Estados Unidos, Francia y Reino Unido acusan a China de no ser transparente con los datos que ha ofrecido sobre su gestión de la pandemia, que está vendiendo como una victoria política. Las críticas y desconfianza internacional son tales, que los líderes políticos han llegado a cuestionar la teoría oficial sobre el origen natural del virus.
El origen del coronavirus es uno de los pocos conceptos en los que la mayor parte de la comunidad científica se muestra de acuerdo. Según los últimos científicos publicados sobre la materia, todos coinciden en que el SARS-COVID-2 Covid-2 surgió por accidente y de manera natural entre animales y descartan la posibilidad de que fuera creado de manera artificial.
No obstante, como siempre suele ocurrir en estos casos, las teorías alternativas suelen hacerse paso y son muchos los sectores que señalan a China como artífice de la pandemia, que ya ha dejado más de 140.000 fallecidos a nivel mundial, a pesar de las evidencias científicas. La más expandida es que el virus fue creado en un laboratorio en las afueras de Wuhan y se 'escapó', o peor, fue distribuido deliberadamente por el Gobierno chino. Una teoría que descarta la inmensa mayoría de la comunidad científica.
No obstante, se trata de un arma política muy potente de la que ha comenzado a hacer uso el presidente norteamericano, Donald Trump. El pasado miércoles aseguró en una rueda de prensa que su Gobierno estaba investigando si el coronavirus había surgido en un laboratorio científico en la ciudad de Wuhan. "Es una historia que cada vez escuchamos más", apuntó Trump, al tiempo que acusaba a China de ocultar información sobre la pandemia. Una acusación que ha hecho extensiva a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la que ha retirado los fondos estadounidenses por "encubrir" la crisis sanitaria.
Vuelve la teoría del laboratorio
Su vicepresidente, Mike Pompeo, ha instado a Pekín a "confesarlo todo". "Creo que el mero hecho de China no haya compartido todas las respuestas dice mucho", apuntó. Desde el Ejecutivo norteamericano están presionando a Pekín para que deje investigar a expertos extranjeros en el laboratorio donde creen que pudo surgir el virus.
De acuerdo con artículo publicado esta semana en el periódico The Washington Post, la Administración norteamericana sospechaba desde 2018 sobre la seguridad de un laboratorio científico en las afueras de Wuhan, de acuerdo con varios documentos confidenciales.
Como era de esperar, desde Pekín no han tardado en responder al líder norteamericano, al que acusan de intentar distraer a los norteamericanos de sus errores a la hora de gestionar la pandemia en EEUU, uno de los países más asolados por el virus, con más de 28.000 fallecidos y unos 680.000 casos.
Macron pide responsabilidades a China
No obstante, EEUU no es el único gobierno crítico con la falta de información que ha compartido China sobre la epidemia. El primero en pedir responsabilidades fue el presidente francés, Enmanuel Macron. Durante una entrevista con el diario The Financial Times, ha asegurado que "han sucedido muchas cosas que no conocemos".
Macron ha instado a no comparar la situación de los países democráticos con aquellos en los que existe censura, al tiempo que se ha mostrado extremadamente escéptico sobre los datos de fallecidos en China, que rondan los 3.000 frente a los más de 19.000 que registra España, o los 18.000 de Francia.
"Con estas diferencias, las decisiones adoptadas y lo que hoy es China, que lo respeto, no vamos a ser tan ingenuos como para decir que ha sido mucho mejor en la gestión de esto", ha dicho. "No sabemos. Sin duda han pasado cosas que desconocemos", ha señalado en la entrevista.
Reino Unido estudiará el origen del virus
Por otro lado, a finales de esta semana el ministro de Exteriores británico, Dominic Raab, aseguró en una rueda de prensa que Reino Unido también está investigando el origen del virus y planea pedirle explicaciones al Gobierno chino al respecto.
"Es absolutamente necesario que haya una inmersión muy, muy profunda después del evento y una revisión de las lecciones, incluso del brote del virus", afirmó el secretario de Relaciones Exteriores británico, que ejerce a efectos práctico de sustituto de Boris Johnson mientras este se recupera de la enfermedad.
"Analizaremos con mucho cuidado junto a todos nuestros socios internacionales y la Organización Mundial de la Salud cómo ocurrió este brote y qué se puede hacer para evitar que ocurra en el futuro", añadió Raab, que ha ido más allá en su crítica a China y ha llegado a sembrar dudas sobre sus futuras relaciones comerciales con el gigante asiático. "No hay duda de que no podemos hacer negocios como siempre", concluyó.
Más allá de la incógnita que plantean sobre el origen real del coronavirus, la otra pregunta principal es cuál será el impacto de esta pandemia en las relaciones internacionales. Mientras que China vende como una victoria haber superado la crisis sanitarias y se ha convertido en el principal proveedor de material médico a nivel internacional, cada vez son más las potencias que cuestionan sus actuaciones, lo que podría marcar durante años sus relaciones internacionales.