño complicado.
Moderación en la celda
ERC intentó evitar la palabra 'unilateral' en la ponencia política de su congreso. La incluyó finalmente, aunque con sordina. Incluso reivindica otra DUI si Sánchez no admite un referéndum pactado, según advirtieron en su conferencia política de este domingo. Un guiño a los hiperventilados de la independencia. Durante cuatro años se ha alimentado la estrategia de la confrontación. Frenar ahora en seco se antoja una misión plena de riesgo. Elisenda Paluzie, la nueva presidenta de ANC, una vehemente radical, ha llegado en mal momento. Fue elegida en los tiempos del enfrentamiento y bajo la huella de las prisiones. Esa pantalla ya pasó, comentan en su entorno. Paluzie se ha quedado fuera de juego con sus declaraciones viscerales en favor de la independencia. Ya nadie habla de eso.
Paluzie se ha resignado. Prepara a su gente para la Diada de septiembre, que se anuncia sin demasiado fuelle y con un cierto desánimo en las filas secesionistas. Después de cinco años de músculo y gritos, ahora se adivina un Onze de Setembre mustio y amarillo. Algunos optan por apostar por montar un gran acto en el primer aniversario del 1-O, quizás la fecha que algunos se empeñan en mitificar con un resultados discutibles. El propio Puigdemont quiere liderar el Movimiento 1-0 como su plataforma electoral de cara a los próximos comicios.
"Ahora Quim Torra es el elemento más extremo de los nostálgicos de la república. El soberanismo va por otra línea, la de reconstruir las estrategias y evitar errores del pasado. "Mas eficacia y menos ruido", reclamó desde la cárcel Oriol Junqueras al partido de Puigdemont. Fue Junqueras el principal culpable en el día señalado en el que hubo que elegir entre elecciones o independencia. Ahora, en su celda, lanza mensajes de templanza y moderación.